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Es triste ver que hoy se producen pocos videos indígenas: Guillermo Monteforte

OAXACA, OAX., octubre 30.- Entre los años 1994 y 2000, a través del gubernamental programa Centros de Video Indígena (CVI) del entonces Instituto Nacional Indigenista (INI), pobladores de comunidades de Oaxaca realizaron cien producciones, revela Juan José García, zapoteca de la Sierra Norte; hoy, “tristemente hay pocas, aunque muy interesantes”, agrega Guillermo Monteforte, director de Ojo de Agua Comunicación.

En el marco de la muestra “Región 0/ Cartografía de una experiencia audiovisual”, la cual se desarrolla desde el pasado 22 de octubre y hasta el jueves 31 del mismo mes en Librespacio La Jícara (Porfirio Díaz 1105, Centro; informes en el facebook de ese espacio cultural), ambos ponentes, más Bruno Varela, organizador del encuentro, exponen las razones de ese proceso.

Con el movimiento zapatista que inició en 1994, dice Juan José García —promotor del video en Guelatao, miembro fundador de Ojo de Agua—, productor del corto “Tequio”, mismo que relata esta tradición en el pueblo de Santiago Zoochila de la Sierra Norte, “se visualizó la vida de los pueblos y se generó avidez para explicar a cada comunidad”.

La fuerte disminución que hubo entre los años 2000 y 2013 “tiene que ver, en época de crisis económica, con el mucho trabajo y tiempo que se requieren para hacer video: han faltado recursos y no se encuentra dónde conseguir fondos”.

Bruno Varela relaciona la caída en la producción de videos por parte de los pobladores de las comunidades con “el cambio total de procedimientos que ocurrió con Internet y que, de alguna manera, tornó innecesario a ese tipo de grabación, pero también con los nuevos hábitos, las formas de consumo y la preponderancia de la colección de materiales: y los que nos dedicamos a la realización audiovisual no avanzamos en esa línea”.

El proceso se vincula con todo lo que implica conformar equipos de trabajo y de producción para realizar un documental de video del tipo de esos tiempos, señala Guillermo Monteforte. Al final, queda el hecho de que fueron, son, esos cien videos cortos y documentales, “piezas articuladas político-poéticas muy íntimas”, como afirma Bruno Varela.

Pidiendo vida

“Ellos no saben, porque no vienen a ver cómo vivimos”. Las palabras del tepehuano Felipe que resuenan en el documental “Pidiendo vida” (1993), de Guillermo Monteforte, que se exhibió en la apertura de la muestra Región 0, se refieren a los políticos que no aparecían o aparecen nunca por los lugares olvidados del país.

El documental “Pidiendo vida”, filmado en la comunidad tepehuana de San Pedro Xícoras, Mezquital, Durango, “es una pieza fundamental en la historia del video en México”, desde la perspectiva de Bruno Varela.

Constituye un material hecho fuera de los clichés de la lucha política y social. Más bien, aclara Guillermo Monteforte, ésa y otras del tipo eran producciones que expresaban demandas de carencias sociales, de derechos a la salud, por ejemplo.

Audiovisualmente, “Pidiendo vida” narra de una forma magistral el ritual de “El Costumbre” de los tepehuanos previo a la Semana Santa, en un tiempo en que éstos nunca habían visto un coche, una cámara o la televisión y no tenían camino en forma, aunque llegaba la Coca Cola a lomo de burro; en medio de un ambiente de enfermedades como la tuberculosis, pobreza y una marginación que no era fácil de explicar ni de entender, expone Monteforte.

Aunque nunca volvió, sigue Monteforte, sabe que ahí hoy ya hay camino y que el narco está muy duro. De acuerdo con Bruno Varela, Guillermo Monteforte y Juan José García, en su etapa de los CVI la del video fue un conjunto de historias que cuenta con muchas aristas.

Pero básicamente constituyeron formas de expresión, de petición, de experimentación de zapotecas, mixtecos o mixes, por ejemplo; fueron instrumentos que permitieron manifestar y fortalecer la presencia de sus comunidades.

“Se describía la vida de las personas, era una cuestión de expresión”, y 20 años después, al “video indígena lo veo como etiquetado”, indica Monteforte. Los tiempos cambian, empero. Bruno Varela plantea la muestra Región 0 como un proyecto piloto que espera crezca.

De hecho, es la primera vez que se realiza una exposición audiovisual del tipo en Oaxaca. Sólo que su dimensión ahora es distinta, pues se plantea como un vínculo con galerías y espacios afines, a la vez que busca una vinculación con las perspectivas antropológica y etnológica actuales.

Su valor ahí está: el registro del tequio de la comunidad de Santiago Zoochila porque pensaban sus pobladores sería el último, da cuenta de ello, ya que efectivamente así fue.

 

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