El 4 de julio del año 2010 quedará grabado en las páginas de la historia del Oaxaca moderno como el gran referente de un antes y un después en su construcción democrática. Y es que el domingo pasado la ciudadanía decidió salir a sufragar libremente, despojándose del temor que en diversas ocasiones impidió un cambio de fondo en la forma de ejercer el gobierno.
Se rompieron con viejas ataduras que lejos de beneficiar a la población, había terminando por lastimarlos. El hartazgo ciudadano se impuso contundentemente sobre la sola pretensión de continuar haciendo más de lo mismo.
La responsabilidad y el compromiso que asumieron los partidos de oposición para escuchar las voces que pedían ir en un sólo frente y del lado de la sociedad, contribuyó en recuperar parte de confianza perdida hacia los institutos políticos.
La candidatura de una persona honesta, comprometida con las demandas sociales más evidentes y recurrentes, con un gran conocimiento sobre la problemática estatal y particularmente con una vocación de servicio probada, como lo es Gabino Cué, vino a generar una expectativa de que el cambio sí era posible en Oaxaca; por eso es que sostengo que el pasado 4 de julio ¡triunfó el cambio!
Cambio que incluso se manifestó en un festejo discreto, corto y austero; pero tremendamente emotivo. Donde se privilegió la causa de la victoria del ganador más que el escarnio sobre la derrota del perdedor.
La gente se sabía parte de ese gran logro y por ello la frase que más se escuchó fue la de ¡ya ganamos, ya ganamos!
El mensaje de reconciliación que de inmediato dirigió Gabino Cué también daba claras muestras de que a partir del día 1 de diciembre, las cosas serán distintas en beneficio de miles oaxaqueños, quienes con gran esperanza y ánimo desean participar en el rescate de Oaxaca, en su reconstrucción, en un gobierno que reconoce y acepta que no tiene margen ni para equivocarse, ni para ponerse a descansar.
Tan distinto, que al día siguiente a las 8 de la mañana, primera reunión de trabajo, ya que según palabras del hoy Gobernador electo, “hay muchas cosas por hacer”.
Queda más que claro que esto no es el final del cambio demandado; por el contrario, es el inicio de una serie de acciones en las que todos nuevamente debemos aportar nuestro granito de arena.
Afortunadamente la legitimidad que otorgan el número de votos registrados hará que se tenga el respaldo de la gran mayoría de los oaxaqueños, quienes deberemos estar atentos a la aparente venganza de quienes son incapaces de reconocer que su derrota es consecuencia de su insensibilidad, de su lejanía con la gente, de sus agravios y de sus injusticias; y no de un plan deliberado para terminar con un régimen caracterizado por su indolencia y por su autoritarismo.
Esa venganza que pasa por el deseo de evitar que la máxima fiesta de los oaxaqueños se lleve a cabo en el lugar donde históricamente se ha venido realizando.
Si ellos no tienen nada que festejar, ¡ni modo!, pero que no le coarten al pueblo el derecho de disfrutar una de sus festejos más reconocidos a nivel mundial en el lugar ex profeso para ello.
Venganza que los impulsa a sembrar obstáculos de la forma más burda, como la de querer basificar a más de 5 mil trabajadores de confianza que laboran en el gobierno estatal, con la simple intención de ahogar las finanzas de la próxima administración; o la de otorgar miles de concesiones a grupos de priistas plenamente identificados como compensación por que muy pronto se quedarán “sin chamba”.
Ojalá que el taxismo organizado tome cartas en el asunto e impida u atropello más a sus intereses y a la estabilidad tan necesaria para la paz y el progreso del estado.
Pero también su sed de venganza los lleva a buscar mecanismos financieros que estando en funciones no fueron capaces de aceptar, pero que ahora desesperadamente impulsan con el único objetivo de limitar el margen de operación del gobierno entrante, como lo es el pretender reestructurar la deuda pública, la que por cierto se incrementó considerablemente en este sexenio, sólo que ahora buscando que se pague durante los próximos 6 años, ¡sí! Lo leyó bien, pretenden reducir el plazo de pago con la finalidad de dejar comprometidos esos recursos e impedir que el próximo gobierno cumpla con sus propuestas de gobierno.
Así se las gastan. Lo del otorgamiento discrecional de Fiats notariales no causa tanta sorpresa, pues ha sido una constante de éste gobierno feneciente el obsequiar a sus incondicionales este tipo de beneficio, incluso por ahí anda una investigación ministerial pendiente de concluir.
Tanta venganza les puede afectar su salud, pero con eso de que genio y figura hasta el 30 de noviembre, pues allá ellos.
Lo cierto, y coincido con la diputada suplente Leslie Valencia es que en Oaxaca se respira un aire diferente, la gente camina sonriente por las calles, hay un clima de tranquilidad que no se percibía durante los últimos años, pero especialmente hay una aceptación propositiva al cambio al que con frecuencia y como reacción natural los humanos nos oponemos.
Hoy la confianza de la gente está cifrada en el 1 de diciembre, cuando Gabino Cué rinda la protesta Constitucional de rigor y con ello comience a construirse las nuevas bases para un Oaxaca mejor, en unidad, en progreso y en paz.
Que el cambio con rumbo y con sentido por el que se votó el pasado 4 de julio pase por la reconstrucción urgente del tejido social, por la reconciliación y por la integración de todos los oaxaqueños en un solo proyecto que se llama Oaxaca.
Afortunadamente los resultados obtenidos nos permiten augurar que el Oaxaca con el que todos anhelamos será posible; y que todos seremos parte de esta historia que se comenzará a escribir con la participación y colaboración de todos los oaxaqueños que confiaron en una oferta distinta desde sus orígenes y en su conformación.
¡Gracias!, con su confianza depositada en las urnas indiscutiblemente que triunfó el cambio. Vayamos pues al rescate de Oaxaca.