“La violencia de los cárteles (en México) dejó de ser focalizada y se convirtió en una narcoinsurgencia que busca la desestabilización de las autoridades”, advirtió el Instituto de Estudios sobre Seguridad Estratégica de Estados Unidos (SSI, por sus siglas en inglés).
En un documento enviado al ejército de ese país, el organismo propuso realizar una acción conjunta con las autoridades nacionales, pues de lo contrario México no podrá controlar sólo el problema de la criminalidad.
El estudio tiene como título “Tráfico de drogas, violencia e inestabilidad en México, Colombia y el Caribe: implicaciones para la seguridad de Estados Unidos”.
Ahí se detalla que el crimen organizado desarrolló variantes de ataque que lo vinculan con la narcoinsurgencia, debido a que la violencia que despliegan los cárteles se manifesta en acciones de abierto reto a las instituciones gubernamentales.
No es la primera vez que Estados Unidos lanza una crítica de esta naturaleza. En septiembre pasado la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que en México el narco se estaba convirtiendo en una insurgencia similar a la de Colombia en los años 80.
Sin embargo, horas después el zar antidrogas de ese país, Gil Kerlikowske, y el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, rechazaron las afirmaciones de la funcionaria.
“Los cárteles están mostrando cada vez más señales de insurgencia. De repente empiezan a aparecer coches bomba, que no se conocían antes”, dijo entonces Clinton en una reunión con el Consejo de Relaciones Exteriores.
Buscan desestabilizar
En el documento del SSI —dependiente de la Armada de Estados Unidos— se advierte que los cárteles mexicanos se convirtieron en células que buscan la desestabilización del gobierno, porque las autoridades los han fragmentado o dejaron de cooperar con éstos.
“En la medida en que el gobierno pierde parte de su fuerza sobre los cárteles, al oponer resistencia para cooperar o bien mediante acciones de debilitamiento, la violencia aumenta de manera notable”, se expone.
También se asegura que el problema de la violencia dejó de ser estrictamente de seguridad y ya afecta el ámbito social, debido a que las organizaciones criminales se volvieron atractivas para cierto sector de la población.
Incluso, se advierte que de no aplicarse una acción de fondo (como el control del tráfico de armas a territorio nacional y la disminución de consumo de drogas en aquel país) los apoyos de la Iniciativa Mérida serán insuficientes, pues se gastarán recursos que no tendrán impactos de corto plazo.
“La violencia de los cárteles dejó de ser focalizada y se convirtió en una narcoinsurgencia que busca la desestabilización de las autoridades”, se advierte en el estudio, en el que también se propone una revisión de los marcos legales de los cuerpos policiacos y fomentar una limpieza de las instituciones.
También se advierte que México no podrá controlar el problema de la criminalidad por sí solo y propone al ejército estadunidense una acción conjunta para el combate a los cárteles de droga.
Más aún, el SSI reconoce que el crimen organizado no es un problema exclusivo de México, por lo que plantea una estrategia que involucre a varios países de la zona para lograr una solución en un plazo relativamente corto.
“Las soluciones de largo plazo no pueden plantearse desde un solo país o en un acuerdo bilateral”, se señala.
En el documenta también hay espacio para la autocrítica, pues en alguna parte de acepta el alto nivel de consumo de drogas que presenta Estados Unidos.
En otro estudio reciente elaborado por el Centro para una Nueva Seguridad en Estados Unidos se alertó que el crimen organizado en México logró neutralizar y desestabilizar a las autoridades locales (estados y municipios).
Derivado de ello, la impunidad fortaleció a los cárteles, que han podido conformar un frente en otros países latinoamericanos, indican Bob Killebrew y Jennifer Bernal, autores del texto.