MUJERES Y POLÍTICA.- Un planeta violento. En 2011, en el mundo hubo 14 guerras más que en 2010 y aunque todavía haya quien diga que no, esas guerras incluyen a México, cuyo conflicto bélico fue comparado con los vividos por Egipto, Irak, Pakistán, Nigeria, Somalia y otras naciones, datos que da a conocer el Barómetro de Conflictos 2011 del Instituto de Investigación de Conflictos Internacionales de la Universidad de Heidelberg, Alemania (proceso.com.mx 23/02/2012). El resultado, ustedes ya lo conocen: inseguridad para la población, como en toda guerra que se precie de ser eso.
Uno de los resultados nefastos de la guerra sin duda es la pérdida de vidas humanas, en México, los que saben, contabilizan más de 60 mil hasta diciembre de 2011, y la cifra sigue en aumento dramático. Sin embargo, eso no es todo, se estima que unas 20 mil personas han desaparecido.
En estas cifras hay una enorme cantidad de mujeres y aunque efectivamente las estadísticas revelan que estos asesinatos y desapariciones se multiplicaron en las entidades del norte del país, no debemos perder de vista lo que sucede en otros estados mexicanos, muchos de ellos con el sesgo de violencia feminicida y no sólo como resultado de la guerra de Felipe “El Valiente” Calderón contra el crimen organizado.
En Oaxaca, la desaparición de mujeres es una constante, las familias afectadas y los grupos de amigos de las víctimas, emprenden acciones que se desdibujan frente a la omisa y negligente actuación de las autoridades que como “estrategia” de justificación, comparan a esta entidad –envuelta en conflictos sociales, agrarios y políticos- con lo que sucede en otros estados “más afectadas” por la guerra contra el crimen organizado, que dicho sea de paso no resolverá el problema, como han señalado quienes estudian este fenómeno.
Este mes de febrero que está por terminar se cumplió un año de la desaparición de la abogada Paula Moreno Gómez y también dos meses desde que corrió la misma suerte Maydelith Sulem Carmona Fabián, de quien nada se sabe desde el pasado 25 de diciembre pasado.
Hay otros casos no conocidos, pero según revela una amplia entrevista realizada por Yadira Sosa a la señora Reyna Fabián, madre de Maydelith Sulem, en Oaxaca durante el 2011 habrían “desaparecido” 18 mujeres, más de la mitad de los reportes que en este sentido recibió ese año la Procuraduría General de Justicia y que sumaron 31. (Imparcial 24/02/2012).
No conozco de manera personal a Sabina Gómez Álvarez ni a la señora Reyna Fabián, madres de las dos jóvenes mujeres desaparecidas con diferencia de 10 meses, no puedo, como usted ni otras personas, ni siquiera imaginar el drama que viven ambas mujeres, pero sin duda han dado la pelea, han salido a los medios a demandar justicia a pesar de todo lo que pudieran estar sintiendo, no se amedrentan, exigen justicia, demandan que las autoridades hagan algo.
Del otro lado, del lado de las autoridades nada o demasiado poco se ha hecho. Hay muchas más preocupaciones institucionales como para destinar todo un cuerpo de investigadores profesionales, rectos y capaces para investigar qué fue lo que sucedió con Maydelith, Paula y las otras 16 mujeres.
Por ello, el llamado que han hecho ambas madres al gobernador Gabino Cué, ellas mismas han alertado al jefe del ejecutivo porque no hay resultado alguno, le han planteado que lo que observan es una total incapacidad de la institución investigadora, que está visto sirve para golpear, sólo para eso.
La respuesta es común, es arbitraria, es temeraria y hasta parece que los oímos, cuando las madres (porque son ellas las que generalmente ponen la voz de alarma, las que buscan a sus hijas): “no señora, segurito su hija se fue con el novio, hay que esperar”. “¿Tenía usted problemas con su hija?” “¿la maltrataba?” “¿iba mal en la escuela?”…
Y para muestra, basta un botón decía Lucha, mi querida y entrañable abuela, ahí está el caso de Daniela y Virginia Ortiz, desaparecidas desde 2006 hace cinco años siete meses sin que Antonia, su madre, sepa dónde están sus hijas, a pesar de que con bombo y platillo anunciaron la detención de dos implicados en el secuestro y desaparición de las dos jóvenes triquis. En este último caso, todo se reduce a “un grave y difícil conflicto étnico”.
La misma nota de mi compañera Yadira Sosa, revela que esta misma semana hubo al menos dos intentos de secuestro de otras dos jóvenes.
En un caso, el agresor huyó, en el segundo la víctima se desistió a pesar de que detuvieron a los dos delincuentes, uno de 19 y otro de 28 años y usted podría decir con alarma ¡pero qué barbaridad! Cierto, la joven que no ratificó la denuncia tiene una enorme responsabilidad, pero también habría que decir que ese “dejar pasar las cosas…” es resultado de la negligente y omisa actuación que los cuerpos policiacos han asumido por décadas y más décadas.
Cierto que muchas personas huyen de sus casas, al menos esa era una constante, pero en tiempos de guerra como la que vivimos en México, según la clasificación realizada por el Instituto de Investigación de Conflictos Internacionales de la Universidad de Heidelberg, Alemania, las razones podrían ser otras.
Es tiempo de que nos digan qué pasó con ambas mujeres desaparecidas en la capital oaxaqueña y qué sucedió con las niñas triquis.
Lo último es preguntarle a la sociedad oaxaqueña ¿hasta cuándo vamos a tolerar tanta ineficacia de las instituciones? Ya viene el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer ¿quién dice yo para el discurso? ¿qué pretenderán los partidos políticos que siguen jugando al tío Lolo con sus diputados incapaces de aprobar el feminicidio?
Seguiremos ¡Totalmente Indignadas! ante los crímenes que se siguen cometiendo todos los días y el silencio bochornoso, nefasto y cruel de las instituciones federales y estatales frente al dolor de una sociedad que se siente amenazada, lastimada e insegura. ¿Usted diga qué hacemos?
UNA DE PERIODISTAS
Frente al despido de una veintena de trabajadores y trabajadoras en un medio local, pienso en eso que el periodista Miguel Ángel Granados Chapa llamó Los excesos de la prensa mexicana: “Tampoco puedo dejar de señalar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio.
No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio”. (Tomado de Granados Chapa por Granados Chapa, escrito por otro gran periodista: Jenaro Villamil en octubre pasado).
Los señores del poder, políticos-empresarios o empresarios-políticos como se acostumbra ahora, no escapan a la tentación de poseer un medio, décadas y décadas viendo y viviendo lo mismo y haciendo que el “periodismo como tal” navegue por esas aguas turbulentas de las conveniencias.
No es lícito, y por tanto no es ético, convertir al periodismo en un negocio, porque esos negocios terminan por quebrar como empresas ante su falta de credibilidad, en consecuencia por correr al personal, cometiendo fraude laboral y, por supuesto, por quebrantar la confianza de quienes los leen, pero sobre todo ensucian al verdadero periodismo ya de por sí escaso.