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La prensa y la era digital; los periodistas, en un punto de inflexión

LONDRES (apro).- El periodismo atraviesa por uno de los períodos más turbulentos de su historia. Estos cambios han forzado al sector de los medios a repensar sus prácticas y principios. Los periodistas se encuentran en un punto de inflexión.

En su nuevo libro Out of Print: Newspapers, Journalism and the Business of News in the Digital Age (Fuera de publicación: Periódicos, periodismo y el negocio de las noticias en la era digital, Kogan Page, 265 páginas), el veterano profesor de periodismo George Brock, académico de la City University de Londres, y experiodista y corresponsal del The Observer y The Times, se adentra en las dificultades que atraviesa el periodismo actual, desde el avance del Internet y la era digital, pasando por la falta de auspiciantes, nuevos intereses de lectores, la llegada del blog y las redes sociales, haciendo una radiografía ácida sobre los desafíos actuales y las soluciones posibles.

“El Internet no es simplemente un nuevo sistema de publicación, que permite la distribución más rápida y amplia de material ensamblado y editado como ha ocurrido siempre. Los cambios que llegaron con la tecnología digital son transformadores y no adaptados: requieren que el periodismo sea repensado”, destaca el experimentado periodista británico, que es además miembro del comité ejecutivo del International Press Institute y del World Editors Forum.

“En diferentes sociedades estos cambios funcionarán de formas y velocidades diferentes, pero la dirección general es clara: viejos hábitos de pensamiento y comportamiento deben ser recreados para nuevas condiciones”, agrega.

En su libro, que recibió amplios elogios en la prensa británica e internacional, Brock sostiene que los cambios que atraviesa el periodismo “deben ser temas de preocupación urgente para las sociedades democráticas”, ya que según el autor “es justamente la integridad, independencia y poder de distribución del periodismo esencial para la formación ciudadana”.

El profesor de periodismo sostiene que por demasiado tiempo los ejecutivos de compañías de medios, como también los propios periodistas, prefirieron “mantenerse a oscuras” sobre los aspectos comerciales y de negocios del sector de la prensa, “un problema que ha perpetuado y exacerbado la crisis que atraviesa el sector”.

De acuerdo con el libro de investigación, el futuro del periodismo “dependerá de la combinación de organizaciones existentes que logren adaptarse y de nuevos medios que puedan suplir mejor la demanda de noticias”.

“El éxito o el fracaso quedará determinado por la cantidad y calidad de este tipo de experimentos que funcionen. El periodismo ha crecido y se hizo útil a la sociedad gracias a ese aspecto de experimentación”, subraya.

Brock dio datos específicos sobre la situación en Gran Bretaña, donde cerca de 5 millones de lectores británicos de entre 15 y 34 años dejaron de leer el periódico diariamente entre 1990 y 2002. Para 2010, jóvenes de entre 16 y 24 años sólo pasaban un 4% de su tiempo para conocer las noticias del día leyendo un diario en versión papel. En Suecia, Brock destaca que el número de lectores de entre 15 y 29 años de periódicos en papel declinó masivamente en 2000, con un sector de los medios convencionales que se encuentra actualmente en crisis.

En el Reino Unido, la circulación anual de periódicos diarios en 1985 rondaba los 1 mil millones de ejemplares, mientras que para 2015 está proyectado que caiga a menos de 300 millones. En el caso de la circulación para magazines británicos, fue de 1 mil 600 millones de ejemplares anuales en 1985, y se espera caerá a unos 800 millones para el próximo año.

Con respecto a Estados Unidos, la circulación de los 25 principales periódicos en versión papel retrocedió un 41.6% entre 2005 y 2013.

Según Brock, que cita un informe de la OCDE de 2012, el mercado global de noticias en versión papel se aletargó en gran medida desde 2004, incluso años antes del comienzo de la crisis financiera internacional. El mayor impacto fue notado en países como Dinamarca, Francia, Estados Unidos, Holanda y el Reino Unido, aunque también en Canadá, Finlandia, España e Italia. En 2011, los periódicos en versión papel en Estados Unidos captaban sólo 7% del tiempo que los norteamericanos pasan leyendo noticias, aunque ese sector acapara 25% de la publicidad. De todos modos, esa brecha se está acortando, explica el investigador.

De 2007 a 2012 la circulación de periódicos creció en Asia en un 16%, mientras que en Europa Occidental y en América del Norte cayó un 17%. La circulación de diarios ha crecido también en India, Brasil y China, principalmente debido al mayor poder adquisitivo de esas poblaciones.

En el caso de Gran Bretaña, Brock cita los casos de los periódicos Financial Times o The Guardian que ante la merma en su circulación en papel han optado por invertir millones de libras esterlinas en su sector digital. En 2009 los ingresos para Financial Times fueron 36,3% y de 16.9% para el Guardian. En 2012, este último diario casi triplicó las ganancias al obtener 40 millones de libras (unos 65.2 millones de dólares).

El avance del sector digital en las noticias implicó que en Estados Unidos los suscriptores online del The New York Times subieran de 100 mil a 324 mil de marzo a septiembre de 2011.

En su texto, Brock traza además una línea histórica del periodismo de Europa, desde sus comienzos en el siglo XV con el advenimiento del libro impreso y la letra de imprenta, pasando por los panfletos políticos y de opinión del siglo XVIII en Inglaterra, Francia y Alemania, y los primeros periódicos ingleses como el Mercurius Britanicus o las contribuciones periodísticas de Daniel Defoe. Para 1750, describe cómo Londres ya contaba con cinco periódicos diarios, seis publicados tres veces por semana y cinco semanales.

Hacia 1801, cuando Londres registraba 13 periódicos diarios y 10 tres veces por semana, la venta de periódicos anuales superaba los 16 millones.

“El surgimiento en la actividad periodística trajo consigo una nueva figura, la del editor”, cuenta Brock, y con él, publicaciones de prestigio como The Spectator o The Times, que aún siguen publicándose en la actualidad.

De acuerdo con el profesor británico, el siguiente desafío de la prensa fue el ingreso a los mercados masivos y a las publicaciones a escala industrial que llegaron en el siglo XIX. Ello trajo consigo divergencias que hoy día siguen vigentes en el sector de los medios: la tensión que existe entre los aspectos comerciales y objetivos editoriales de un periódico. Por ejemplo, el tabloide The Sun, fundado en 1833 por el empresario inglés Benjamin Day, tenía como objetivo “presentar todas las noticias del día, y al mismo tiempo ser un medio ventajoso para los auspiciantes”. A partir de noticias escandalosas y hasta mentirosas (como fue reportar falsamente que un astrónomo había hallado vida en Marte), el tabloide logró aumentar su tiraje a 20 mil ejemplares por día, cuando el resto de los periódicos llegaban sólo a 4 mil 500.

Según Brock, la expansión de las audiencias para los periódicos en Inglaterra comenzó en el siglo XIX cuando los objetivos educativos y morales -otrora en manos de la Iglesia o el Estado– fueron más fáciles de propagarse a través del capital y la maquinaria, algo que hizo que el sector de las noticias fuera más rentable, permitiendo innovación y mayor experimentación.

La BBC, creada el 18 de octubre de 1922, sirve como ejemplo para el autor para detallar de qué forma el Estado británico logró crear una estructura de distribución de información, que complementara las noticias provistas por los diarios y revistas de la época.

El libro argumenta además que con la llegada de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher, en 1979, arribó al país un nuevo tipo de periodismo: el de oligopolios y concentración de empresas de medios creados por magnates como el australiano Rupert Murdoch. “La fuerza de cambio más significativa a largo plazo en los medios de finales del siglo XX fue el constante debilitamiento de medios de prensa establecidos, tanto en papel como de transmisión por radio o televisión. La erosión constante de lectores regulares de diarios implicó que cayeran las ventas por publicidad en los años 80, volviéndose más volátil, vulnerable y menos confiable”, subraya.

Para el profesor inglés, el hecho de que los medios de prensa no incorporaran rápidamente los beneficios del Internet a mediados de los años 90, fue un paradigma del “miedo al cambio”, que según él persiste en muchas compañías periodísticas del mundo. “Ahora que el Internet es utilizado ampliamente en todo el mundo, es fácil asumir erróneamente que los cambios han terminado”, subraya el autor.

Lejos de ello, sostiene que han traído y siguen trayendo desafíos como la escala y cantidad de información; la descentralización y distribución de noticias; la interactividad que llevó a que la información quedara más expuesta a desafíos y cambios; y la habilidad de elegir cómo y dónde leer las noticias.

Brock también da cuenta del gran poder de los buscadores de Internet como Google y Yahoo, que sirven para que los usuarios puedan acceder en sólo instantes a información buscada y clasificada de acuerdo a diversas prioridades que facilitan la lectura de los datos.

“Ahora podemos retener menos información en la cabeza porque ésta puede ser encontrada muy fácilmente. El Internet ha transformado al lector en un editor de información, como también en un productor de sus propias noticias”, dice.

En su investigación, que analiza además a fondo las consecuencias del escándalo en Gran Bretaña por las escuchas telefónicas ilegales del ahora cerrado dominical News of the World y la consecuente pesquisa del juez Brian Leveson, el cual llevó a una fuerte pérdida de confianza del lector hacia los medios de prensa escritos y sus contenidos, Brock destaca que entre las soluciones para la supervivencia de la prensa “sigue siendo su poder de adaptación”. Adaptación para atraer a auspiciantes a partir de modelos de negocios diversos, incluido el cobro por contenido online o subscripciones por artículo, la posibilidad de regalar la versión papel para atraer un mayor número de publicidades, la filantropía de millonarios, o las ayudas estatales.

En Out of Print, el autor propone también algunas alternativas para una nueva plataforma periodística a futuro: que cuente con una promesa clara y distinta de valores; que esté conformada por una organización interna magra que sólo se expanda con cautela; que logre fuentes diversas de ingresos y que consiga identificar su audiencia específica, proveyendo de colaboradores especializados en satisfacer los intereses de esos lectores.

A pesar de mostrarse pesimista acerca del futuro de la prensa escrita, Brock sostiene que aún hay muchos lectores que prefieren acceder a noticias a través del formato en papel y que no se sienten atraídos por la oferta de información periodística a partir del Internet. “Las revistas y los libros siguen siendo formas efectivas de distribuir información que los lectores valoran”, sostiene Brock y añade que los periódicos “suelen ser reacios a desaparecer”.

“Puede que reduzcan personal y que achiquen contenidos, pero seguirán allí. Los periódicos en papel serán menos importantes en el sistema de producción de noticias de muchos países, pero es improbable que desaparezcan por completo”, establece.

“El ADN de la prensa en papel alterará con el tiempo, pero a un ritmo lento y de evolución. Las editoriales deben adaptar sus estrategias al temperamento de las audiencias que buscan atraer, porque ahora los números de lectores pueden variar muy rápidamente”, continúa el experto.

Con respecto a las perspectivas que presenta el periodismo en Internet, indica que debido a que el periodismo de investigación requiere de tiempo, dinero y recursos, el reporteo online “aún no ha llegado a la par de la prensa en papel o por televisión, que sigue siendo un espacio más favorable para ello”.

Además, destaca que el interés por el video y los dispositivos telefónicos “son dos de las mayores tendencias que los estrategas de negocios deben considerar a la hora de adaptarse para la segunda década del siglo XXI”. “A medida que las comunicaciones digitales se vuelvan las formas más veloces y simples de distribuir información, las convenciones de la prensa del siglo XX perderán importancia. En un mundo donde cada vez más usuarios pueden acceder a cada vez más información, el enfoque pasará a las fuentes de la información, cuán confiables o sospechosas sean”.

El libro concluye que la renovación del periodismo tiene muchos precedentes en la historia, y que la era de los medios masivos “dejará una marca en la era venidera de medios sociales y dispersos”.

“El periodismo no puede sobrevivir sin adaptarse de nuevo. Los determinantes del éxito o el fracaso son la calidad y cantidad de los experimentos. La historia reciente del periodismo ha demostrado que las instituciones existentes han sido lentas y cautas a la hora de experimentar radicalmente dentro de sus organizaciones. Esos experimentos no han sido numerosos o lo suficientemente buenos. Las redacciones cuentan con una experiencia preciada si los periodistas logran darse cuenta de cómo el valor de lo que hacen puede ser adaptado y remodelado”.

En entrevista en su casa en Londres, Brock amplía sus conceptos sobre la investigación y las conclusiones de su libro.

–¿Cómo surgió la idea de escribir esta obra?, se le pregunta.

El catedrático responde:

“He dirigido una escuela de periodismo en la City University de Londres desde hace cinco años. Y especialmente cuando comencé, participé de gran cantidad de debates y charlas en las que muchos se mostraban increíblemente pesimistas sobre el futuro del periodismo. Me sorprendió que hubiera mucha actividad de base en el periodismo, que se buscara hallar soluciones a los problemas que la gente decía tener.

“En segundo lugar, me di cuenta que en las charlas se ignoraba mucho el aspecto histórico del periodismo, porque la historia demuestra que el periodismo suele llenar vacíos y que avanza a partir del ensayo, el error, y de la experimentación. Y luego de leer documentación académica sobre el tema me di cuenta que había muy poca gente que estaba presentando este tipo de argumentos. Así que pensé, como nadie más está escribiendo sobre el tema, mejor que lo escriba yo”.

–Usted menciona mucho en su libro el concepto de “adaptación”, no sólo en la historia del periodismo, sino como factor de prioridad para la supervivencia del periodismo a futuro. ¿Sigue creyendo aún que la única forma que tiene el periodismo de sobrevivir es adaptándose a los nuevos desafíos tecnológicos y digitales, y cuánto más rápido mejor?

–Seamos cuidadosos a la hora de usar la palabra “adaptarse”. Porque el periodismo, hasta cierto punto, es un producto de lo que llamaría el “sentido de misión” o “pasión”, que no sólo existe en función de las audiencias. La gente no elige el periodismo para maximizar sus ganancias, o el número de lectores o de televidentes. Es una tensión. El periodismo depende de esa tensión de querer maximizar el número de personas que reciben tu mensaje y la necesidad de que ese mensaje llegue de alguna forma u otra a su destino. En términos de adaptarse a los avances tecnológicos y los desafíos que esto acarreará, sí, creo que hay que adaptarse.

Prosigue:

“Esto ocurre porque estamos atravesando uno de esos momentos de cambio, que -como digo en mi libro- no van a destruir u obliterar al sector periodístico. Pero el periodismo en papel sí se va a convertir en un medio menos importante para que la gente descubra la noticia. Ciertamente tendrán que adaptarse a esa nueva realidad. Y en ese sentido, los periódicos han sido muy lentos en darse cuenta de la importancia y la amplitud del cambio ante los cuales deben adaptarse”.

–Usted menciona en su libro que hay lectores que siguen prefiriendo leer las noticias a través del periódico escrito o de la revista, pero también afirma que este sector del periodismo se verá reducido hasta en un 45% para los próximos diez años ¿Cuál cree entonces que serán las características de la nueva plataforma periodística en el futuro?

–Lamento darle una respuesta decepcionante, pero no creo que haya una solución única para todos los problemas que enfrenta el sector. A finales del siglo XX, contábamos con un sistema de periodismo relativamente simple. Contábamos con el dinero de auspiciantes, que pagaban principalmente por televisión terrestre y la prensa en papel. La situación era relativamente estable, con ingresos estables. Previamente a eso, el sistema era mucho más anárquico, desorganizado e improvisado. Estoy convencido de que el sistema al que volveremos es al que llamo ‘de normalidad periodística”, en el que no habrá un patrón de soluciones fijas para cada uno de los problemas.

Habrá distintos tipos de ingresos para distintos tipos de medios de noticias, la forma en que estas noticias circulen —a través de medios digitales en su mayoría–, y habrá distintos patrones en los que los negocios ganan su dinero. Pero el aspecto clave no es tanto el modelo de negocios dentro de una empresa periodística –que de todos modos es importante para que un medio de prensa pueda operar–, sino el enfoque periodístico de cada medio, qué tipo de periodismo están haciendo. En otras palabras, muchas organizaciones periodísticas, en particular las de gran envergadura, operan porque existen, porque están ahí. Pero muchas han perdido el rumbo acerca de qué es lo que sus clientes o lectores consideran válido. El experimento realmente más interesante es el que han iniciado aquellos medios que logran buscar un contacto directo con el público…preguntándose qué pueden darle al potencial lector, televidente o usuario que éstos últimos valorarán. Las noticias que ningún otro medio podrá darles. Y una vez que los medios comienzan a hacerse ese tipo de preguntas, es que llegan las soluciones interesantes”.

–Usted menciona en varias partes de su libro que se siente pesimista acerca de las posibilidades de que sobreviva cierto sector de la prensa en papel, pero no así del periodismo en general. ¿Por qué llega a esa conclusión? ¿No cree que el fin de la prensa en papel podría llevar a una modificación por completo de la definición del periodismo como lo entendemos en la actualidad?

–Creo que están cambiando las formas del periodismo. Cierto tipo de periodismo va a desaparecer, especialmente aquellos medios que publican notas de entre 600 y mil palabras explicando sucesos que ocurrieron el día previo, y que buscan ser leídos en la mañana del día siguiente. Habrá muchos menos medios de ese tipo, porque no hay dudas que el mercado, que la demanda para ese tipo de periodismo es muy inferior que en los últimos tiempos, principalmente debido al avance del Internet y la era digital. Pero hay otros tipos de periodismo que siguen vigentes. Sigue habiendo lectores que prefieren notas explicativas de larga extensión, que tal vez las lean en tablets en lugar de la versión en papel, pero siguen necesitando de ese tipo de noticias. Esto se debe a que las palabras logran explicar acontecimientos de formas que ni el sonido ni las imágenes pueden hacerlo.

El problema, como siempre pasa, es más bien uno de negocios y cómo financiarlos. Resumiendo, el periodismo está cambiando de forma, su práctica está siendo alterada. Pero no creo que su propósito y valores hayan cambiado. Lo que llamamos periodismo de noticias es una invención de finales del siglo XIX. Existe desde hace unos 120 o 130 años. Pero antes de eso, el periodismo consistía casi por completo en artículos de opinión pura. La noción de que el periodismo es reportar la noticia es algo moderno, en el pasado los periódicos se creaban con otros objetivos en mente, principalmente para insultar a los opositores políticos. Ciertamente era lo que ocurría en el periodismo británico”.

–En “Out of Print” usted argumenta ampliamente que el caso del sitio Wikileaks de Julian Assange, que puede funcionar a nivel masivo porque cuenta con medios de prensa internacionales que “traducen” y “mastican” la información dura, es un ejemplo de por qué el periodismo debe seguir existiendo. Como un mecanismo para desmenuzar información que de otro modo sería ilegible para el lector. ¿Cree que esto es paradigmático del nuevo periodismo del futuro, como mediador entre ambos actores?

–Eso es precisamente lo que quiero decir en mi libro. Es un ejemplo de aquellos periodistas que se enfocan de forma muy rigurosa en su tarea, aplicando todo el valor del periodismo de investigación. Mediar información muy compleja y densa, de manera que los lectores puedan considerarla útil, accesible y digerible, es uno de los servicios que el periodismo puede dar. Considero que involuntariamente, según me parece, Assange y el resto del equipo que estaba originalmente detrás de Wikileaks, demuestran sin dudas uno de los valores del periodismo, y una de las razones por las que creo que el periodismo seguirá existiendo”.

–Gran Bretaña cuenta con un servicio público de noticias que es la BBC, que emplea a más de 23 mil periodistas y técnicos, y que es considerado por muchos en el mundo como un baluarte en materia de estándares, recursos y calidad de periodismo. ¿Cree que esta estructura de periodismo podría ser una de las soluciones como modelo para los desafíos del sector en el siglo XXII?

–La revolución digital ha presentado de alguna manera ciertos riesgos para la BBC. Pero en términos generales ha sido bueno para la BBC, porque la emisora logró ser exitosa a la hora de convencer a la gente acerca de que su valor y costo para el erario británico depende de que pueda protegerse de los desafíos moviéndose a nuevas áreas, y de forma muy potente, como ha sido el caso del periodismo digital. Ello ha ayudado a que la BBC pueda continuar con su misión, que es actuar como “estándar de oro” para cierto tipo de periodismo. Creo que somos muy afortunados en Gran Bretaña porque contamos con un sistema que favorece los “estándares de oro” imparciales, el estilo de reporteo que tiene la BBC, junto a la tradición de una prensa en papel, que es más agresiva y más investigadora, y que balancea y complementa lo que hace la BBC”.

–Volviendo al tema de los riesgos para el periodismo en la era digital… ¿Qué cree sucederá si el periodismo no logra adaptarse rápidamente a los desafíos futuros?

–Creo que es bastante improbable que el periodismo deje de existir. Soy optimista al respecto. Pero será una verdadera lástima si ante la situación actual, terminamos con un periodismo que sea menos confiable, menos leal, más fragmentado, más inseguro financieramente, y en general más desorganizado e improvisado. Sería una pena, pero teniendo en cuenta la tradición de la que venimos, y teniendo en cuenta lo inventivo que son los nuevos periodistas que surgen en la actualidad, considero que las posibilidades para que algo así ocurra serían mínimas”.

 

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