OAXACA, OAX., enero 15.— La “gran exposición” que se le debía aquí a Gerardo Nigenda (DF, 1967-2010), “el fotógrafo ciego más importante de México” que vivió en Oaxaca casi la mitad de su vida, será inaugurada este jueves 16 de enero, a las 19:00 horas, en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) —M. Bravo 116, Centro—, donde permanecerá hasta el 28 de febrero.
La muestra, intitulada “Gerardo Nigenda/Umbrales/Retrospectiva”, curada por Joanne Trujillo Argüelles, es la “más completa” de él montada hasta ahora: consta de 140 piezas —una selección de su archivo de alrededor de mil imágenes, entre negativos y fotografías digitales— y recorre poco más de diez años de trayectoria del artista, quien perdió la vista a los 25 años.
Esto es, explica Joanne Trujillo, “cómo se desplazó en su exploración con la fotografía y la imagen, desde su primer rollo —en color, por cierto— hasta su proyecto inconcluso de mujeres de Juchitán y la modificación de los textos que elaboraba; y cómo su proceso creativo se fue volviendo más complejo, pasando de describir lo que había en una foto que él no podía ver, a metáforas de su vivencia” al capturar una toma.
Por eso, el material seleccionado comprende piezas de las cuatro series que él produjo, más una parte adicional que Joanne decidió incluir, aunque no haya sido revisada por Nigenda, con el fin de ofrecer un panorama más amplio de su obra y forma de crear.
Incluso, “ahora vamos a poder ver imágenes de Gerardo Nigenda en color”, toda vez que se le conoce, principalmente, por su quehacer en blanco y negro.
Joanne Trujillo estudió en la Universidad Intercontinental —ciencias de la comunicación— y en la Escuela Activa de Fotografía. Entre 2006 y 2009 trabajó con Pedro Meyer ayudándole a coordinar la exposición “Herejías” en diversos museos del país: ahí comenzó su interés por la gestión cultural en el rubro.
En la actualidad, trabaja en 17, Instituto de Estudios Críticos, que dirige Benjamín Mayer, y colabora con el Centro de la Imagen del Conaculta.
Ella conoció y acompañó a Gerardo Nigenda en varios talleres, además de ayudarlo a gestionar y montar exposiciones y coordinar proyectos.
Familia y amigos de Nigenda tenían “un interés especial porque no se había hecho una gran exposición” de él aquí, donde se inició en la fotografía, dirigió la Biblioteca para Ciegos del IAGO, impartió talleres para ciegos y no ciegos y rehabilitó a personas con la discapacidad en el DIF local.
El proyecto se le encomendó a Jeanne Trujillo. Con ella es la entrevista.
Primero, un breve contexto. Del 2008 para acá mucha gente se ha interesado en enseñar fotografía para ciegos, aspecto sobre el cual Jeanne Trujillo tiene sus reservas, pues cree que hay que “acercarse a aquélla por interés personal y no porque a alguien se le ocurrió pensar que aquéllos pueden hacer foto”.
Por ejemplo, al respecto, ahí está la Asociación “Ojos que Sienten” y, en Querétaro, Artesano Buró Cultural.
Y entre 2010 y 2012, se exhibió en México —incluyendo Oaxaca— la exposición “La mirada invisible”, una colectiva internacional con la obra de fotógrafos ciegos.
—Fue superada ya la discusión de si los ciegos podían hacer fotografía o no, ahora estamos en otro estadio, ¿es así?
—Tienes razón. Benjamín Mayer fue pionero en la introducción del tema de la fotografía de ciegos hace diez o 15 años. En ese momento era difícil el rubro porque dominaba aquella posición muy ocular de la foto, esa de que no podías hacer fotografía, si no veías.
“Para mí, hoy la importancia de la fotografía de ciegos consiste en que obliga, detona una reflexión en el sentido de pensar a aquélla, la fotografía, más allá de lo visible.
“En particular, en la obra de Gerardo intento recuperar la idea de que la imagen no sucede necesariamente en el ojo —aunque la fotografía sí—, sino en otro lugar, en la imaginación, en la relación imagen palabra a la que apelaba Gerardo Nigenda”.
—De ser discutible, la fotografía de ciegos está conviertiéndose en una gran aportación…
—Obliga al fotógrafo a pensar desde otro lugar, desde la posibilidad de la imagen y no sólo de la fotografía.
“El reto de Gerardo Nigenda fue hacerle entender a los no ciegos cómo un ciego podía hacer fotografía y no reducirse al mero aspecto operativo de la cámara. Hay una distinción entre la experiencia ocular y lo que a uno como artista le interesa, y eso Gerardo lo entendió y logró aplicarlo”.
—Para él, ¿la fotografía se volvió una forma de volver a mirar?
—Exactamente.
Y más. Porque, coincide con el reportero Jeanne Trujillo, la fotografía no es cuestión de tecnología o de aprendizaje en una escuela, sino, principalmente, de bagaje cultural y de la confluencia de sentidos: de sensibilidad, pues.
“De sensibilidad no necesariamente corporal, sino de contar con una lectura, una experiencia del mundo que te rodea para poder compartirla a través de, por ejemplo, una novela o una fotografía”.