OAXACA, OAX., junio 3.- Los 90 y tantos años de existencia de la cantina, bar o como se denomine, La Farola, pasarán a la historia ante el hecho trágico y sangriento cometido la madrugada de este domingo, con un saldo de un muerto y 2 heridos.
Esto ocurrió a las 4 horas y minutos, y lo primero es preguntar por qué a esa hora permanecía abierto o quizás cerrado este centro de vicio, pero el hecho es que la balacera se registró en su interior, donde presumiblemente se consumía alcohol, violando reglamentos de apertura y cierre de estos negocios, cuyos permisos son y han sido otorgados por autoridades del Ayuntamiento citadino.
Se desconoce después de los hechos sucedidos, cual fue la causa o motivo del crimen y ataque a balazos a una pareja de meseros, esto corresponderá investigar y aclarar por parte de las autoridades judiciales y dar a conocer resultados en el menor tiempo posible.
Lo raro y extraño del caso, es que haya sucedido en pleno centro de la capital del Estado—tercera calle de 20 de Noviembre—donde se supone que debe haber vigilancia policiaca, ante la abierta, solapada y descarada presencia de decenas de centros de vicio donde se expende alcohol a lo bestia y lo peor, se vende a menores de edad y parejitas de adolescentes o jóvenes.
Lo lamentable es que ante la magnitud del problema, las autoridades responsables de esta situación anormal e ilegal en todos sentidos, aparte de dar la espalda, cerrar los ojos, solapar y permitir que los antros funcionen al antojo y voluntad de sus propietarios o encargados, no procuran inspecciones constantes para detectar irregularidades como la violación al horario de apertura y cierre.
De hecho se han desatendido de tan grave situación y ahí están los resultados, escenario del crimen y la balacera fue La Farola, cantina o bar que tenía su historial y quienes lo regenteaban orgullosamente decían que a ese lugar concurrían las mejores familias y gentes de dinero.
NO ESTABA CLAUSURADO
Otra cosa, alrededor de las 13.30 horas del domingo, las puertas del negocio permanecían cerradas, en la puerta principal de acceso, habían colocado una papeleta que decía ” Inmueble asegurado 459 ( Sadaí) 2013″ pero no existía ninguna orden de clausura por parte del Ayuntamiento, como generalmente ocurre, máxime cuando se cometió un crimen.
Ahora con el niño ahogado, buscarán tapar el pozo, que a lo mejor ni lo hacen, máxime cuando la actual autoridad capitalina está por terminar sus 3 años de administración y muchos problemas heredarán a quienes les sucedan a partir del próximo año.
De anteriores presidentes municipales, fueron el Doctor Jorge Pérez Guerrero y el licenciado Alberto Canseco Ruiz—fallecidos—quienes a diferencia de las últimas autoridades, personalmente y acompañados de policías y reporteros de prensa, recorrían cantinas aun en zonas peligrosas para revisar si tenían, quienes estaban al frente de los negocios, documentos en orden, mientras los policías se encargaban de revisar a cuanto parroquiano encontraban para detectar si portaban armas blancas o de fuego.
Han sido varios los casos donde se han dado a conocer hechos de sangre o violencia en diversos centros de vicio del Centro Histórico, que ignoramos el porque siguen funcionando y burlando a la autoridad, haciendo los propietarios del reglamento sobre su funcionamiento, lo que quieren y conviene a sus intereses muy particulares.
Esto no debe suceder en el asunto de La Farola, cantina de mucho prestigio y años de existencia, perdidos en cuestión de minutos por la voracidad de quienes atendían el negocio, en su interés de obtener más entradas y dinero en la venta indiscriminada de alcohol.