Periodismo libre y comprometido

Search
Search
O A X A C A Clima de Hoy
Jaquelina Rodríguez

Mi navidad en las montañas

Luciérnaga vespertina

En diciembre de 2019 apareció en China un virus mortal al que le tomó dos meses dispersarse por el resto del mundo. Desde febrero del año 2020 gran parte de la población mundial estuvimos en confinamiento, sin salir de casa más que para lo estrictamente necesario; otros por necesidad estuvieron durante lo más duro de esta pandemia fuera de casa trabajando y otros no creyendo en la existencia del virus lo dispersaron entre amigos, familia y desconocidos.

Hoy, después de la aparición inexplicable del Covid, por fin, mi esposo y yo hemos decidido salir de la ciudad y tomar unas vacaciones en el campo. Así fue como la mañana del 19 de diciembre pasado nos dirigimos al estado de Michoacán a pasar “mi navidad en las montañas”. 

El recorrido por la autopista México-Morelia es rápido. Cruzas el Estado de México pasando por Toluca y Atlacomulco. La línea que separa los estados de México y Michoacán la circundan montañas y poblados lejanos que parecen decirte “respeta mi esencia y mi historia, no hagas de mí un pueblo mágico que vive para el turismo; ayúdame a preservar mis raíces”.

Después de dos horas y media de viaje hemos llegado a Contepec, en el estado de Michoacán, y el rigor del viaje nos indica que debemos parar en el mercado a surtir la despensa con agua, carne, tortillas, frutas, verduras, legumbres, quesos y algunos malvones, buganvilias y árboles frutales, pero antes almorzar en el mercado en el conocido negocio de la familia Chimal y comer dos o tres tacos de cabeza de res horneada.

Tras esta breve pero sustanciosa pausa continuamos la ruta por las legendarias calles empedradas del pueblo; perdón, antes empedradas, hoy sorpresivamente esté empedrado va desapareciendo velozmente tras un nuevo pavimiento que debe terminarse antes del 31 de diciembre del año 2021 (cuestiones presupuestales supongo). Después de un par de vueltas entre las intricadas calles sin dirección vial (lo mismo van a un sentido que a otro), retomamos el camino que nos lleva a Santa María los ángeles, donde curiosamente el camino transitable (pavimentado) termina en la pequeña capilla.

“Conocí entonces, como usted supondrá, lo que verdaderamente valían las órdenes religiosas en México; comprendí, con dolor, que habían acabado ya los bellos tiempos en que el convento era el plantel de heroicos misioneros que, a riesgo de su vida, se lanzaban a regiones remotas a llevar con la palabra cristiana la luz de la civilización…” (Altamirano)

Qué ironía, la religión que trajo la civilidad a nuestras tierras, ¿realmente ha trabajo en ello?  Después, hemos de seguir por los sinuosos y angostos caminos de tierra y cauces que las pasadas lluvias han deja, y qué decir de los eternos ornatos en la tierra y el campo como son los desechos de todo tipo: envases de plástico, celofanes y restos de papel higiénico con evidencias de excremento humano, sí porque aquí muchos pobladores aún defecan al aire libre.

En este pequeño y aún hermoso rincón del mundo, la educación y cultura de la salud aún no ha llegado, cuál ha sido el trabajo de los centros de salud que les permitan a estos habitantes contar con su seguridad social obligada por nuestros derechos ciudadanos. En estas divagaciones iniciaron nuestras vacaciones al pie de la montaña, cuando finalmente llegamos a la última morada del caserío en Santa María los Ángeles, ahí frente al llamado “Cerro de Altamirano”.

No fue coincidencia que entre mi equipaje de viaje guardara un gran libro ad hoc a la fecha y circunstancias, “La Navidad en las montañas” de Ignacio Manuel Altamirano. Este libro lo guardo desde mis lejanos años de estudiante. Es una edición de Porrúa en su famosísima colección “Sepan cuantos”, texto a dos columnas y maravillosamente cosido. ¡Un tesoro!

La Navidad en las montañas se publicó por primera vez en 1871 y qué mejor que recordarlo en esta navidad de 2021, 150 años después de que Altamirano narrara las circunstancias sociales y políticas de un país en proceso de construcción e intento de transformación. Hemos de decir que el 24 de diciembre, así como el 25 son fechas religiosas de una fe cristiana que llegó a nuestro país cuando los representantes del pueblo, y especialmente la corona española, sometieron y redujeron a cenizas la naturaleza de los pueblos originarios de América.

Para quienes desconocen este relato, no creerán que la historia que se narra gira sorprendentemente en torno a un diálogo entre ideas y postulados políticos, sociales y educativos que fueron el sello intelectual de Ignacio Manuel Altamirano. Un capitán proscripto mexicano y un sacerdote español que velan juntos la nochebuena en un poblado de la sierra mexicana. Tal vez desde un ideal romántico de la época aparece el cura como el salvador y educador del pueblo.

Escribo este texto frente a la montaña de Altamirano desde el portal de una casa antigua y contemplando un paisaje que evoca el pasado colonial novohispano. Una tierra de mestizos pobres, abandonada por clérigos y regidores. Un mundo donde falta el orden sin economía sostenible y gana la ignorancia y el rencor.

La Reforma, me decía yo, debe comenzar también por aquí, y los hombres pensadores que la proclaman y defienden no deben descansar hasta no aplicarla a un objeto tan interesante, porque creer que las teorías se desarrollarán solas en un pueblo que tiene costumbres inveteradas, es no conocer el espíritu humano y no comprender la historia. (Altamirano)

La transformación del siglo XXI auspiciada por el actual presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, no es aplicada ni comprendida en muchos de los estados de nuestro país, uno de ellos Michoacán. El lema “primero los pobres” no aplica para muchos de los gobernantes estatales y municipales actuales de México quienes desvirtúan los ideales de un mejor país educado, libre y autónomo.

Gracias literatura por tus enseñanzas.

Jaquelina Rodríguez Ibarra

Estudié literatura porque en los libros he aprendido a vivir. Por las mañanas dedico el tiempo impartiendo clases de literatura en la Prepa Vizcaínas y editando la revista Jardín de Letras que cada verano presenta los textos escritos por los jóvenes que gustan de las letras. Por las tardes edito la publicación digital Terciopelo Negro; también leo, escribo y sueño.

Colaboradora desde el 6 de agosto de 2021.

Las opiniones expresadas por los columnistas en sus artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y pueden no representar la postura o línea editorial de PressLibre. Sin embargo, como medio periodístico respetamos su derecho a la libertad de expresión.

enero 2022
L M X J V S D
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31  
Scroll al inicio