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Melesio Ortega: un cronista extraviado

Sin Derecho a Fianza

—————–Segunda y última parte

De la insurrección de 1660, el profesor Melesio se brinca casi dos siglos y nos dice que José Gregorio Meléndez y Máximo Ramón Ortiz “lanzan el primer Plan de Separación de Tehuantepec”, sin indicar por qué. De ahí se regresa más de tres siglos, a 1522 y nos alumbra con sus datos sobre el cambio de nombre de Tehuantepec a Villa de Guadalcázar.

Siguiente párrafo: “A fines de 1526 llega Hernán Cortés y se dedica a la tarea de descubrir ‘La Mar del Sur’”. (Es decir, no se había descubierto, pero ya sabían cómo se llamaba).

Seguramente dijo el español: “como por acá son muy ignorantes, gracias a nuestros aliados de la sección 22, no saben que la ‘Mar del Sur’ ya la descubrió Vasco Núñez de Balboa en 1513, así que les voy a decir que me dedicaré a descubrir la ‘Mar del Sur’ mientras me llevo su oro”.

Más abajo, el profesor regresa a 1518 y nos asesta el discurso de Cosijopi en su toma de posesión, del cual no sabemos qué tiene que ver con la historia.

Luego cuenta de nuevo lo de la Inquisición y la nueva muerte del último rey zapoteca; sigue con los gobernantes de Tehuantepec hasta el 2005, y unas breves semblanzas de personajes célebres; cómo localizar a Tehuantepec; su extensión; cuantos barrios tiene; su orografía, etcétera.

Continúa con una cronología de “hechos históricos”, en donde, como el padre Gay, escribe que si tal obispo es consagrado o que si otro es preconizado, que si el papa…

O algunas mentiras, como que en “1540. Es descubierto el Códice ‘Lienzo de Guevea’”. No profesor, se supone que en ese año se pintó, no se descubrió.

O que en “1902 Junio (sic). El puente del ferrocarril nacional (sic) de Tehuantepec que se encuentra sobre el río Tehuantepec, fue terminado en esa fecha permitiendo el paso de 60 trenes diarios con destino a Coatzacoalcos, Veracruz.”

Increíble. Para que pasaran por el puente 60 trenes diarios, tendrían que salir de Salina Cruz más o menos cada veinte minutos. Y eso sin pensar en que, también estarían viajando otros 60 en sentido contrario, por lo que cada cierto tiempo tendrían que hacerse a un lado para dejar pasar al otro (a menos que existiera una vía de ida y otra de vuelta).

Sólo quienes ignoran cómo se “formaba” un convoy pueden decir eso. No hay espacio en el puerto para “formar” 60 trenes, si cada uno tenía más de 40 carros. José María Bradomin señala que al inicio corrían 20 trenes “en ambas direcciones”.

Es probable que aumentaran a treinta, y alguien pensó que eran treinta en un sentido y otros tantos en el contrario. Además no era necesario aumentar el número de trenes, sino el número de carros: si una máquina jalaba treinta carros, vagones o góndolas, dos locomotoras podrían jalar 40 o más.

Quiero subrayar esto porque he notado que varios investigadores mencionan el dato; claro, ellos dicen que 60 trenes, pero en ambos lados, y no en 1902, lo cual era imposible, sino en 1912.

Juan N. Ojeda, en su trabajo Puertos de México en un mundo globalizado: ¿entre la exclusión y el crecimiento?, señala: “Esa dinámica fue aumentando […], llegando a superar el millón de toneladas en 1912 […] En base a lo registrado en 1912 se sustentó la versión de que en la región corrían 60 trenes diarios”.

La mayoría de quienes menciona esto remiten el dato al libro Economía contra sociedad. El Istmo de Tehuantepec 1906-1986. (Ed. Nueva Imagen, 1994) que coordinaron Leticia Reina Aoyama y Gonzalo Piñón Jiménez.

Los investigadores que citan eso, le achacan la información a la antropóloga, pero en realidad quien escribe es Francisco Ruiz Cervantes en su ensayo “Promesas y saldos de un proyecto hecho realidad (1907-1940)”.

El autor escribe claramente que, en 1912 se registró un movimiento superior al millón de toneladas: “De tal manera es de suponerse que para transportar tales volúmenes hubo de incrementar el número de trenes que corrían en ambas direcciones: Este auge alimentó la versión extendida posteriormente en la región, de que entonces corrían 60 trenes diarios.” (Pág. 37).

Lo dice claro, es de suponerse. No hay ningún dato real de que hayan corrido 60 trenes diarios, mucho menos de un solo lado, como afirma el malogrado cronista Melesio.

Siguiendo con su “cronología”, Ortega Martínez marca 1907: “23 de enero. Después de 65 años de haberse iniciado la Construcción (sic) del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec El General don Porfirio Díaz, llega a inaugurar esta obra en Tehuantepec”.

Otra falsedad. El presidente la inauguró en Salina Cruz, acompañado del gobernador Emilio Pimentel y de Pearson. Y, se cumplían, es cierto, 65 años pero de la primera concesión del ferrocarril de Tehuantepec, ya que fue el primero de marzo de 1842, con Santa Anna de presidente, que se concede al vivales José de Garay la construcción de un ferrocarril entre Puerto México (Coatzacoalcos) y Salina Cruz.

Se cancelaron y se otorgaron varias más. Su construcción la inició hasta 1880 Edward Learned, de U.S.A. (llevaba 5 kilómetros hasta el 17 de febrero de 1881) y se le canceló en agosto de 1882 con apenas 35 kilómetros construidos; otros más le metieron mano hasta que la terminó el inglés Weetman Pearson.

El profesor Melsio luego pasa a temas importantísimos como que si hay un mercado en Tehuantepec o unos campos de fútbol; y nos cuenta de las iglesias con datos sumamente importantes para la historia, como la catedral, cuya “bóveda es de cañón corrido con nervaduras de estilo gótico en el interior, un arco toral apuntado…”; o la de Jalisco: “La entrada se encuentra en arco de medio punto flanqueado por pilastras que se continúan en el remate…”

Y después de muchas otras cosas interesantísimas, como la receta para cocinar iguana o el “frijol shima”, viene lo que no podía faltar: ¡La sublime poesía al girón de tierra que nos vio nacer!: “Canto a Tehuantepec”, ¿de quién? Pos de quien va a ser, del bardo Melesio.

“¡Yo te canto Tehuantepec!

Porque de los zapotecas,

Eres el árbol de la vida.

¡Yo te canto Tehuantepec!

Porque en Gui Ngola, Cocijoeza

Al imperio azteca, impuso senda derrota”.

El profesor también ignora que “senda” no puede ser usada así, sino en plural: “sendas”; se usa para aquellas cosas de las que corresponde una para cada una de otras dos o más personas: “Los tres García portaban sendas pistolas”. Es decir: un arma cada uno.

Después de otros malísimos versos sigue:

“¡Yo te canto Tehuantepec!

Porque a España, te revelaste

El 22 de marzo de 1660”.

Ya imaginamos la presentación del pueblo en España: “Y, cómo revelación del añooo: ¡Tehuantepec!”

Quiso decir (si hubiera atendido a sus clases) “rebelaste”, de rebeldía, no de revelación. Además no se rebeló a España, sino a la Nueva España.

Y sigue, cante y cante. No sabe de historia ni de gramática, tampoco sabe nada sobre rima, métrica, ritmo, e ignora qué es una metáfora. ¿Por qué no hacer, por separado, un libro de historia, otro de cocina y uno más de poemas?

Transcribe un poema de Carlos Iribarren Sierra y traduce las palabras en zapoteco del mismo, como:

“Bixe’:-Matlazihua”. Supongo que si le preguntan a Melesio que es Matlazihua, dirá: “Bixe’”.

Pero la Matlazihua (leyenda tal vez derivada de la diosa de la muerte Mictlantecíhuatl) no tiene qué ver con el bixhé’. La grafía más usada es “bixhé’”, y significa: duende ruidoso, murmullo, eco tenebroso, eco maligno, fantasma, también, cierto remolino pequeño.

Además Melesio traduce “Do ‘oguiña:- Chacalmate”. Claro aquí no hay problema todos sabemos que es el chacalmate (pero no lo recordamos).

Lo genial está en: “Xi xi: ‘bolita’.- Un tipo de bejuco con bolitas, con propiedades Detergentésicas (mayúscula inicial) que usaron primitivamente los zapotecas, (coma) antes del jabón y que todavía lo utilizan las gentes indígenas”.

¡Órale profe. ¿Conque aportando neologismos al idioma? Detergentésicas. El vocablo detergente es un sustantivo y también adjetivo. No se necesita esa jalada que inventó para decir que algo tiene propiedades detergentes.

También aclara lo del zopilote en su poema: “Zopilote.- Que tenía su habitad y se reproducía en los cerros o colinas del barrio Santa María y Guichivere”.

Es hábitat profesor (con acento y “t”), y normalmente ahí también se reproduce, en su hábitat. En fin, un libro para divertirse.

 

marzo 2012
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