OAXACA, OAX., agosto 7.- Entre sollozos, el padre abrazaba y miraba el cuerpo inerte de su hijo, tendido sobre la cama, e informaba al reportero:
“Al ver el cuerpo de mi hijo colgado sentí que me taladraban el corazón; no podía aguantar tan grande dolor, pero Dios me dio fuerzas para ayudarlo, corté el mecate que tenía atado al cuello y lo bajé…”.
Impotente, el hombre une sus manos en señal de oración, eleva su mirada al techo de la casa cubierta con polines de madera y lámina de fierro, vuelve a sollozar y sigue:
“Le preguntaba por qué hiciste esto hijo; no sé qué problema o decepción lo llevó tomar esta determinación; que Dios me lo tenga en su santa gloria…”.
A las 07:45 horas de este jueves, al notar que su hijo José Luis Aquino Santiago, de apenas 23 años de edad, no se levantaba para ir a trabajar a la Policía Auxiliar, Bancaria, Industrial y Comercial (PABIC), don Lauro Hernán Aquino Pacheco le gritó una vez.
Al no escuchar respuesta volvió a llamarlo con fuerza, pero nada. Por eso se encaminó hacia la puerta de su cuarto y cuando entró vio a su hijo atado del cuello con un mecate y colgado de una viga del techo.
José Luis Aquino Santiago se levantaba todos los días antes de las 07:00 de la mañana para arreglarse e ir a trabajar a la PABIC.
La que fue su casa se localiza en la Primera Privada de California número 273 de la Colonia Los Ángeles, en la Ciudad de Oaxaca.
Rápido corrió el padre a la cocina a traer un cuchillo para cortar el mecate y bajarlo. Luego informó a gritos a familiares y amigos, quienes solicitaron el auxilio de la Cruz Roja.
Los paramédicos que llegaron al lugar trataron de reanimar al joven suicida, pero sus signos vitales no respondieron. Ya estaba muerto.
Luego acudieron elementos de las corporaciones policiacas, estatal y municipal, para tomar fotografías y pedir más información a los familiares.
Después de una hora hizo su arribo el Agente del Ministerio Público, acompañado de peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), quienes realizaron las diligencias correspondientes, ordenaran el levantamiento del cadáver y su traslado al Anfiteatro de la ciudad para la necropsia de ley.
Don Lauro Hernán dijo desconocer las causas que habrían ha orillado a su hijo a tomar la determinación de quitarse la vida. Sólo refirió que “era un hombre tranquilo, soltero, trabajaba de policía auxiliar y llegaba a la casa, pero nunca me dijo si tenía algún problema”.