Periodistas Unidos
El 23 de junio de este año, el supuesto abogado Jesús Hernández Alcocer -en realidad un coyote que litigaba por medio de algunos corruptos licenciados- asesinó a tiros, en un restaurante de alcurnia, a su pareja sentimental, la actriz y cantante: Yrma Lydya.
El tipejo no alcanzó a escapar, cayó a prisión donde se le trató de maravilla, se especuló que saldría libre gracias a sus influencias y murió en chirona por su vejez y alcoholismo.
Los juzgados, atestados al máximo, continúan siendo, salvo excepciones contadísimas, lugares en que no priva el derecho, sino la ley mercantil o el favoritismo para muchos.
En otra parte del sistema judicial, hay que ir simplemente a un reclusorio de la CdMx para darse cuenta de la diferencia de clases. En una sección hay carpas para los poderosos, donde salen a hablar por celular, y en otra están los famosos “vampiros”, a quienes amarran en las rejas para que puedan dormir.
Un mal que viene de muy lejos, como me contaba mi hermano: Hugo Tulio, en cuya época el hampón, Bernabé Jurado, se hizo famoso.
O los malestares y pérdida de tiempo que viví en mis demandas civiles por escribir contra poderosos (Mario Marín, los Hermanos Bribiesca, et al), los cuales pude resolver favorablemente gracias a la sapiencia y auxilio de mi entrañable maestro: el Gran Mariano Albor.
Que el Fiscal de Morelos, Uriel Carmona Gándara, impuesto por Graco Ramírez -quien saqueó dicho estado junto con su parentela-, haya dicho que la joven Ariadna Fernández López Díaz, había muerto por intoxicación alcohólica, en lugar de investigar que fue asesinada en una fiesta organizada por Rautel y su cómplice Vannesa, es parte de esa forma siniestra en donde “poderoso caballero es don dinero”.
Afortunadamente, las autoridades de la CdMx, investigaron que en la pachanga ocurrida en Campeche 175, Alcaldía Cuauhtémoc, días antes que el cuerpo apareciera en Morelos, estaba violentado y había huellas de sangre de la víctima.
Después, una investigación de Georgina Zarega, reportera del diario El País, pudo rescatar algunos WhatsApp, donde hablaban de “Un caso tremendo”: Rautel y Vannesa.
También se publicó un video del feminicida cargando a la hoy occisa.
Por lo tanto, lo asegurado por Uriel Carmona Gándara es una más de las rayas al tigre acerca de que las muchachas fallecen por sus “atrevimientos, errores o desenfreno”.
Elisa Alanís (Milenio, 8 de noviembre), afortunadamente, publica una lista muy sintética pero harto representativa de las manipulaciones u omisiones de los supuestos encargados de la justicia en contra de las mujeres.
Uriel Carmona, señala Julio Hernández López (La Jornada, 8 de noviembre) que hasta el ausente gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, había dicho: el Fiscal impuesto por Graco sabía quién había asesinado a Samir Flores (Febrero de 2018), el valeroso defensor de la naturaleza.
Este último asunto es un grave pendiente del estado mexicano, país en donde entre desaparecidos, feminicidios, asesinatos a cuidadores del ambiente y periodistas estamos en los primeros lugares, algo para dar pena.
Bien que Ernestina Godoy y Claudia Sheinbaum hayan realizado un trabajo notorio para enjuiciar a quien intentaba ocultarse.
Andrés Manuel dijo que el caso de Ariadna Fernández López lo atraiga la FGR. ¿Será ágil en este asunto el señor Gertz Manero o esperaremos hasta el próximo sexenio?
Destituir a Uriel Carmona es básico. Hurgar en los casos que tiene pendientes, también.
Pero la justicia en México no es ni pronta, ni expedita, ni eficaz.
Jorge Meléndez Preciado
Periodista de hueso colorado y Director de Periodistas Unidos. Estudió Economía en la UNAM y realizó estudios en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú (1969-70). Militó en el Partido Comunista Mexicano (1972-81) y fue diputado federal suplente de Gilberto Rincón Gallardo en 1977. Cuando desapareció el PCM decidió ya no militar en otros partidos. En 1975 impulsó la Unión de Periodistas Democráticos (UPD).
Colaborador desde el 29 de junio de 2021.
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