LIBROS DE AYER Y HOY.- Ahora resulta que el procurador Jesús Murillo Karam rescata el anquilosado concepto de que la historia la escriben los vencedores.
Ya consideró “histórico” su dictamen de que los 43 normalistas de Ayotzinapa están muertos. Es histórico sólo lo que la secuencia oficial considera como tal.
Con ese criterio, pronto nos enteraremos de que, “históricamente”, Gustavo Díaz Ordaz era un humanista cuando arremetió contra los estudiantes en Tlatelolco –lo que el gobierno está anunciando para Guerrero–, y Carlos Salinas de Gortari una blanca paloma mientras desvalijaba al país.
Et al. Para el llamado fiscal de la nación no importan las opiniones ajenas al poder: académicos, líderes políticos, periodistas que han estado en el lugar de los hechos y han rastreado situaciones no contempladas por la PGR, opiniones de los padres de familia, otros familiares y lugareños que conocen el terreno, dudas de los peritos argentinos sobre el único resto comprobado, declaraciones que indican nuevas pistas, la lógica que puede acompañar a cualquier ser pensante elemental sobre la pertinencia de un incendio en zonas ahora forestadas, la falta de vislumbre de ese incendio, de olor a quemado, etcétera, etcétera.
El titular de la PGR no subraya el hecho de que si los estudiantes corrieron la suerte que él dice, se trataría de un crimen premeditado con más de 100 personas involucradas y multitud de elementos necesarios – bolsas de plástico, líquido inflamable, lugar seleccionado, otros etcétera–, que no pueden tenerse en unas cuantas horas.
Si funciona la inteligencia federal, un gobierno bien informado debería haber conocido ese proyecto. La historia, pues, resulta inverosímil. La maravillosa historia de Peter Schlemihl (Bruguera-libro amigo 1982) tiene también sus bemoles, pero al menos su autor, Adelbert von Chamisso, deja abierta la posibilidad de volver la vista atrás y reencontrarse con su sombra. La sombra del gobierno es la verdad.
De origen francés, Chamisso, poeta, biólogo y trotamundos del siglo XIX, escogió Alemania como su verdadera patria y la historia que lo hizo famoso es una especie de autobiografía, ante los avatares por haber sido apátrida durante su juventud.
El hombre que vendió su sombra, es el sustrato de esta historia, en la que el joven Schlemhil llevado por la codicia –como muchos políticos que se venden– decide vender su sombra a un hombre fantástico que se la compra, la corta con precisión y se la echa en el bolsillo.
A partir de ahí nada es igual, si algunos configuran la sombra metafórica con el honor, la patria y otros valores similares. Todos huyen despavoridos al darse cuenta de que no tiene sombra. Es un hombre rico y poderoso, pero despreciado.
Las teorías filosóficas de vanguardia de la época, consideran a Chamisso un burgués, porque rescata la felicidad y aceptación a partir de lo convencional.
Pero el joven Peter se redime utilizando los conocimientos de Chamisso; viaja por el mundo descubriendo plantas y lugares, para dejar un beneficio a la humanidad que lo despreció.
El también alemán Thomas Mann (Muerte en Venecia), hizo un hermoso prólogo del libro.
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