OAXACA, OAX., noviembre 28.‒”Nación TV/ La novela de Televisa” (Grijalbo, 2013), de Fabrizio Mejía Madrid (Distrito Federal, 1968), se lee con la avidez que luego le generan a uno las novelas negras.

Quizás, de hecho, porque es la verdadera novela negra ‒y sórdida‒ de los últimos tiempos en México.

Aunque se trate, como advierte el autor, de una novela en que los “personajes y acontecimientos pertenecen al territorio de la ficción”, donde “cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad”.

Así, al recorrer sus 203 páginas, uno se imagina la historia de ese monopolio como la de una de sus telenovelas más oscuras: colmada de ruindad, abyección, banalidad, traición, mentira, ilegalidad y un fantasioso final feliz.

Para quien todavía sea fan de los “noticieros” de Televisa, su Teletón, las versiones de sus escándalos de sexo y droga o su programa “el Chavo”, por mencionar algunos cuantos ejemplos, nada como desengañarse con el texto de Mejía Madrid, quien asistió a la 34 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) 2014 para hablar de ésa y también su más reciente publicación, “Arde la calle” (Suma, 2014).

Con una narrativa literaria apoyada en tips y datos de periodistas renombrados y fuentes hemerográficas y bibliográficas, el cronista urde y desenmascara la trama de la televisión que Pablo Latapí Sarre (qepd), el estudioso de la educación en el país, consideró como la “culpable de la minoría de edad intelectual de los mexicanos”.

En “Nación TV”, el autor desmenuza el cómo, durante el sexenio del Luis Echeverría Álvarez, se le habría dado el control de los “noticieros Televisa” al presidente de la República en turno.

Presenta al Teletón como lo que en verdad sería: un espectáculo planeado para que ya no se pida el milagro yendo al Cerro del Tepeyac, sino invocando al edificio de Chapultepec 18.

Da indicios con pelos y señales de lo que estaría atrás de los casos de la relación Ivonne-de-Nogales y Raúl Velasco y de Sergio Andrade y Gloria Trevi; de Víctor Iturbe “El Pirulí” y Paco Stanley, y de Luisito Rey, Luis Miguel y la madre de éste.

Muestra la otra versión de Roberto Gómez Bolaños ‒quien falleció este 28 de noviembre a los 85 años de edad‒, “sobrino de Gustavo Díaz Ordaz”, el de los lemas publicitarios vueltos supuestos chistes, el “Chespirito” o “el chavo” ‒esa tan lucrativa estrategia del adulto vestido de niño‒ que gozoso visitaba y presentaba su show de y para “jodidos” durante las dictaduras militares y las presidencias autoritarias de Augusto Pinochet, en Chile ; Rafael Videla, en Argentina, y Julio César Turbay, en Colombia.