MI OPINIÓN.- Muy aparte de los festejos que las autoridades hagan con motivo del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana, es oportuno colocar en ese escenario de festividades y actividades cívicas las centenarias deudas que los mexicanos independientes, así como los revolucionarios tienen pendientes con los pueblos originarios de México y, en nuestro caso particular, con la población indígena oaxaqueña tan rica en cultura propia y en espíritu de lucha nacionalista.

En sus propositivas reflexiones tituladas “Nuevo pacto social con espíritu Juarista en Oaxaca”, el gobernador electo, Gabino Cué Monteagudo, hace referencia a los siguientes indicadores oficiales:

De acuerdo con el INEGI, en el año 2005 Oaxaca ocupó el lugar número 31 en promedio de escolaridad de la población con tan sólo 6.4 grados y con un porcentaje de 19.3 por ciento de analfabetismo. En el caso de la población indígena, de cada 100 personas, 14. 3 no hablan español y son monolingües en su lengua materna…

Según la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el gobierno de Oaxaca es responsable de graves violaciones a los derechos humanos.

Esta situación económica, social y política de Oaxaca ha estado en el fundamento, tanto en el 2004 como en el 2010, de la disposición para encontrar aquello en que podían estar de acuerdo los partidos políticos y por encima de lo que los separa, avanzar en la conformación de coaliciones electorales.

Esos indicadores estadísticos, por fríos que parezcan en términos burocrático-gubernamentales, son apenas una mínima muestra de las deudas que los gobiernos independientes y revolucionarios guardan sin pagar con los indígenas.

Esos pueblos que desde hace 500 años han sido ejemplo de resistencia y dignidad ante los abusos y las injusticas, primero de los imperios europeos y luego de los gobiernos despóticos y autoritarios surgidos de la Revolución Mexicana.

Los pueblos indígenas deben, sin regateos de ninguna naturaleza, ser reivindicados con espíritu Juarista.

Los pueblos originarios de México, hoy más que nunca claman justicia. Esta es la oportunidad histórica para un programa de gobierno con espíritu Juarista, como el que propone Gabino Cué, para trascender a la historia misma y alzar el estandarte de la lucha gloriosa de los indígenas no sólo de Oaxaca, sino de todos los pueblos marginados de México.

De hecho, los oaxaqueños ya dieron un gran paso alzando ese estandarte cuando la coalición de sectores electorales unió fuerzas para ganar el Gobierno.

Pero al mismo tiempo, ese gran paso y ese triunfo democrático de la coalición es un reto formidable para el gobierno que viene.

Ante un reto con ese grado de dificultades, la prioridad será para Gabino Cué, mantener la unidad de los sectores que lo llevaron al triunfo.

Y esa unidad sólo se fortalecerá haciendo efectivo, lo más pronto posible, el nuevo pacto social con espíritu juarista. No queda de otra.

Es mi opinión. Y nada más…

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