La alternancia que inicia en Oaxaca abre una oportunidad para la construcción de espacios de diálogo y debate público a través de los foros de consulta, que se realizan dentro de la convocatoria del gobernador electo.
De los logros de dichos foros dependerá la integración del programa preliminar de gobierno, pero sobre todo una mayor legitimidad ante la población.
La iniciativa por si misma resulta importante, no sólo por la buena voluntad de acercar el gobierno a los ciudadanos, sino por la necesidad de construir confianza y credibilidad en las instituciones como una de las principales tareas de la agenda de gobierno.
Aunque es claro que el proceso de consulta es complejo puesto que resulta más sencillo tomar el atajo acostumbrado de imponer decisiones centralizadas y reprimir inconformidades que tomar la ruta más larga, la del ejercicio de de construcción de acuerdos con todos los ciudadanos involucrados.
El atajo autoritario o del camino más corto se había justificado en la idea de que son los “expertos” a quienes les corresponde el diseño de la agenda de gobierno y la definición de políticas públicas, mientras que los que “no saben”, simplemente deben esperar y recibir las indicaciones de los especialistas.
Las experiencias sobre el fracaso de esta perspectiva se registran no solamente entre los gobiernos priistas sino también en los gobiernos emanados de otros partidos que centralizan la toma de decisiones e impiden que circule la información sobre asuntos públicos.
Los ejemplos fallidos van desde el ámbito federal hasta los niveles locales, como el reciente reconocimiento del presidente Felipe Calderón de que ha fallado su estrategia de comunicación en materia de seguridad pública y su llamado desesperado a los otros ámbitos de gobierno a que no lo dejen solo; tampoco el Legislativo lo acompaña en el proceso y los dirigentes de los partidos mandan señales de que sus prioridades son otras.
Los desaciertos por la falta de construcción de acuerdos se replican en una multiplicidad de experiencias de decisiones centralizadas en las entidades federativas y en los municipios, en donde los actores políticos asumen más la posición de confrontación y ajuste de cuentas.
La desinformación sobre asuntos públicos genera desconfianza de los ciudadanos en sus gobernantes y abre un espacio para que las decisiones públicas, en lugar de obtener respaldos de cooperación institucional y coordinación intergubernamental, queden entrampadas en descalificaciones cruzadas de las diversas facciones de la clase política, las cuales buscan capitalizar electoralmente los fracasos de los otros, como ha venido ocurriendo.
Cabe recordar que en el 2007, el ejercicio de consulta ciudadana para la instalación de parquímetros en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca, realizado por un equipo de trabajo del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO, reportó un rechazo mayoritario de la población hacia ese proyecto.
Independientemente de la valoración técnica del proyecto mismo, la negativa de los encuestados se centraba en la consideración de que se trataba de un proyecto impuesto.
El ejercicio mostró la receptividad de la población a ser consultada, apuntando que era la primera ocasión que se les preguntaba su opinión para la realización de un proyecto; sin embargo, las siguientes decisiones tomadas para la remodelación del primer cuadro de la capital oaxaqueña, entre el 2008 y el 2010, se dieron de manera unilateral generando un sinnúmero de expresiones de protesta y de denuncias ciudadanas sobre la falta de transparencia en el ejercicio de las obras.
Toda proporción guardada, el actual ejercicio de consulta en las regiones y entre los diversos sectores sociales, y de los otros mecanismos establecidos en la convocatoria, como la encuesta y la apertura de un sitio en internet, se ubican como una disposición política sin precedentes en la historia de la elaboración de programas de gobierno en Oaxaca.
El primer paso se está dando con la apertura de los foros y la inclusión de diversas voces, aunque también resulta importante el cuidado de los métodos de trabajo y el esfuerzo titánico de sistematización del conjunto de la información, que permita recuperar las propuestas viables que se convertirán en programas y proyectos de gobierno.
Las urgencias para construir soluciones son altas, pero también la magnitud de los rezagos acumulados, por lo que son latentes algunos riesgos por expectativas que no se puedan cumplir y que provoquen desalientos.
La idea que alimenta los foros de consulta y la apertura del debate público no es nueva; viene de la recuperación de los conceptos contemporáneos de democracia de carácter deliberativo, que se han ido nutriendo de diversas experiencias desde siglos atrás y de diferentes partes del mundo; como bien documenta el economista hindú, Amartya Sen en su obra Primero la gente (2007), en el año 604 de la era cristiana, en Japón, el príncipe budista Shotoku apuntaba que “las decisiones importantes no deben ser tomadas por una sola persona; deben ser debatidas entre muchos”.
La democracia no puede ser vista únicamente como elecciones y votos, sino como el aliento del debate público y de la crítica que se convierta en propuesta; ello confiere más poder a los diversos sectores sociales para hacer que los gobernantes rindan cuentas y asuman la responsabilidad de sus decisiones.
El paso es necesario para construir una ciudadanía más fuerte.
En el caso de Oaxaca, el compromiso no solamente dependerá de la buena intención del nuevo grupo gobernante, sino también de la integración de instancias ciudadanas que den seguimiento al proceso.
La propuesta participativa no podría terminar en la etapa de consulta, más bien, empieza con ésta.
(*) Investigador del IISUABJO.
sociologouam@yahoo.com.mx