MÉXICO, D.F., agosto 12.- En el “Diálogo por la seguridad con los gobernadores”, el presidente Felipe Calderón Hinojosa delineó metafóricamente la estrategia contra el equipo del crimen organizado y los alertó sobre la posibilidad de que el encuentro se torne más sombrío.
“Lo peor que nos puede ocurrir es que éste sea un balón que está contra nuestra portería, dentro de nuestra área y que ninguno de los dos trate de atajarlo, porque no tenemos claridad de a quién le corresponde”.
El primero en pisar el balón fue el nayarita Ney González, quien aseguró al Presidente que tiene el respaldo de la afición, pero que necesita el apoyo de los hombres en la cancha y le ofreció el suyo.
“Presidente, el pueblo está contigo. Ahora necesitas a los políticos., cuenta conmigo”.
Uno de los delanteros llegó tarde a la convocatoria, el mexiquense Enrique Peña Nieto, quien recibió el castigo reglamentario y tuvo que permanecer fuera de la cancha hasta que Calderón dio las primeras instrucciones en su discurso, para sumarse al encuentro.
El priista presidenciable llegó acompañado del queretano José Calzada, emergido de la cantera beltronista, y detrás de ellos entró el gobernador saliente de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, quien pasó desapercibido.
Otros, con marcados desacuerdos con el capitán del equipo, como el coahuilense Humberto Moreira, pidieron enterrar en la cancha las viejas rencillas y trabajar en conjunto.
“Mi relación con usted, Presidente, no se ha caracterizado por la adulación, por la lisonja, por el aplauso fácil. Podemos tener diferencias, pero en este tema, no. Presidente, hoy debo ser congruente con lo que pienso. A mí me parece importante el valor que usted ha tenido en esta lucha, pero más importante, el valor que tiene para detener la marcha y la hombría que tiene para poder asumir que era necesario escucharnos a todos”, dijo.
En repuesta, el titular del Poder Ejecutivo federal señaló que hay diferencias “en honor a la verdad, también será muy difícil, y yo pienso que incluso no deseable, que desaparezcan, sino simplemente que nos conduzcamos en el contexto del respeto democrático.
“Respeto que yo he ofrecido a todas y a todos por igual. Respeto también, que pido, que exijo, no sólo por mí, o por lo que sea yo, sino por las instituciones que todos representamos”, afirmó.
El secretario de Gobernación, Francisco Blake, moderó el encuentro y pretendió convertirse en árbitro al mostrar dos tarjetas amarillas a su antiguo director técnico, el gobernador de Baja California, José Guadalupe Osuna, por excederse en el uso de la palabra e, incluso, lo interrumpió para pedirle que terminara su intervención en un amago de tarjeta roja.
De los convocados, se quedaron en la banca voluntariamente siete jugadores.
Los panistas Luis Armando Reynoso, de Aguascalientes; Juan Manuel Oliva, de Guanajuato, y Héctor Ortiz, de Tlaxcala.
Y los priistas Miguel Osorio, de Hidalgo; Ulises Ruiz Ortiz, de Oaxaca; José Calzada, de Querétaro, e Ivonne Ortega, de Yucatán. Nunca pidieron el balón ni la palabra.
Otro de los jugadores, Marcelo Ebrard Casaubón, llegó temprano al encuentro, pero cuando ingresó el capitán, salió de la cancha y regresó a medio Himno Nacional.
Al final, el capitalino tampoco se quedó al intercambio de camisetas y fue el primero en salir hacia los vestidores.
Ocupando el lugar principal de una mesa a la que hubo 32 convocados, pero se reportaron 30 —pues no asistieron el sudcaliforniano Narciso Agúndez, ni el morelense Marco Antonio Adame— el Mandatario federal advirtió sobre la estrategia en el campo de juego.
El neoleonés Rodrigo Medina fungió como asistente técnico y pidió a los demás jugadores no tomar el discurso fácil de hacerse a un lado con la división de competencias penales.
Hagámoslo de frente, dijo, unidos por la seguridad que reclaman los ciudadanos con acciones.
El priista interpretó los gritos de la tribuna. La gente, dijo, “no nos está pidiendo que nos echemos la pelota de un lado a otro”.