Utopía
La ciudadanía de todos los colores y sabores ya puede dormir tranquila porque la senadora con licencia Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz quien por su proceder se cree indispensable, regresa a Reforma e Insurgentes. Ahora para trabajar en una iniciativa de ley para reformar el Poder Judicial, influenciado hasta la desmesura por los poderes fácticos, el crimen organizado y el de cuello blanco.
La semana anterior Gálvez Ruiz informó a sus representados que retornaba al Senado porque quiere presentar una iniciativa de ley para que el presidente de México sea amonestado cuando intervenga en los procesos electorales. El titular del Ejecutivo federal que más cínicamente lo hizo, en tiempos de la llamada transición a la democracia, fue su jefe institucional durante el “gobierno del cambio” (2000-2006), y hasta hace un par de meses su principal promotor en redes sociales, pero con tan mal tino que por sus arrebatos misóginos y antisemitas la dirigencia panista terminó por colocarle un zíper en la boca. El pésimo uso de la sintaxis y la ortografía lo agradece.
La senadora que reapareció en el recinto legislativo el miércoles 19, juró que trabajará en una propuesta de reforma al Poder Judicial, de cara a los foros en la materia que empezarán la próxima semana. Advirtió que es necesario reflexionar sobre la propuesta de elegir por voto popular a magistrados, jueces y ministros, dado que el país se “encuentra en manos” del crimen organizado. “Si quien va a poner a los jueces en Sinaloa, en Sonora, es la delincuencia organizada, estamos en un grave problema”, juicios que empatan puntualmente con los formulados un día antes por la muy desacreditada Administración para el Control de Drogas, mejor conocida como DEA por sus siglas en inglés, instrumento de la geopolítica imperialista de la Casa Blanca, el Pentágono (complejo militar industrial) y el Departamento de Estado.
La senadora “independiente”, aunque tan cercana al PAN que forman una suerte de amasiato, comunicó el día 4 a la mesa directiva su reincorporación a los trabajos legislativos e insiste en la propuesta que presentó durante la gris y sumamente errática campaña que realizó, que los próximos ministros de la Suprema Corte salgan de “un proceso de participación ciudadana”, pero con universidades y barras de abogados que propongan gente con un perfil técnico y académico, y de ahí se elija, ya que si cualquiera pueda ser juez, magistrado o ministro, pues “ya vimos lo que pasó con Lenia Batres”. Es decir, que a la señora X le vale tres cacahuates la opinión aplastantemente mayoritaria que arrojaron tres encuestas para que los ministros, que hoy responden básicamente a intereses plutocráticos, sean electos por la ciudadanía, al igual que los magistrados y jueces. Tal y como se hace en 40 estados de la Unión Americana y Bolivia, así como durante la mexicana república restaurada.
Por lo visto Gálvez Ruiz es de lento aprendizaje y no tan democrática como se presentó durante la campaña y por lo que, según ella, recibió un regaños a gritos de Marko Cortés debido a que le llamó por teléfono a Sheinbaum Pardo para felicitarla por su apabullante triunfo de más de dos a uno: 35.9 millones de votos frente a los 16.5 millones de X, pero sin consultar al cuarteto de hombres que literalmente la mandaban, aunque juraba: “A mí no me manda ningún hombre”. Cierto, era cuatro o más.
Tan sencillo que es informar que regresa al Senado por el jugoso sueldo de 500 mil pesos mensuales y el millonario bono sexenal de retiro. El culto al dinero como siempre, pero está en su derecho.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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