+ Se celebra a la madre con apoteosis, pero para ella sigue siendo lo mismo: la responsabilidad permanente.
Libros de ayer y hoy
Generadora de la humanidad, miembro relevante de un género, concentradora por decisión masculina de la responsabilidad social de la especie, pilar del hogar, musa de poetas, exaltación idólatra de hijos, formadora y por lo tanto culpable para algunos, de muchas actitudes que caracterizan al ser humano, entre ellas el machismo, ciudadana al fin con otras cargas, son las características de la madre en el mundo.
Que el 10 de mayo se le exalte al menos en México dado que esa fecha es diferente en otros países, toma caracteres de veneración, a la par que es el símbolo mercantil que pretende resarcir en esta pandemia, las pérdidas de las empresas de flores, regalos, ropa, línea blanca, entre esta la clásica licuadora, como una responsable directa de la revitalización económica. Vale cuando algunos dicen, ¿Que haría sin mi mamá?
Las cifras aparecen cruciales en un entorno que es cotidiano
Si las madres son la constante en la vida de los mexicanos, no lo es la forma como son presentadas. El día de su celebración toma caracteres de apoteosis. Pero para ellas, la situación es la misma, acentuada ahora con la crisis que vivimos. La responsabilidad de los hijos, y la doble jornada se han acentuado en el último año y medio con una casa llena que demanda más de lo habitual, sobre todo si está incluido el marido o compañero. Se suma a esto el trabajo digital en el que deben ayudar a los hijos y hacer el propio cuando redujeron su actividad laboral a las redes.
Aunque en forma permanente se manejan cifras sobre la situación materna del país, en estos días los números y porcentajes sobre maternidad aparecen por todas partes. Más de 4 mil embarazos de adolescentes, disminución en 30 por ciento de la tasa de la fecundidad en mujeres no indígenas y casi similar en indígenas aunque su número de hijos es mayor. Las madres solteras rebasan los 4 millones sumados a los de las adolescentes cuyo aumento en embarazos se ha disparado por causa del internamiento por el Covid-19. Para las madres no hay para donde hacerse.
Por mi madre bohemios y las demás, ¡traidoras!
La excelsitud que el mexicano destina a la mujer se centra en la madre. Las demás pueden ser irrelevantes, ser traidoras o falsarias. Uno se los echa de enemigos si critica a la mujer que les dio el ser. Dice la canción norteña del machito:
Madrecita querida mil perdones te pido que por esa traidora te dejé en el olvido. Vuelvo a ti madrecita, llorar en tus brazos y a curar si es posible mi alma ya hecha pedazos.
Cuando Carlos Monsiváis le pone a su columna el título del famoso poema “Por mi madre Bohemios” (Sonrisas y lágrimas, Colegio de San Luis 1942) del potosino Guillermo Aguirre y Fierro, lo hizo con cierta ironía, aunque él mismo padecía de igual afecto por su madre. El poema en medio de la francachela de fin año y las copas, abunda en las disquisiciones de los presentes en relación a las mujeres que les gustan y les dan placer.
La intervención del bohemio Arturo para refrendar a la madre ausente y expulsar de la tertulia con sus críticas a esas mujeres “artificiosamente perfumadas”, concentra los valores en esa madre ausente, sin considerar que las otras, las perfumadas, también pueden haber sido madres. Ese fenómeno se ve a menudo en el macho mexicano que apretuja a su madrecita santa, mientras les mienta la madre a los demás. Incluso los grandes poetas caen en esas exageraciones, aunque sus expresiones y formas, sean diversas. Marco Antonio Montes de Oca uno de los grandes poetas mexicanos cuyo nombre aparece poco, eclipsado por el del patriarca, publica en Poesía en Movimiento I (SEP 1985):
ATRÁS DE LA MEMORIA
De hinojos en el vientre de mi madre yo no hacía otra cosa que rezar, Por la grieta de su boca perfumada alguna vez el resplandor externo sorprendí; No estaba yo al corriente de la realidad pero cuando ella sonreía un mediterráneo fuego se posaba en el quebradizo travesaño de mis huesos.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.