Utopía
En la autodenominada democracia más grande y poderosa del mundo, los billetes verdes fluyeron de manera directa e indirecta, en cantidades millonarias por parte de los amos y amas (igualdad de género) que los poseen e invirtieron el súper martes 5, en uno de los negocios más rentables en el país de las barras y las estrellas.
La rentabilidad no es una conjetura ideológica del redactor, sino conclusión de una entidad fuera de toda sospecha antimperialista, como es el caso del expresidente Jimmy Carter, fundador del Centro Carter, quien sostuvo durante una entrevista con la BBC en 2016 lo siguiente: “Con los ricos financiando las campañas, cuando los candidatos llegan a sus puestos hacen lo que los ricos quieren, y eso es dejar que los ricos se vuelvan más y más ricos y dejar fuera a la clase media”.
Lo anterior se practica a la luz del día e incluso se ostenta hasta la desmesura como lo hizo el plutócrata más acaudalado del orbe, Elon Musk, quien aportó más de 130 millones a la campaña del multimillonario y vencedor indiscutible Donald Trump, sin contar que puso la red X a su servicio e incluso practicó la cada vez más habitual censura a los cibernautas.
Mientras que Michael Bloomberg contribuyó con 50 millones a la campaña de Kamala Harris; en total 150 familias multimillonarias invirtieron en el negocio de la política dizque democrática 1.9 mil millones en apoyo a candidatos presidenciales y legislativos, con el 72% de los recursos fluyendo a los republicanos, de acuerdo al informe dado a conocer por Americans for Tax Fairness. Hasta ahora, en todas las elecciones, desde las federales hasta las locales, se han gastado nada más 10.5 mil millones en publicidad de campaña –más de 200 mil millones de pesos mexicanos–, de acuerdo con el reporte de National Public Radio. Casi todos los datos fueron recabados por los corresponsales David Brooks y Jim Cason, de La Jornada.
Cuando se menciona la rentabilidad de los recursos invertidos por el plutócrata número uno del mundo y también de los pares y dispares del magnate, los días subsecuentes a la aplastante victoria del súper martes por Donald Trump –que no previeron las grandes y mitómanas encuestadoras o era parte del show “democrático”–, son harto ilustrativos.
Veamos. El miércoles 6 por la mañana, los inversores ya estaban apostando a que la victoria de Trump también sería una victoria para la principal participación pública de Musk, Tesla (TSLA), lo que hizo que las acciones de su fabricante de vehículos eléctricos subieran 13% en la apertura del mercado. Eso elevó el valor de los 411 millones de acciones de Tesla que Musk posee en su totalidad en más de 13 mil millones de dólares, lo que equivale a una rentabilidad superior al 11 mil % sobre los 119 millones de dólares que donó a Donald John Trump.
Los dineros de la plutocracia estadunidense y sus consorcios trasnacionales fluyen de manera directa o indirecta a las campañas presidenciales y legislativas, pues en correspondencia con un fallo de la Corte Suprema en 2010 se anularon los límites, porque los jueces conservadores decidieron que el dinero de éstos al proceso electoral está protegido porque es una forma de “libertad de expresión”. En efecto, la libre expresión del gran capital.
Fallo que a juicio del expresidente Jimmy Carter, que el 1 de octubre cumplió un siglo de vida, permitió “el soborno legalizado” en la política. Y el veterano político sabe de qué habla porque dedicó décadas a la transparencia y monitoreo de elecciones en el mundo.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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