A RESERVA.- Hace casi año y medio en un suceso inédito mas no extraño, Oaxaca por fin alcanzó la tan anhelada derrota del PRI, las urnas lograron lo que no pudo todo un movimiento social de gran envergadura que hizo salir a la calle multitudes sublevadas, que estallaron en repudio y hartazgo frente a un gobierno cínico, autoritario, corrupto, impune, prepotente y cada vez más abusivo en el uso de la fuerza y la sistemática violación a los derechos fundamentales de la población.
Este movimiento profuso mereció la atención de todo el país y fincó su fuerza en la difusión internacional. Oaxaca y la APPO fueron conocidos en todo el mundo, generando simpatía y hasta adhesiones de grupos declarados en permanente resistencia civil; así con la atención noticiosa de los medios de comunicación que manifestaban loas a la insurrección y cuestionaban la aberrante actuación del oscuro gobernador.
En estas condiciones, los líderes appistas –algunos ya famosos- confiados, convocaban al pueblo a salir casi triunfante, que enardecido gritaba ¡ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!
Pero no cayó, a pesar de cualquier pronóstico, se quedó, indultado por el gobierno federal panista que mediante maniobras político represivas, no solo impuso su permanencia lacerante, lo hizo fortaleciendo el nefasto cacicazgo de Ruíz Ortiz, mediante la excesiva fuerza policiaca, la represión generalizada y el encarcelamiento selectivo.
Por eso es que la alternancia electoral en esas condiciones no resultó extraña, llegó como consecuencia lógica, bien aprovechada ante el inminente reclamo social de cambio; tal vez habría quien cuestionara esa indina alianza entre la derecha y la izquierda, pero la euforia social le restó importancia a la ausencia de proyecto político, hasta los personajes más renuentes y las indóciles organizaciones no gubernametales sucumbieron al señuelo del cambio sin garantía.
No hay duda que la alternancia en Oaxaca fue legítima, como lo es la demanda urgente y enérgica de una verdadera transición democrática. Las cuotas a los partidos políticos coaligados, la falta de acuerdos claros en la agenda pública, la ausencia de rumbo político, el exceso de personal burocrático y sus exuberantes pretensiones, la deserción en convenios y pactos con todos los sectores sociales, el excesivo protagonismo y culto a la personalidad, el abuso arbitrario en el ejercicio del decreto, el autoritarismo disfrazado de poder ciudadano, la invasión constante al poder legislativo, la falta de acciones que redunde en bienestar ciudadano; esto y mucho más implica desactivar una a una las expectativas ciudadanas, las del cambio.
Esta condición de ingobernabilidad se explica palmariamente en la exigua formación teleológica del gobernador Gabino Cué Monteagudo, iniciado en los principios del PRI, como pupilo del otrora gobernador priista, Diódoro Carrasco Altamirano; quien lo moldea alineándolo incluso en sus resentimientos y revanchas hacia su sucesor José Murat.
Carrasco Altamirano, ya en el PAN instruye a su pupilo para seguir con un apéndice en Oaxaca mientras el fortalece su presencia política en la capital del país. Gabino Cué, resulta hibrido políticamente en cuanto a su identidad partidaria, mas no en relación a sus lealtades. Teje una buena amistad con López Obrador desde su primera campaña por Convergencia, pero siempre en todas las elecciones en que participa esta la mano de su maestro y jefe político, que desde el PAN resuelve las alianzas más aberrantes -hay que recordar que López Obrador descartó las coaliciones de la izquierda con el PAN en todos los estados del país, salvándose con su venia precisamente la de Oaxaca-.
Esta actuación política, tiene al gobernador Cué en un estado crítico de esquizofrenia política que le impide darle rumbo cierto a su actuación pública poniendo en jaque inclusive a su gabinete, tanto de sepa panista como del PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
La situación se agravó cuando su mano derecha, que responde a AMLO, Benjamina Robles, busca la candidatura al senado al igual que Diódoro Carrasco, a quien le tiene que demostrar sus lealtades con hechos. La conducta del gobernador se desquicia, para convencerlo tiene que demostrar con actos que ya no responde a los amores de AMLO. Así comienza el doble papel, insostenible, debe dejar claro su incondicionalidad a Carrasco Altamirano, zanjeando las cercanías con lo que huela a AMLO y sus seguidores; por lo pronto pidió la renuncia de funcionarios recomendados y habilitados por Robles Montoya, aduciendo que no permitiría que desde estos cargos se impulse al ahora candidato de las izquierdas al Senado. Según se ve también seguirán el mismo fin algunas organizaciones sociales, con quien “negociaba” directamente.
Los coletazos que arremete Cué en el delirio esquizofrénico, lo conminan a acciones desesperadas, que hacen parecer cada vez más a este gobierno del cambio como surrealista –raro, romántico, sin contundencia- un gobierno que va en vaivén y no acaba de determinar hacia donde se mueve, para dónde y con quién.
López López… papelón
Manuel de Jesús López López, titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado, declaró ampulosamente hace algunos días que en Oaxaca los homicidios han disminuido, lo mismo que el secuestro; dice también tramposamente que la Subprocuraduría de Atención a Delitos de Alto Impacto ha conocido menos delitos que el año pasado; el señor no considera que la ciudadanía está completamente desalentada y no denuncia por considerar que no sirve de nada y en cuanto al secuestro es obvio que no se da cuenta a la procuraduría.
Afirmar que se tienen logros en materia de seguridad y certeza jurídica, y precisar que solo en los llamados delitos de alto impacto, no abona en mucho a la credibilidad del gobierno del estado, la ciudadanía está esperando reconciliarse con su vida diaria, y francamente está declaración ofende primero por destacar en su informe inequidad de las acciones que solo se dirigen a los sectores de “trascendencia” y segundo por la mediatización inaudita de informes evidentemente manipulados.
¿El procurador López López no considerara de alto impacto el asesinato de 117 mujeres en territorio oaxaqueño? Pasa por alto esa declaración fugaz del gobernador de que este año sería el de la NO violencia contra las mujeres. Habrá que recordarles que el feminicidio es la violencia extrema contra las mujeres, promovida y agravada por la permisión explícita o implícita del Estado. Ahí están los registros de las asesinadas y también sabemos de ellas, las desaparecidas.
Queremos resultados tangibles que garanticen la seguridad y tranquilidad de las oaxaqueñas.
A RESERVA.- Hace casi año y medio en un suceso inédito mas no extraño, Oaxaca por fin alcanzó la tan anhelada derrota del PRI, las urnas lograron lo que no pudo todo un movimiento social de gran envergadura que hizo salir a la calle multitudes sublevadas, que estallaron en repudio y hartazgo frente a un gobierno cínico, autoritario, corrupto, impune, prepotente y cada vez más abusivo en el uso de la fuerza y la sistemática violación a los derechos fundamentales de la población.
Este movimiento profuso mereció la atención de todo el país y fincó su fuerza en la difusión internacional. Oaxaca y la APPO fueron conocidos en todo el mundo, generando simpatía y hasta adhesiones de grupos declarados en permanente resistencia civil; así con la atención noticiosa de los medios de comunicación que manifestaban loas a la insurrección y cuestionaban la aberrante actuación del oscuro gobernador.
En estas condiciones, los líderes appistas –algunos ya famosos- confiados, convocaban al pueblo a salir casi triunfante, que enardecido gritaba ¡ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!
Pero no cayó, a pesar de cualquier pronóstico, se quedó, indultado por el gobierno federal panista que mediante maniobras político represivas, no solo impuso su permanencia lacerante, lo hizo fortaleciendo el nefasto cacicazgo de Ruíz Ortiz, mediante la excesiva fuerza policiaca, la represión generalizada y el encarcelamiento selectivo.
Por eso es que la alternancia electoral en esas condiciones no resultó extraña, llegó como consecuencia lógica, bien aprovechada ante el inminente reclamo social de cambio; tal vez habría quien cuestionara esa indina alianza entre la derecha y la izquierda, pero la euforia social le restó importancia a la ausencia de proyecto político, hasta los personajes más renuentes y las indóciles organizaciones no gubernametales sucumbieron al señuelo del cambio sin garantía.
No hay duda que la alternancia en Oaxaca fue legítima, como lo es la demanda urgente y enérgica de una verdadera transición democrática. Las cuotas a los partidos políticos coaligados, la falta de acuerdos claros en la agenda pública, la ausencia de rumbo político, el exceso de personal burocrático y sus exuberantes pretensiones, la deserción en convenios y pactos con todos los sectores sociales, el excesivo protagonismo y culto a la personalidad, el abuso arbitrario en el ejercicio del decreto, el autoritarismo disfrazado de poder ciudadano, la invasión constante al poder legislativo, la falta de acciones que redunde en bienestar ciudadano; esto y mucho más implica desactivar una a una las expectativas ciudadanas, las del cambio.
Esta condición de ingobernabilidad se explica palmariamente en la exigua formación teleológica del gobernador Gabino Cué Monteagudo, iniciado en los principios del PRI, como pupilo del otrora gobernador priista, Diódoro Carrasco Altamirano; quien lo moldea alineándolo incluso en sus resentimientos y revanchas hacia su sucesor José Murat.
Carrasco Altamirano, ya en el PAN instruye a su pupilo para seguir con un apéndice en Oaxaca mientras el fortalece su presencia política en la capital del país. Gabino Cué, resulta hibrido políticamente en cuanto a su identidad partidaria, mas no en relación a sus lealtades. Teje una buena amistad con López Obrador desde su primera campaña por Convergencia, pero siempre en todas las elecciones en que participa esta la mano de su maestro y jefe político, que desde el PAN resuelve las alianzas más aberrantes -hay que recordar que López Obrador descartó las coaliciones de la izquierda con el PAN en todos los estados del país, salvándose con su venia precisamente la de Oaxaca-.
Esta actuación política, tiene al gobernador Cué en un estado crítico de esquizofrenia política que le impide darle rumbo cierto a su actuación pública poniendo en jaque inclusive a su gabinete, tanto de sepa panista como del PRD, PT y Movimiento Ciudadano.
La situación se agravó cuando su mano derecha, que responde a AMLO, Benjamina Robles, busca la candidatura al senado al igual que Diódoro Carrasco, a quien le tiene que demostrar sus lealtades con hechos. La conducta del gobernador se desquicia, para convencerlo tiene que demostrar con actos que ya no responde a los amores de AMLO. Así comienza el doble papel, insostenible, debe dejar claro su incondicionalidad a Carrasco Altamirano, zanjeando las cercanías con lo que huela a AMLO y sus seguidores; por lo pronto pidió la renuncia de funcionarios recomendados y habilitados por Robles Montoya, aduciendo que no permitiría que desde estos cargos se impulse al ahora candidato de las izquierdas al Senado. Según se ve también seguirán el mismo fin algunas organizaciones sociales, con quien “negociaba” directamente.
Los coletazos que arremete Cué en el delirio esquizofrénico, lo conminan a acciones desesperadas, que hacen parecer cada vez más a este gobierno del cambio como surrealista –raro, romántico, sin contundencia- un gobierno que va en vaivén y no acaba de determinar hacia donde se mueve, para dónde y con quién.
López López… papelón
Manuel de Jesús López López, titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado, declaró ampulosamente hace algunos días que en Oaxaca los homicidios han disminuido, lo mismo que el secuestro; dice también tramposamente que la Subprocuraduría de Atención a Delitos de Alto Impacto ha conocido menos delitos que el año pasado; el señor no considera que la ciudadanía está completamente desalentada y no denuncia por considerar que no sirve de nada y en cuanto al secuestro es obvio que no se da cuenta a la procuraduría.
Afirmar que se tienen logros en materia de seguridad y certeza jurídica, y precisar que solo en los llamados delitos de alto impacto, no abona en mucho a la credibilidad del gobierno del estado, la ciudadanía está esperando reconciliarse con su vida diaria, y francamente está declaración ofende primero por destacar en su informe inequidad de las acciones que solo se dirigen a los sectores de “trascendencia” y segundo por la mediatización inaudita de informes evidentemente manipulados.
¿El procurador López López no considerara de alto impacto el asesinato de 117 mujeres en territorio oaxaqueño? Pasa por alto esa declaración fugaz del gobernador de que este año sería el de la NO violencia contra las mujeres. Habrá que recordarles que el feminicidio es la violencia extrema contra las mujeres, promovida y agravada por la permisión explícita o implícita del Estado. Ahí están los registros de las asesinadas y también sabemos de ellas, las desaparecidas.
Queremos resultados tangibles que garanticen la seguridad y tranquilidad de las oaxaqueñas.
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