LIBROS DE AYER Y HOY
Lo senil implica la ancianidad y la pérdida paulatina de facultades. Así lo definen los diccionarios y en la vida diaria lo constatamos hasta en la separación de las edades, cuando se aplica a la tercera edad.
El secretario de educación sustituto, Otto Granados Roldán, es un anciano de 61 años que está en senilidad, no sabemos que padezca demencia senil que agrava el estado de ancianidad, pero por su misma situación, por el respeto que merecen los demás, no está en condiciones de calificar a nadie que tiene su misma circunstancia, el paso de los años. Mucho menos hacerlo en espacios públicos y desde el poder, que se supone debe ejercerse para todos.
Si las leyes realmente se aplicaran, el INAPAM ya hubiera intervenido ante la ofensa que al parecer lanzó -la SEP no lo ha negado-, al señor Andrés Manuel López Obrador un hombre tres años mayor que él, que no difiere por lo tanto mucho en edad.
Hay penas y agravantes. Desde luego es una entelequia pensarlo en el integrante de un sistema político que ha hecho de la impunidad su trayectoria y que desde luego en esa misma distracción de lo que sería un estado de derecho, implicaría locura pública, disminución general de intenciones jurídicas, que trasciende de alguna manera a la mente.
Lo vemos a diario en el comportamiento de los gobernantes, no necesitamos más pruebas.
El mismo señor Granados lo asumió desde hace tiempo al convertirse en vocero de alguien que llevado por la demencia del poder, ha hecho uno de los más grandes fraudes del sistema, Carlos Salinas de Gortari.
En la frase que lanzó – insistimos, la SEP no lo ha negado-, contra el precandidato de Morena, tiró la piedra y escondió la mano, después se puso a bordar sobre Shakespeare y los diccionarios, como definitorios de un calificativo para justificarse, pero su propia insistencia lo traicionó.
Otto es un funcionario que ha sido favorecido por su lealtad al sistema y que no tiene conocimientos formales de educación, como no sea su labor como amanuense de Jesús Reyes Heroles.
En la práctica es un abogado y la SEP puede estar en peores manos que las de Aurelio Nuño. En lo que sería la locura de la ignorancia.
SENILIA
Senilia, palabra que alude al proceso de la senectud, fue utilizada por Iván Sergueyévich Turguénev, para escribir Senilia, realidades, alucinaciones y fantasías, que culminó en 1882, un año antes de su muerte.
En lo que sus críticos llaman el sexto período de su creación literaria el gran escritor y poeta ruso escribió una serie de poemas en prosa que denotan no solo el conocimiento que tenía de su país, sino las percepciones personales de su envejecimiento, de las enfermedades que lo acosaban y el miedo permanente a la muerte que siempre había tenido.
Autor de muchos textos entre los que destacan Humo, Primer amor, Nido de hidalgos y Tierra virgen, esta última novela social que fue muy discutida, a Turgueniev lo calificó Ernesto Renán el escritor y filósofo francés ( Vida de Jesús) como un dios pacificador que además, “era pueblo y era de los elegidos”.
Sus poemas en prosa, publicados en forma de relatos por la editora Fontanet en Madrid, es una edición de 1919, pero hay muchas ediciones modernas.
Me gusta El peón y el hombre de las manos blancas en el que el poeta critica el lumpenazgo que prevalecía en sectores de la clase trabajadora rusa.
Es acerca de dos trabajadores que cuando se enteran que van a colgar a un gran luchador social en lugar de protestar, se preparan para ir a recoger un trozo de la cuerda, “porque dicen que da buena suerte”.
En esta edición vienen 50 de sus poemas. Hay que mencionar, que el filósofo alemán Arthur Schopenhauer también escribió Senilia, reflexiones de un anciano, sobre el que hablaremos en otra ocasión