LIBROS DE AYER Y HOY
No nos bastaba con estar inmersos en una guerra impuesta por los últimos dos gobiernos; ahora otro desaforado nos lanza al abismo de una guerra comercial cuyo fin es incierto.
El gobierno mexicano resuma hoy nacionalismo y su candidato tecnócrata se agarra de la brocha, pero la consecuencia de nuestra debilidad se debe en parte al servilismo volcado en estos años de dominio Donald Trump.
Lo grave es que se inserta en la otra guerrita que nos envuelve, la electoral y parece que la de Trump no tendrá solución antes del tan esperado primero de julio en México.
El proteccionismo exhibido por el presidente del vecino país, ha sido enunciado a diario por él en su gobierno, – “Estados Unidos debe ser el ganón”, dice en torno a la negociación del TLCAN-, con la misma insistencia que manifiestan aquí los millonarios que quieren que el país siga siendo para ellos y llaman a votar con coacción por el que los protegerá.
Y Trump, como rico empresario que por extrañas circunstancias está en la presidencia de su país, solo ve lo que a sus intereses personales convienen Y cree extenderlo a su país, sin tomar en cuenta las esferas de la globalización, los efectos internos que tendrán los aranceles que ha fijado a la importación del acero y el aluminio y el natural impacto que los mismos jerarcas patronales e industriales han advertido, se afectarán precios, empleos y relaciones.
El México uncido a las llamadas reformas estructurales cuyo gobierno ha girado en torno a los estados de ánimo de Trump, lo ha apoyado en sus avatares golpistas contra Venezuela y le consecuenta sus humillaciones, ahora se enfrenta a otro desaguisado y el peso fue el primero en resentirse y la bolsa se cimbró.
Y como siempre ocurre en estas desgracias vuelve a aflorar el deseo nunca cumplido de abrir paso a otros mercados, de buscar a la también golpeada Unión Europea y reforzar la producción interna.
Y se soslaya la otra gran desgracia que significa estar subyugado al vecino país y estar sujeto -con canciller incluido-, a lo que el emperador del norte decida.
Fue un persistente dictador, pero en eso tuvo razón: “Pobre país, tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos”, decía Porfirio Díaz.
ALAN RIDING: VECINOS DISTANTES Y COMO MÉXICO NO HAY DOS.
Sigue teniendo vigencia el libro del corresponsal brasileño que nos acompañó varios años en este país y que penetró en la idiosincrasia del mexicano mejor que otros que son parte de ella.
Alan Riding dio a conocer su libro Vecinos Distantes, Un retrato de los mexicanos (Joaquin Mortiz/Planeta 1987) en la primera edición en español, en 1985.
Y aunque su título alude al vecino poderoso del norte y la conflictiva relación que tenemos con sus gobiernos, algunos de sus 18 capítulos los dedica a describir la esencia que convierte al mexicano según su análisis de tantos años, en un ser único del mestizaje, el verdadero mestizo, según el periodista.
“Hay un aire mágico, inasible, casi surreal en los mexicanos”, destaca para advertir capítulos adelante, que el cambio cultural y las influencias de otros países, van decantando esa personalidad única al menos en las clases medias y ricas que se deslizan por las culturas extranjeras.
Los pobres, dice, los indígenas, son los únicos que quedan unidos a su pasado. Pero da la causalidad de que ese ser mestizo que recupera en su libro la frase de que “como México no hay dos”, está sujeto a las políticas del país vecino como acabamos de ver con la amenaza de guerra comercial iniciada por Trump.
Riding analiza esa relación a través de los gobiernos que conoció como corresponsal, Diaz Ordaz, Echeverría, López Portillo y de la Madrid y su vinculación tortuosa con los gobernantes de Estados Unidos; situación aceptada por ambas partes que tienen que ser tolerantes, pero que en el caso de Trump se complica.
El gobierno mexicano actual ha cedido demasiado. Pródigo en anécdotas clásicas de México y conocedor a fondo de las vivencias y caracteres retraídos y contradictoriamente extrovertidos- “se echan a cantar a la menor provocación”-, de los que analiza, el brasileño que se nutrió de la cultura europea por largos años, discurre sobre los mitos, leyendas, pasado, instituciones, fórmulas políticas y de sistema, las ciudades, los indígenas, la capital del país y pone el dedo insistente en una de las principales características del mexicano, la corrupción.
Riding de 75 años, vive actualmente en París dedicado a asuntos culturales pero sigue, según los informes, pendiente de México, más en este momento electoral.
Acerca de los vecinos distantes y la guerra comercial que se nos viene encima, habría que tomar muy en serio la advertencia escrita en su libro: “Cuando se enfrenta a su vecino del norte la historia le ha enseñado a México que tiene pocas defensas”