LIBROS DE AYER Y HOY
De aquellos declamadores itinerantes, recuerdo a uno que declamaba el poema de un prisionero durante el fascismo, que envió una carta elogiando al régimen -revisaban la correspondencia-, pero debajo del sello anunciaba un suceso terrible: “madre, me cortaron la lengua”.
Décadas después, no he podido borrar la impresión que me causó el poema en aquellos años de la primaria. ¿Quedarían así de impresionados los que se enteraron de que al doctor Belisario Domínguez, le habían cortado la lengua por su oposición al traidor Victoriano Huerta? ¿Cómo quedan las generaciones actuales cuando se enteran de que a ese gran mártir le han intentado cortar la lengua por segunda vez, al menos metafóricamente?
El manejo político, oscuro, de la medalla que se entregaba cada año a importantes personajes, ha borrado la intención de crear esa presea como reconocimiento al mérito. Personajes sin decoro la están usufructuado para su beneficio, denostando luchas y tragedias, para exhibir sus ideologías derechistas.
El PAN, que debería de estar haciendo profesión de fe después de que uno de sus baluartes, Padrés, con toda su cola familiar, está hundido en la infamia, se da el lujo de seguir hundiendo lo que queda de aquella medalla, para refundirla en las profundidades de la ignominia.
Ningún ser congruente y honesto la volverá a aceptar. Triste papel de ese partido que con cinismo quiere volver a gobernar, al subestimar un reconocimiento que representa los ideales de un hombre que defendió a Francisco I Madero; y murió asesinado a su vez por los esbirros del traidor.
En la historia negra de aquella decena trágica, quedan los asesinos del médico y senador, Gilberto Márquez, Alberto Quiroz, José Hernández y Gabriel Huerta. El médico que le cortó la lengua y la envió al propio Victoriano, fue Aureliano Urrutia. Pero la inmortalidad signó la vida de don Belisario y su lucha por la libertad de expresión.
Hay quienes señalan sus dos discursos del 23 y 29 de septiembre, éste último ocho días antes de su muerte el 7 de octubre de 1913, como arquetipos de la defensa de la patria y la palabra.
Se han escrito biografías sobre el médico chiapaneco de cuando fue senador de la república, pero una de ellas que fue solicitada a Alfonso Palacios Palencia por el propio Senado y que se publicó como Belisario Domínguez la verdad como destino (1997) ha corrido mala suerte por la veleidosa trayectoria del autor.
Este ha sido acusado de abuso de autoridad y otros delitos y procesado en su entidad, Chiapas. También se han escrito ensayos jurídicos sobre la participación de Domínguez en la tribuna poco antes de su asesinato.
Al cumplirse un año más de aquella Revolución que colocó en ese entonces a nuestro país en la cima de los movimientos insurgentes, vale recordar a este médico cuya lucha fue a través de la tribuna. Más, cuando hay fuerzas que pretenden oscurecer su recuerdo con decisiones afrentosas.
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