Diario Ejecutivo
Rubén Aguilar Valenzuela fue un personaje interesante de la política mexicana en los primeros años de este siglo.
Quienes tienen ya más de 20 años de estar interesados en la política, seguramente lo recuerdan. Los más jóvenes definitivamente no y si acaso saben algo de él es de “oídas” o “leídas”
Él sustituyó a Alfonso Durazo (sí ese que hoy es gobernador de Sonora y uno de los políticos más cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador y que en aquel entonces tenía serias diferencias con Martha Sahagún) como coordinador de Comunicación Social de Vicente Fox y vocero de la Presidencia de la República.
Su paso por ese cargo pudo haber pasado inadvertido, como el de los cinco (¿o fueron seis?) directores de comunicación social de Fox, quien algunos consideraron como la esperanza del cambio, por ser el primer presidente proveniente de un partido diferente al Revolucionario Institucional en más de ocho décadas.
Desde luego la primera directora o coordinadora (pues el nombre cambió por lo menos en cuatro ocasiones en ese sexenio) fue nada menos que Marta Sahagún, quien dejó el puesto para convertirse en “primera dama” del país.
Pues resulta que de repente llegó (ahí si para quedarse, como decía aquel slogan de la radiodifusora seis veinte) Rubén Aguilar para ser vocero y coordinador de comunicación social de la presidencia de la República.
Lo que lo hizo famoso y parte de la historia política mexicana contemporánea fue una frase: “lo que el presidente quiso decir”, la cual tenía que repetir con frecuencia (a diario, pues) para después de ella tratar de traducir a lo que se refería Fox en un tema específico.
Tras esa frase explicaba lo que el presidente supuestamente había querido decir y con ello le evitaba al guanajuatense caer en enfrentamientos con grupos del poder y podía aparecer como un mandatario políticamente correcto, en un cambio que nunca llegó y en el que la comunicación era clave precisamente para que nada cambiara con ese cambio.
La frase “lo que el presidente quiso decir” se hizo cotidiana y lo mismo los cartonistas lo caricaturizaban que los columnistas lo criticaban o lo alababan y los reporteros lo reporteaban.
La idea del entonces presidente Fox era tener una comunicación que llegara a la sociedad y por eso necesitaba un traductor como Rubén Aguilar. Sí lo logró porque entonces, por sociedad, se entendían los medios, los políticos, los empresarios y los intelectuales. No tuvo éxito si el término sociedad se ampliaba a los hombres y mujeres que viajaban en metro o que no les alcanzaba la quincena para satisfacer sus necesidades familiares.
De hecho su frase “Lo que el presidente quiso decir” sigue vigente en una columna que escribe Rubén Aguilar para varios medios, entre ellos Animal Político y que se titula “lo que quiso decir”.
Pero el hecho concreto es que hoy hay cientos (quizá miles) de émulos de este personaje (que seguramente está orgulloso de haber participado como alto funcionario en el que sería el gobierno del cambio, aunque no fue tal), quienes intentan traducir no solo lo que dice el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino lo que hace y hasta lo que supuestamente piensa.
En las redes sociales pululan y se reproducen como víboras prietas y tepocatas.
Desde luego que sí hay diferencia entre el Rubén Aguilar original y sus imitadores piratas.
Rubén Aguilar fue un jesuita militante, participó en la guerrilla de El Salvador y cuenta con un doctorado en Ciencias Sociales.
La mayoría de sus émulos o imitadores seguramente carecen de experiencia en participación activa en la política, y (por su forma de escribir y hasta de pensar) muy probablemente no terminaron la educación básica, aunque sí es probable que haya algunos con licenciatura o estudios de posgrado.
Otra divergencia:
Rubén Aguilar tenía una empatía total con el presidente Vicente Fox, por lo que sus aclaraciones eran pertinentes e intentaban mantener la imagen de un presidente “políticamente correcto”, de acuerdo con los cánones neoliberales.
Los émulos o caricaturas de este personaje no tienen la menor empatía con el presidente López Obrador. Por el contrario le muestran una total antipatía. Sin embargo se creen capaces de traducir lo que dice, hace o piensa el actual mandatario. Por eso para quienes están cercanos a la IV Transformación, lo que hacen al querer interpretar las acciones de este movimiento, es caer en el más absoluto ridículo.
Una discrepancia más:
Rubén Aguilar cobraba abiertamente por desempeñar su papel de traductor del presidente y repetir cotidianamente la frase “lo que el presidente quiso decir…” para tratar de mejorar la imagen del inquilino de Los Pinos.
Los imitadores contemporáneos de Rubén Aguilar no cobran por interpretar lo que supuestamente piensa el presidente López Obrador. Y cuando lo hacen prefieren no decirlo (como un amigo que, con pena, me confesó que sí cobraba -y no poco- por hacer algo que supuestamente es de motu propio). Es decir que gratis o cobrando interpretan al presidente para tratar de denigrar la imagen del actual inquilino de Palacio Nacional.
Más:
Rubén Aguilar sabía de lo que estaba hablando y generalmente se enteraba, de primera mano, de la urdimbre política que se tejía desde Los Pinos.
Sus imitadores (o sus caricaturas) en las redes sociales no tienen la menor idea de lo que están hablando y no hacen esfuerzo alguno por enterarse de lo que realmente piensa o hace el presidente, pero sí hacen caso de lo que les dicen los que dijeron que alguien dijo.
Otra diferencia:
Rubén Aguilar no interpretaba al presidente para difundir noticias falsas (en ese momento no existía ni siquiera el grupo Verificado)
Los émulos sí interpretan al presidente para difundir noticias falsas.
Ejemplos de lo que hacen los imitadores de Aguilar Valenzuela hay muchos.
Un ejemplo: el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una iniciativa de reforma política que prevé: 1.-Eliminar 200 diputaciones y 32 senadurías. 2.-Modificar al INE para que también organice consultas. 3.-Limitar el presupuesto a los partidos. 4.-Reducir a siete el número de consejeros del INE (hoy son 11). 5.-Eliminar los organismos electorales locales. 6.- Cambiar la fórmula para elegir diputados. 7.-Reducir el número de diputados locales. 8.-Reducir el costo de las elecciones en México.
Pero para los émulos de Rubén Aguilar, “lo que el presidente quiso decir (o hacer)” es: una reforma política para 1.- Convertirse en dictador. 2.- Tener el control total para reelegirse . 3.- Dejar todo listo para que su hijo Ramón herede la presidencia. 4.- Eliminar al INE para convertirnos en Cuba o Venezuela. 5.- Desaparecer la democracia para convertirnos e un país comunista. 6.- Seguir matando niños con cáncer. 7.-Comer niños en salsa verde o en chile pasilla. 8.-Quedarse con el litio como propiedad particular.
En síntesis, Rubén Aguilar entendía de que estaba hablando cuando sentenciaba “lo que el presidente quiso decir”. Sus imitadores piratas de hoy en día, cual marionetas, no entienden que no entienden.
Dice el filósofo del metro: El original fue interesante, los imitadores dan risa.
Roberto Fuentes Vivar
Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.
Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.