NI MÁS NI MENOS
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, llegó resplandeciente a las conclusiones de la XXII Asamblea Nacional del PRI. No sólo porque los aplausos, los ‘¡vivas!”, las trompetas, tambores y gritos exultantes lo abrazaban, como en los viejos tiempos de campaña; también estaba eufórico porque al final de cuentas les ganó la partida a los priistas ahí presentes…
Esto es, militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) habrán de hacerse a un lado y de forma disciplinada darán paso al candidato que el presidente quiere, quien podría ser su sucesor, para bien o para mal, y quien no es militante del partido; que no ha hecho historia en este partido y que llegará ahí tan sólo por haber trabajado con el Presidente durante su gestión.
El regreso del dedazo, pues. Los priístas están acostumbrados. Es parte de su historia. Durante los tres días que duraron las cinco mesas de trabajo en distintos estados de la República se discutieron puntos como si de veras el PRI se transformara.
Durante esos días se habló de ‘modernizar’ al PRI, de ‘ser un partido incluyente’, de ‘estar con los cambios del tiempo político de México y del mundo…’. Y para expresarlo quitaron candados y cerrojos a su pasado histórico…
Y al quitar candados y cerrojos el PRI se niega a sí mismo, en sus principios, en su integridad, en su historia, en su ideología y principios, doctrina y proyecto de nación, niega la decisión de sus militantes, delegados y aspirantes históricos a puestos de elección popular.
Hoy los priistas asumen que tanto en gubernaturas, como en presidencias municipales o Congreso, habrán de dejar pasar a quienes serán “la gota de frescura” en un partido que ya se cae de viejo…
El Presidente de México es priista y quiere a un candidato no priista. Paradoja de paradojas. Los delegados a la XXII Asamblea priista tenían esa consigna que ya había adelantado el lider del PRI, Enrique Ochoa Reza, quien días antes dijo que ya estuvo bueno de candados y de exclusiones…
Antes, el presidente Peña Nieto adelantó –como sin querer– que pronto habría cambios en su gabinete, no cuando el pueblo quiera, que era el caso de pedir la renuncia de Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes, luego del trágico socavón de la carretera de Morelos, sino cuando él lo decida.
Lo dijo claro entonces. Así que la orden estaba hecha: Sí a candidatos externos sin la exigencia de por lo menos diez años de militancia en caso de presidente o gobernadores, y no la de cinco años, en caso de legisladores…
No repetición de plurinominales por la misma vía sucesiva… No “Juanitas”… y todo eso con que se servían con la cuchara grande. Pero aunque insistan en que esta apertura no lleva dedicatoria, ellos saben que es así y por lo mismo ese mismísimo día 12 de agosto, al término de la XXII Asamblea, todavía en el Palacio de los Deportes en la Ciudad de México, delegados y militantes se lanzaron desesperados a la cargada para abrazar y felicitar a los posibles…
Aunque, el más felicitado fue José Antonio Meade Kuribreña, aun secretario de Hacienda: todo mundo quería fotografiarse con él, sonreírle, darle a notar su presencia, estar ahí en el momento histórico del PRI; porque suponen que todo se hizo para llevar a este hombre a la candidatura priista y si se sigue la estrategia del mismo PRI en el Estado de México, de operar con meses de anticipación y recursos interminables… pues… eso… que en una de esas es presidente.
Aunque también podría ser otro miembro del gabinete, ya se sabe que a Peña Nieto le gusta el misterio. Pero la fiesta estruendosa del Palacio de los Deportes el 12 de agosto al paso del presidente mexicano no es la fiesta nacional.
Afuera hay otro mundo y otras aspiraciones. La más importante, la de los mexicanos que quieren verse en democracia y decidir por ellos mismos quien habrá de gobernar de 2018 a 2024…
Los otros partidos tienen su propio infierno. El conservador PAN y su lucha consigo mismo y con quién habrá de ser su candidato y en donde los militantes no tienen vela en el entierro; el PRD luchando a brazo partido por su Frente Amplio Democrático, en el que se le va la vida, porque por sí mismo quedaría en ínfimo lugar si va sólo con su autodestrucción: Miguel Ángel Mancera ya en campaña para ser el candidato del FAD.
Morena camina firme; más con Andrés Manuel López Obrador como emblema que con sus propios valores ideológicos y sí muchas contradicciones, como es reconstruirse a partir de viejos militantes priístas y muchos disidentes del PRD que siguen creyendo en las posibilidades de una izquierda mexicana.
Mucha morralla ahí, alrededor de AMLO, pero sigue siendo el partido al que todos quieren vencer. ¿De izquierda? No, no tanto en los hechos. Los partiditos que nos cuestan mucho dinero, ni fú-ni fá. Esos se alinearán al mejor postor, que para eso les pagan.
Y ahora el PRI “modernizado”, tipo light; descafeinado y sí muy fracasado porque eso es lo que ocurrió en la XXII: el partido que se asume como “socialdemócrata” y que tiene a un presidente más panista que el PAN, demuestra una vez más que no se entiende con los ciudadanos y éstos habrán de castigarle si hubiera democracia…
Pero ya se ve en todo esto cómo se entiende la democracia al interior de este partido. Y esa es la que quieren imponer para 2018. Vaya pues.
Artículo tomado de:
https://mexico.quadratin.com.mx/mas-menosjoel-hernandez-santiago-47/