La reforma del IEEPO y la disolución de los acuerdos con la Sección 22 del SNTE para el funcionamiento de esa instancia se presentan en lo inmediato como asuntos de apariencia local, pero tiene fuertes implicaciones políticas en la relación entre el gobierno federal y el magisterio, que amerita revisarse con detenimiento.
Si por una parte, la medida elimina el conjunto de compromisos políticos, administrativos y laborales contraídos entre el gobierno y la 22, puede considerarse en primera instancia como un certero golpe a esa agrupación y como el distanciamiento de ese gremio del gobierno estatal de alternancia.
Más aún si consideramos que el magisterio disidente representado por la CNTE, que integra a la Sección 22, ha jugado un papel importante en los últimos 35 años en varios estados del país, que se ha expresado a través de movilizaciones anuales para plantear reivindicaciones políticas y laborales.
En el caso de Oaxaca, de manera particular en el movimiento social del 2006 y en su incidencia para alcanzar la alternancia gubernamental del 2010, que hizo posible la terminación formal de más de siete décadas de gobiernos priistas en el estado.
Independientemente de las contradicciones internas que puedan señalarse al magisterio disidente, este gremio está jugando un papel importante en la definición no sólo de la reforma educativa, sino del conjunto de reformas estructurales impulsadas por el gobierno federal y se ha erigido como uno de los actores organizados más importantes en levantar la voz ante agravios sociales, como la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
De tal manera que el anuncio del gobernador Gabino Cué el pasado 21 de julio no puede dejar de leerse con su trasfondo: el regreso del PRI a la presidencia desde el año 2012, por lo que no podría descartarse la reorganización de ese partido debido a que una de las voces más fuertes en contra de sus reformas se encuentra en la CNTE.
La nueva postura del Gobernador de la alternancia muestra su inserción dentro de las fuerzas políticas dominantes que favorecen al PRI.
El asunto es complejo, si consideramos que el respaldo al debilitado gobierno estatal proviene del conjunto del aparato estatal priista y sus aliados económicos en contra de los disidentes a sus postulados políticos y económicos, para quienes “la recuperación de la rectoría de la educación por parte del Estado” es solamente una justificación.
Si recordamos un poco, la creación del IEEPO corresponde a la descentralización administrativa de los 90, una estrategia de política pública propia del modelo económico dominante, que va más allá de los confines de Oaxaca y del país.
Respecto al acuerdo político local con la Sección disidente, amerita considerar que en los años 90 el corporativismo político y electoral no desapareció; se hizo diferente, puesto que con el instituto se brindaron concesiones a una de las secciones que exigía la democratización local del sindicato de maestros y cuestionaba las medidas centralizadas y de control corporativo del gobierno federal.
Así, el poder a la disidencia significó un corporativismo adecuado a la descentralización administrativa, que fue capitalizado por los gobernadores Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz; y no solamente ellos, sino el propio gobierno federal, primero del PRI y luego del PAN.
Lo que fue la primera etapa del IEEPO es una síntesis de los intereses y de las intervenciones de todos esos actores y sus estructuras partidarias, que recibieron los beneficios de los intercambios económicos y políticos.
En el momento actual, es un hecho que la disidencia política estorba, pues cuestiona el sentido de la reforma educativa así como el conjunto de las reformas estructurales.
Además, porque la irrupción de movilizaciones opositoras no sólo ha ocurrido en un empobrecido rincón del sureste mexicano, sino que se han llevado al centro político, a la capital del país.
Por esta razón el SNTE no ha sido tocado, porque resulta funcional para los fines del PRI y los grupos de interes económico como Mexicanos Primero.
El corporativismo no termina puesto que constituye la naturaleza y razón de ser del régimen, más bien, se reorganiza, pero ahora con fuerte acompañamiento policiaco para desalentar las protestas y amedrentar a la población.
Mientras tanto, es predecible que con “el nuevo IEEPO” no cambiará el estado de la educación actual, y que los disidentes seguirán en las calles, cargando la descalificación de la opinión pública dominante, el divisionismo del desgaste en las luchas, las intromisiones, cooptaciones y corrupciones de sus dirigentes, así como la debilidad de sus alianzas sociales.
Con todos sus “peros”, el magisterio disidente ha destacado como una de las pocas expresiones organizadas que hacen contrapeso al centralismo y verticalidad del sistema político mexicano.
La historia no es en blanco y negro, tampoco de héroes contra villanos, ni de mártires redentores. La gama de grises, de zonas oscuras o de relieves desfigurados son las grandes pinceladas en las historias de las resistencias.
El asunto de la 22 y el IEEPO no es de carácter local, tiene una dimensión mayor. La historia está lejos de acabar y el momento actual es de puntos suspensivos.
*Investigador del IISUABJO