LIBROS DE AYER Y HOY
Algo que siempre ha sorprendido es la ignorancia que tienen –o que dicen tener– los gobernantes, si sucede algo muy grave.
Cuando mataron a Manuel Buendía, uno de los principales columnistas del país en ese entonces, 1984, resulta que el presidente Miguel de la Madrid no sabía que el propio jefe de seguridad planeaba con un grupo de personas su muerte; tampoco sabía Carlos Salinas que su propio hermano organizaba con otro grupo la muerte de José Francisco Ruiz Massieu.
Que poco eficaces y enterados y qué mala inteligencia pagaban. Los casos son miles y uno de los últimos es el de El Chapo Guzmán, si es que es cierto lo del túnel que nos han vendido.
El más reciente, las denuncias que ha hecho Ricardo Monreal sobre la corrupción en la Delegación Cuauhtémoc del D.F.; la presunta ignorancia sobre la misma declarada por Miguel Ángel Mancera, movería a risa si no se tratara de algo tan grave.
Resulta que el señor que gobierna una de las ciudades más grandes del mundo ignora lo que se ha publicado en casi todos los medios y que se comenta en los corrillos políticos desde hace varias semanas.
Y a lo mejor no porque les interese el caso de la corrupción, sino por la tajada que puede dejar Monreal si –precipitadamente como dicen los más conscientes–, decide renunciar.
Monreal ha denunciado los muchos casos de corrupción con los que se ha topado en esa delegación muy disputada por los políticos por el filón que representa, sobre todo por los muchos antros legales e ilegales que funcionan en la misma.
El gobierno del Distrito Federal no ha hecho nada. En la Delegación Tlalpan donde gobernará Claudia Sheinbaum, puede darse algo similar con las denuncias y lo mismo en todas en las que gobernará Morena, que pretende limpiar la corrupción que campea en los últimos tiempos con el perredismo, pero que nunca fue ajena al PRI.
Para ponernos a tono con esa ignorancia supina que alega la autoridad, mencionaremos dos libros Los ignorantes, del escritor francés y dibujante de comics Étienne Davodeau y El ignorante, del poeta suizo Philippe Jacottet, de enfoques diferentes.
El primero es una novela gráfica (La Cúpula 2012), que aborda un tema gastronómico y de vinos, protagonizada por el propio autor y por su amigo Richard Leroy, vitivinicultor, con el que entrecruza conocimientos a lo largo de un año; tiempo, dice humorísticamente Davodeau, en el que se consumieron “muchas botellas de vino”.
Como se puede ver por el conocimiento que ambos tenían, eran ignorantes cada uno en la especialidad del otro, pero a diferencia de los políticos mexicanos, salieron expertos en ambas cosas y lo enseñaron al público en un libro que ha causado impacto entre los conocedores.
El otro (editorial Pre Textos 2007) es un poemario de Jacottet, escrito “a ras de tierra”, como ha dicho en varias ocasiones, por el tono susurrante y débil que le da a sus poemas.
Fue imposible leer esos poemas del gran poeta suizo y mucho menos disfrutar de las gráficas con las que Davodeau recrea las muchas formas de hacer vino.
Ninguno de los dos libros los pude tener a tiempo y me informé por las crónicas que se han escrito al respecto.
Confieso mi ignorancia.