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IMSS e ISSSTE, burocracias que matan

MI OPINIÓN.- No estaré muy equivocado si digo que las quejas más frecuentes y dolorosas respecto de los servicios públicos son las que se presentan en el sector salud, concretamente en el ISSSTE y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Por lo menos en mi experiencia personal tengo razones suficientes para asegurar que la atención en esas instituciones es en el menos lastimoso de los casos, de indiferencia, sin respeto al dolor ajeno.

Todo esto sin contar las deficiencias técnicas que también se cuentan por millares.

Contrariamente a mi manera personal de observar el mundo, esta vez me declaro pesimista. Me derrota la moral darme cuenta del desprecio que los enfermos reciben del personal burocratizado, irresponsable y sin pizca de sentido común humano.

No todos, por supuesto, pero la mayoría de los médicos y enfermeras no tienen ni la menor idea del juramento de Hipócrates que mecánicamente recitan cuando reciben sus títulos profesionales.

Cuando nuestra salud, o la de algún familiar se trastocan es cuando necesitamos el mayor de los apoyos y del aliento de aquel que por la razón que sea, decidió ejercer la medicina.

Cuando ese tesoro que se llama salud está en manos de esos profesionales que suponemos servidores públicos, esperamos una atención social y éticamente responsable, donde brille la calidez y el deseo sincero de hallar la mejor terapia para sanar nuestras dolencias tanto físicas como mentales y emocionales.

Pero desgraciadamente sucede todo lo contrario en la mayoría de los casos.

En ese estado de indefensión, los pacientes somos rehenes de esa maquinaria burocrática compuesta por médicos y enfermeras irresponsables.

Esa maquinaria de prepotencia, da la impresión de moverse más para matar que para procurar la salud y la vida.

Por eso se hace necesaria la denuncia por nuestros casos particulares y en nombre de aquellas miles de personas que calladamente sufren el pisoteo de sus más elementales derechos humanos prisioneras y torturadas en esas celdas que se llaman cama numero tanto del piso tal.

Al mismo tiempo, entiendo y tengo conciencia de que esa actitud a veces inconmovible que asumen los médicos y enfermeras, es parte de la frialdad y autocontrol que reclama el eficiente desempeño de sus labores profesionales.

Un cirujano, por ejemplo, necesita pulso firme y certero para manejar correctamente el bisturí. Sin embargo, esa disciplina técnica no debe justificar jamás la prepotencia, y el lenguaje ofensivo.

Mucho menos debe reducir al ser humano y enfermo a un objeto de comercio burocratizado. Ni el enfermo ni sus familiares merecen ser tratados con menos precio.

Los servidores del sector salud, no deben olvidar que prestan un servicio que el paciente pagó por anticipado.

Las autoridades de los tres órdenes de gobiernos hablan sobre la urgencia de fomentar la cultura de la denuncia.

Pues bien, les tomaremos la palabra. Muy saludable para todos es que cada vez y en cada caso de mal servicio y prepotencia de los servidores públicos hay que alzar las protestas tanto públicamente como en las instancias correspondientes a cada asunto en particular.

Así como nos invitan las autoridades a que denunciemos un robo por ejemplo, debemos denunciar la prepotencia y la dejadez de los servidores públicos, después de todo, una desatención pública también es un robo, si tomamos en cuenta que ya pagamos por anticipado este o aquel servicio, especialmente en el sector salud donde nos jugamos la vida.

Asimismo, en las escuelas de medicina, y de enfermeras tanto públicas como privadas, los programas de estudios deben remarcar el acento en la formación integral de la ética profesional tanto como en los derechos naturales y humanos.

Los estudiantes y egresados de esas escuelas y facultades, deben formarse interiormente para prestar mayor atención al factor social y psicológico en la relación medico-pacientes con objeto de garantizar un proceso de sanación más efectivo y satisfactorio.

Por otro lado, sabemos de los derechos sindicales de los trabajadores del sector salud.

Los sindicatos que defienden y garantizan esos derechos labores, tienen la obligación ética y social de promover cursos y mayor capacitación humanista entre sus agremiados para darle a ese trascendente servicio de vida y de salud, la trascendencia que tiene por naturaleza propia.

Mucho se habla en el. Plano profesional de competitividad, pues bien, es tiempo de que empecemos por hacer más competitivos y a la vez más competentes a nuestros trabajadores del sector salud.

Con una poquita de calidez humana, respeto y solidaridad hacia los pacientes.

Es mi opinión. Y nada más…

r_campa@hotmail.com

 

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