Ocurre todos los días, se agudiza los domingos; corrupción y solapamiento de autoridades
OAXACA DE JUÁREZ, Oax., agosto 31.- Largos y desesperantes 45 minutos tuvieron que esperar decenas de personas para poder abordar un camión urbano con dirección a la Unidad del ISSSTE, en la capital del estado.
No es la primera vez ni será la última, ocurre todos los días en Oaxaca de Juárez y se agudiza los domingos en perjuicio de usuarios del estrato socioeconómico más vulnerable que no pueden costear el pago de un taxi.
Lo sucedido ayer domingo ya ha ocurrido y nadie dice nada, pero en esta ocasión es necesario hacer señalamientos y hablar principalmente de las autoridades responsables: Vialidad y Transporte, gobiernos estatal y municipal.
En este asunto no escapan ni se salvan aquellos que poseen una concesión para explotar el servicio colectivo del transporte, trátese del servicio urbano o de los autos de alquiler o taxis.
Eran aproximadamente las 10:30 de ayer cuando sobre la calle de García Vigil, frente al mercado comúnmente conocido como el del Carmen Alto, cinco o seis personas esperaban el paso del camión del transporte urbano que cubría la ruta hacia la Unidad del ISSTE, procedente de Xococotlán.
Los minutos transcurrían, algunos de los que esperaban se bajaban de la banqueta a la zona de rodamiento de unidades de motor para observar si se aproximaba algún camión del transporte urbano, pero nada.
Fue hasta las 11.15 cuando apareció uno con dirección a la parte norte de la ciudad capital; después de 45 minutos de espera por fin hubo quien los transportara, el enojo, la desesperación se notaba en el semblante de cada una de esas personas pero al fin había quedado atrás la prolongada espera.
Esto generalmente ocurre todos los días de la semana y se agudiza los domingos, cuando los concesionarios, directivos o los propios conductores de las pesadas unidades, como dicen: de sus pistolas, reducen las corridas y horarios de trabajo afectando directamente a los usuarios.
Son las rutas hacia la colonia Alemán, procedente del IEEPO, y la que con salida en Xoxocotlán, lleva a la Unidad del ISSTE y colonias ubicadas por ese sector de la ciudad, las que más desesperan y derraman la bilis de los usuarios por la larga y prolongada espera para que los puedan levantar y trasladar a sus diferentes destinos.
Esta cuestión lleva tiempo de presentarse y ninguna autoridad responsable atiende el problema, ni el titular de Sevitra ni la asignada en el Ayuntamiento citadino se han dignado intervenir y poner orden donde hay desorden, máxime cuando se llevan como pago por sus inoperantes servicios, jugosas cantidades de dinero a la quincena o al mes, por hacer lo que nunca hacen.
Del transporte urbano hay muchas irregularidades en que incurren desde directivos de las empresas concesionadas, hasta conductores de los destartalados camiones, esto lleva tiempo y repito, ninguna de las autoridades responsables de atender este sector se han preocupado, menos sus superiores, como altos funcionarios del gobierno estatal y del Ayuntamiento citadino, en exigirles trabajo y cumplimiento a sus obligaciones y responsabilidades.
En estas condiciones jamás se podrá esperar que el servicio mejore para beneficio de quienes tienen la necesidad y se ven obligados por su condición económica, a requerir del uso de estos camiones.
Esto continuará hasta que arriben al poder personas responsables de cumplir con su principal compromiso de servir al pueblo, exigir trabajo a sus subalternos, y procurar mejores servicios para la gente humilde y necesitada.
Se necesitan funcionarios “no corruptos” que se olviden de entrar en componendas y enjuagues con directivos de las empresas concesionadas a prestar el servicio de transporte urbano en la capital y municipios conurbados.
Hay mucho de qué hablar acerca de este problema y cuando estamos a pocos meses del relevo gubernamental se espera que se obligue a prestadores del servicio del transporte urbano a cumplir con lo que especifica la concesión otorgada para empezar; de otra manera no procede ninguna alza a la tarifa establecida de seis pesos por persona.