Después de un breve “tour” por la transición democrática, de alternancias en gobiernos municipales, estatales y federal, resulta que el punto de llegada estaba en el mismo punto de partida, el PRI.
Los priistas de siempre, aunque hayan deambulado por otros partidos, se preparan para reorganizarse de acuerdo con los usos y costumbres de la política mexicana, pues la transición quedó allí, en donde inició.
Durante décadas, la maquinaria exportó sus usos y costumbres y delineó a sus opositores a su imagen y semejanza. Emitió a todo el régimen una cultura política que acicaló la máxima, “el que no transa no avanza”, que se diseminó en el conjunto del sistema de partidos y de los grupos gobernantes, desde el ámbito federal hasta el municipal.
En el ámbito oaxaqueño, en un ejercicio de realismo político, podríamos observar que el partido tricolor colonizó a todos sus opositores, exportó líderes y funcionarios, como se mencionó en una histórica reunión de empresarios oaxaqueños realizada el año pasado, quienes haciendo un balance de la composición del primer gabinete estatal de alternancia, 2010-2016, señalaron el predominio de los priistas.
En ese momento, los funcionarios estatales se excusaban de la falta de resultados en materia de gobierno invocando “la curva del aprendizaje”, aunque buena parte de ellos se habían formado en gobiernos priistas; quizás lo que no entendieron es que los ciudadanos votaron por el cambio y que tenían que aprender un poco de democracia. Ahora, con una nueva correlación de fuerzas, podrán regresar cómodamente al abrevadero de antes.
Las condiciones se están dando ante la fragmentación de la izquierda electoral y la rearticulación del eje neoliberal PRI- PAN; en torno a éste ya se van alineando con titubeos los gobernantes y los distintos grupos políticos que llegaron al poder con el sello de las coaliciones electorales de izquierda; antes contra el PRI, ahora a disposición del PRI.
Se ha dicho que la transición arrancó en los ámbitos municipales, que Juchitán fue uno de los bastiones más importantes de la oposición a nivel nacional en los años 80; treinta años después, Juchitán es una de las localidades más importantes para el priismo estatal; es la cabecera del único distrito electoral que ganaron en las elecciones más recientes.
¿Qué pasó con las luchas de hace tres décadas? ¿Con las masas que se volcaron a las calles para reclamar democracia? Las bases que se movilizaron culpan a sus líderes de corrupción y nepotismo, puesto que heredaron cargos a sus hijos y convirtieron a su organización en una franquicia de mercado.
En las ligas mayores, durante la mencionada transición, los dinosaurios de la política se acomodaron, como Carlos Romero Deschamps, en su muy redituable trinchera al frente del sindicato petrolero bajo cobertor priista y complicidad panista; como éste muchísimos más.
Otros fueron de un partido a otro, salieron del PRI, regresaron a él, disfrazaron a su partido de sindicato (o al revés)y hasta promovieron la creación de partidos pequeños para hacer grandes negocios, como Elba Esther Gordillo, el SNTE y el Panal, con el visto bueno del PAN; así como ella muchísimos en distintas proporciones en los niveles nacional, estatal y municipal.
El nuevo PRI no es otro que el impulsor de las reformas neoliberales que se activaron hace tres décadas, que se acentuaron en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari cuando se remataron los bienes nacionales.
Así, el salinato puede tener equivalencia al porfiriato con diferentes rostros, que detentó una continuidad azulada simulando transición a la democracia, con Fox y Calderón como adalides del cambio, hasta los priistas microscópicos que iban de un partido a otro y ahora, con el regreso de su partido al poder van a reclamar su verdadera identidad.
El nuevo PRI es el mismo que el de los 80, el de las reformas privatizadoras, el de los gasolinazos que resentimos cada mes; es el partido de las especulaciones económicas y el progresivo aumento de la canasta básica.
A propósito, habría que preguntarle a los panistas de base, aquellos que creyeron en la transición democrática y en la buena voluntad de sus líderes ¿qué opinan sobre la reforma laboral de Calderón?
Una reforma lesiva que promueve la precariedad del trabajador y lo ubica en una espiral descendente, de mayor flexibilización en la contratación y despido de trabajadores, colocándolos en desventaja ante la clase patronal; a tal grado que ni el propio PRI, aliado en otras reformas neoliberales de ese tipo, quiere legitimar en este momento o lo podría hacer de manera condicionada.
Esto no implica que el PRI tenga prevista una alianza con las causas populares, sino que sabe que en este momento se tiene que reservar para más adelante el nocaut que le va a propinar a la clase trabajadora, ya que primero tiene que continuar con el trabajo ideológico favorable a las reformas de la mano de Televisa y sobre todo, eliminar los resabios opositores al neoliberalismo.
Ya de entrada, el gobierno entrante anuncia una gran estrategia de lucha contra la corrupción y la falta de transparencia, con la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción y la autonomía del Instituto Federal de Acceso a Ia Información Pública; seguramente lo hacen inspirados en la sabiduría popular que les indica que “para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”.
Ante el espectáculo de una transición que se quita el disfraz y se muestra como continuidad, habría que pensar la política a partir de las verdaderas fuerzas de poder y no de los arietes partidos políticos; de la expansión del gran capital y de las múltiples resistencias sociales a su avasallamiento, como los pueblos indios que luchan por la defensa de sus recursos y de sus territorios, y como los jóvenes que colocan energía y creatividad en los múltiples #132 para transformar un sistema que con justa razón no quieren cargar.
Sobre este último movimiento habría que saludar la disposición de los #132 de reconocer autonomía a sus distintas agrupaciones, que no significa dispersión sino una oportunidad para continuar su multiplicación, diversificar sus agendas y administrar sus propios tiempos.
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