Los oaxaqueños estamos siendo testigos como el PRI-gobierno ante su evidente desesperación frente a lo que la ciudadanía anticipa como su eminente derrota, así como ante la falta de propuestas creíbles y claras, aunado a un candidato de baja penetración, viene recurriendo a lo que en el argot político se le conoce como una guerra sucia.
¿Pero qué es una guerra sucia? Según el diccionario, es la utilización por parte del Estado de métodos ilegítimos para inducir al miedo en una población civil determinada para alcanzar sus objetivos sociales, políticos o militares; o fomentar comportamientos que de otra forma no se producirían.
Con el término “guerra sucia” se designa internacionalmente el modo habitual que caracteriza a un régimen que recurre a la violencia indiscriminada, a las persecuciones, a la represión ilegal, a la tortura sistematizada, a la desaparición forzada de personas, a la manipulación de la información y al terrorismo de estado con el objetivo de generar miedo e incertidumbre entre la población. Hasta aquí la definición.
Indiscutiblemente que lo básico para iniciar cualquier guerra es el recurso financiero abundante, y ese solamente lo tiene el estado; de ahí que se afirme que ésta es desplegada por un régimen cuyo único propósito es generar confusión y miedo entre la ciudadanía, la que ante una oferta distinta e innovadora, ve el cambio como algo viable y necesario; razón por la que el régimen prevaleciente considera en riesgo real su permanencia en el poder, por lo que no le importa destinar los recursos monetarios generalmente provenientes de la recaudación de impuestos para revertir tal tendencia, muy a pesar de la percepción ciudadana de un derroche de recursos injustificable.
Entre mayores sean sus temores fundados de una derrota, mayores serán los elementos para apuntalar esa guerra sucia y más el dinero utilizado para tal fin.
En Oaxaca la guerra sucia tiene abiertos varios frentes; consecuencia como ya lo hemos sostenido de que la información que posee el estado y su partido a través de encuestas internas solicitadas por ellos mismos, les muestran una tendencia desfavorable a sus intereses, razón por la que en las últimas semanas han tenido que “arreciar” los ataques contra su principal adversario, sin importarles cuidar las formas en lo más mínimo.
En su desesperación por tratar de frenar el crecimiento del candidato de la oposición, han incurrido en errores elementales que sólo exhiben su nerviosismo y su falta de propuestas. Vayamos a los ejemplos.
Una de las estrategias más frecuentes del PRI-Gobierno es recurrir a la mentira a través de manipular situaciones que para nada son verídicas; con lo que además de mentirosos quedan como paranoicos o fuera de la realidad.
Tal es el caso que le están dando al manejo de la candidatura plurinominal de Flavio Sosa Villavicencio, postulado por el Partido del Trabajo, a quien de una manera burda lo han estigmatizado como sinónimo de violencia, pero sin aportar prueba alguna verídica de ello. Incluso se les olvida, que a pesar de tener a la procuración de justicia como una de las principales armas de persuasión y persecución contra la oposición; el líder social fue absuelto en todos y en cada uno de los expedientes penales que se le abrieron.
Que conste, no estoy defendiendo a Sosa Villavicencio, pues siempre he sostenido que cada persona es responsable de sus propios actos. Es más, en estricto sentido jurídico, la Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló como culpable de la violencia suscitada al gobierno de Ulises Ruíz, por lo que si habrá de señalarse a un responsable de la violencia que aconteció y sigue aconteciendo en Oaxaca es al gobernador Ruiz Ortiz y a nadie más.
Si verdaderamente su preocupación es porque Sosa Villavicencio llegue al Congreso estatal, pues bastaría con que dijeran que no voten por el partido que lo postuló y se acabó su miedo, ¡pero no!; su blanco es minar la fortaleza del candidato de la Coalición (que no alianza; alianza la de ellos) “Unidos por la paz y el progreso” (CUPP), Gabino Cué Monteagudo, quien encabeza las preferencias electorales en la mayoría de los estudios de opinión realizados por las más prestigiadas empresas encuestadoras.
Incluso, en su afán por apostarle a la guerra sucia que han iniciado, no han reparado en violar con toda desfachatez el Código de Instituciones, Partidos y Procedimientos Electorales para el Estado de Oaxaca, ya que como les consta a miles de oaxaqueños, han hecho uso de un porte postal pagado que se les otorga a los instituto políticos para el envío de su propaganda política; pero siempre cubriendo una serie de requisitos que evidentemente el PRI-Gobierno –con ayuda de la administración local de correos– no cumplió.
Me refiero al panfleto que se están repartiendo en los domicilios oaxaqueños, sin remitente y sin destinatario, en donde se califica a Gabino Cué como un peligro para Oaxaca, cuando en realidad no aceptan que es un peligro para el PRI y para los corruptos que sienten que el agua les está llegando al cuello.
Pero adicional, los jovencitos que por 80 pesos al día, lo mismo son capaces de vestirse de hawaianas, que cargar botargas de pésima calidad o de ondear las banderas que les proporcionan, están entregando un folleto en donde se utilizan los emblemas de los partidos que integran la CUPP así como la imagen del candidato Gabino Cué, para que apegados a esa guerra sucia a la que hacemos alusión, se le atribuyan situaciones en las que nunca participó.
Tan sencillo como aclararlo y discutirlo en un debate, donde se puedan hacer todos los señalamientos con fundamentos y con bases, así como responder a los mismos.
Dice el refrán que el que nada debe, nada teme. Así que sin duda el debate entre los 4 candidatos a la gobernación será lo ideal para aclarar muchas cosas, además de que servirá de antídoto a ésta guerra sucia sin precedentes, en la que incluso comerciantes que han recibido créditos a la palabra, han tenido que salir a respaldar lo que a todas luces es patrocinado por el estado… ¿y el árbitro electoral?… Bien, gracias.
Ni con su guerra sucia podrán detener el cambio que los oaxaqueños demandamos.
(*) Presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Convergencia.