LIBROS DE AYER Y HOY
Por caducos no nos referimos al sistema político y sus conceptos, sino a una de las características que se les atribuyen en este momento a miles de medicamentos, entre los que también hay alterados, escasos, caros, archivados en mazmorras, sustituidos, milagrosos y negados.
A la carestía que han experimentado esos insumos se incluye ahora la desconfianza de su utilización, cuando hay denuncias de que en casos tan graves como la influenza que precisa de medicación especial, se están surtiendo recetas comunes.
El rejuego que se da en ese ámbito de tanta trascendencia para la salud, ha sido tema de los últimos meses aunque siempre ha estado presente algún señalamiento que lo trae a colación.
La alteración de medicamentos que presuntamente se llevó a cabo en niños con cáncer en Veracruz en el gobierno de Javier Duarte y que también involucra al gobernador anterior Fidel Herrera, destapó una serie de casos similares en otros estados.
La avalancha llegó hasta Durango donde se denunció el hallazgo de miles de medicamentos dejados ahí por el gobierno anterior de Jorge Herrera Calderón y que caducaron.
Su costo había sido de 90 millones, mientras los centros de salud carecían de material.
En enero pasado, se descubrieron en Veracruz, once toneladas de medicamentos caducos y 47 mil pruebas sin registro de VIH de las que se ha enterado la Secretaría de Salud, pero resulta inexplicable que las autoridades federales no realicen un control más adecuado. José Narro hace muchas declaraciones a favor de su gobierno, pero los descalabros medicamentosos se acentúan.
Desde años anteriores se ha denunciado que hay bancos de medicamentos y centros de recogida que concentran multitud de esos insumos de los cuales se desconoce su verdadero origen.
Pueden ser robados y estar alterados. Se sabe que no hay control auténtico de medicinas y que incluso se venden en puestos y mercados de tianguis.
Pero la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) institución encargada de todo ese aparato, como que anda muy lenta.
Los llamados productos milagro siguen tan campantes aunque la Coprefis, dice que ha decomisado 4.5 millones desde el 2010. Hay empresas pequeñas, caseras incluso, que hacen medicamentos curalotodo, pero el verdadero negocio está en grandes inversionistas que se anuncian en programas especiales en televisión y radio.
Eso tiene años y ahí está. Respecto a los medicamentos caducos , no hay un verdadero sistema de desalojo.
En muchos países hay contenedores en los barrios y vecindades para recibir esos desechos, junto con otros para guardar pilas prescritas, pero aquí aunque el Sistema Nacional de Gestión de Residuos, de Envases y Medicamentos ha instalado contenedores en la mayoría de los estados, la información sigue siendo precaria.
En la Ciudad de México hay mapas en las delegaciones para indicar domicilios de recolección, pero no son accesibles porque hay que hacer largos traslados.
En esos casos, la gente termina por echar a la basura insumos contaminantes y peligrosos.
Hay que ver en que situación están los instrumentos que presuntamente nos van a mejorar la salud y el daño que muchos sectores están sufriendo.
El daño (Editorial Joaquín Mortiz S. A. de C.V. 2000) es una novela de Sealtiel Alatriste en la que se abordan los últimos días de Franz Kafka.
Pero no es a esa obra a la que nos referiremos en esta ocasión, sino a un librito popular que ya hemos mencionado en otra ocasión, Charlatanes de la salud (Editorial Libra S.A de C.V 2004) firmado por el doctor Jean Paul Stevens, en el que se hace un recorrido muy completo sobre el gran negocio que significa para muchos la salud ajena y el poco resultado que ha habido con el control público.
Aunque se refiere a los productos milagro, en el enfoque podrían caber todas las vicisitudes que engloban a las llamadas medicinas registradas, por el manejo turbio y lleno de vericuetos políticos que se han denunciado en los últimos meses.
En quince capítulos se pone al corriente sobre el negocio de la alteración, las promesas y la mentiras, con las que se ofrece curar las más graves enfermedades, dar salud, revertir la obesidad, rejuvenecer, alejar dolores, ser bello, curar el insomnio y muchas cosas más.
Lo grave es que se recetan sustancias concentradas que pueden causar reacciones, medicamentos en cápsulas y pastillas, tónicos, aceites, aparatos electrónicos y un sin fin de ofertas que tienen como promesa un gran resultado.
Después de desenmascarar la actividad de los que también llama merolicos, Stevens advierte “:…es importante que los consumidores aprendan a evaluar las afirmaciones sobre asuntos de salud y procurar el consejo de un profesional”.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx