OAXACA, OAX., noviembre 24.‒ El ejército de Estados Unidos no detiene, ni revisa automóviles, ni patrulla las calles por el narco: “jamás se verá” eso ahí, afirma Diego Osorno ante decenas de maestros de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Aunque su gobierno tampoco habla nunca de los cárteles de California o Chicago, por ejemplo, porque “administra y tolera” el problema, agrega el periodista.
En México la situación es distinta, pues por lo menos existe la “sospecha” de que “grupos militares de poder se benefician” con la guerra contra el narco y “la crisis político-social” que se desbordó con lo sucedido en Ayotzinapa, Guerrero, según el autor de “Oaxaca sitiada”/ “La primera insurrección del siglo XXI” (Mondadori-Grijalbo), libro que el próximo año reeditara la editorial Almadía.
Como quien dice, la política de guerra contra el narco que hace décadas inició el gobierno estadunidense de Richard Nixon, que luego se aplicó en países como Colombia y ahora México y que se recrudeció durante el sexenio del presidente panista Felipe Calderón Hinojosa (FCH), implica que una cosa es “la democracia que se aplica EU mismo” ‒parafraseando al clásico de Alexis de Tocqueville‒ y otra la que induce allende sus fronteras.
La Unión Americana “ha diseñado la guerra contra el narco conforme a sus intereses”.
En México, en todo caso, lo que el Premio Nacional de Periodismo 2014 en la categoría de crónica denomina la “necropolítica” sirve para que ciertos grupos de poder accedan a mayores presupuestos y, por lo mismo, tengan más influencia.
En general, esta fue una de las principales “hipótesis” que aquél expuso en la mesa “Programa de lectura y redacción crítica para trabajadores de la educación”, efectuada aquí el sábado último; otra, consistió en su pronunciamiento de que quizá es momento de convocar a una “Asamblea constituyente” para refundar a la sociedad.
Idea que causalmente coincidió con la propuesta lanzada ese mismo sábado por el perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano sobre “la redacción de una nueva Constitución que dé respuestas a las diferentes crisis que enfrenta el país”, de acuerdo con el periódico digital “Sin Embargo”.
La presentación de Diego Osorno, organizada por la Sección 22 y la editorial Almadía que encabeza Guillermo Quijas, fue para difundir su más reciente libro, “Contra Estados Unidos” / “Crónicas desamparadas”, publicada en este 2014 por el mencionado sello, el recuento periodístico con un estilo literario de la Caravana por la Paz que, junto con decenas de personas a los que les han desaparecido hijas, hijos e incluso su familia entera, el poeta Javier Sicilia realizó durante 30 días por diversas rutas de EU.
Pero al final del día, igual que ha ocurrido con los escritores Juan Villoro y Paco Ignacio Taibo II en sus recientes visitas a Oaxaca, Diego Osorno terminó “actuando políticamente”, diría el autor de “Pancho Villa: una biografía narrativa”, o por lo menos exponiendo sus hipótesis políticas sobre la situación mexicana de los últimos años.
En la conferencia, maestros de la Sección 22 y Diego Osorno intercambiaron reconocimientos mutuos; aquéllos le dijeron que era el periodista que más sabía de lo que ha sucedido en Oaxaca en los últimos tiempos, y éste les expresó que los respetaba mucho y que constituían prácticamente el único movimiento que se había opuesto a las reformas del presidente Enrique Peña Nieto.
El también autor de “La guerra de los Zetas” / “Viaje por la frontera de la necropolítica”, sostuvo que los movimientos de San Salvador Atenco, el del Magisterio y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) de 2006-2007, el de gremios como el de los mineros e incluso el plantón de Andrés Manuel López Obrador en avenida Reforma, “desenmascararon a México como un país que no ha consolidado su democracia”.
Así, para “contener y ocultar la crisis-político social” generada, el gobierno de FCH “convocó al Ejército y lanzó su guerra contra el narco”.
Luego, el Movimiento por la Paz iniciado por el poeta Javier Sicilia a causa del lamentable asesinato de su hijo, “por fin visibilizó los miles de crímenes” efectuados, amén de que mostró que ellos no sólo eran de narcos sino también de miles de personas inocentes.
“La narrativa de guerra de FCH se vino abajo y se empezó a repensar al país”.
En 2012, “quedó claro que México no había entrado a la democracia, que eso era una ficción, ya que no sólo regresó el PRI, sino quizá su grupo más autoritario, el de Atlacomulco”.
Y lo ocurrido el pasado 26 de septiembre en Ayotzinapa, Iguala, Guerrero, “evidenció la larga crisis de derechos humanos que comenzó en Oaxaca en 2006”.