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Movimiento magisterial, 32 años después

Más de una generación de profesores inició su carrera y terminó la misma dentro del movimiento magisterial, de maestros que empezaron muy jóvenes en manifestaciones de protesta y se jubilaron participando en las mismas expresiones.

El balance de lo que ha sido su participación en el movimiento es necesario 32 años después, más aún si consideramos que la autocrítica es una herramienta necesaria para la renovación de la lucha.

No se trata de procurar autocomplacencias ni de reafirmar dogmas ni tácticas de movilización que fueron importantes en los inicios del movimiento, cuando existía el reclamo legítimo de visibilidad de las protestas, y que en estos momentos pueden resultar contraproducentes para el propio movimiento. Se trata de insistir en preguntas que nos acerquen a conocer cuáles son las lecciones de tantos años de lucha.

No se trata solamente de repetir consignas. Las nuevas generaciones de maestros seguramente demandan más argumentos para su participación comprometida, de ideas nuevas y vientos más frescos, sobre todo los más jóvenes que se conectan a través de redes tecnológicas de información, que están pendientes de nuevas estrategias en otras partes del globo.

Por ejemplo, podría apuntarse que los maestros jóvenes saben más que los viejos acerca de los movimientos de los indignados y que tienen perspectivas más amplias sobre las resistencias.

En los debates, la concurrencia de las luchas esta cada vez más presente y esto lleva a preguntar ¿Cómo se está promoviendo en este momento la horizontalidad en la organización de la sección XXII? ¿Cómo está entrando la democracia a la organización? (no me refiero a la democracia como apellido, del Movimiento “democrático”, sino a la democracia como práctica de todos los días).

En el caso de que la democracia se encuentre con firmeza dentro del movimiento, ¿cómo se traduce la democracia en la práctica de los maestros dentro de las aulas, en las escuelas, y en sus relaciones con las comunidades? ¿Cuáles vicios que se han denunciado del régimen autoritario se están reproduciendo al interior de la organización? ¿Cómo se están combatiendo esos vicios?

Parto del supuesto de que el autoritarismo no quedó encarnado arriba, en personajes como el ex gobernador y la lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, indefendibles por sí mismos, sino que se lleva repartido en diversas dosis entre quienes luchan contra los villanos favoritos, contra sus complicidades e impunidades.

Pasando a una cuestión sustantiva y en términos de un autor clásico (Freire) ¿Qué tanto se ha enseñado la educación para la liberación en las escuelas en el transcurso de estos 32 años? ¿o podría darse el caso de que los maestros democráticos hayan estado trabajando con pedagogías autoritarias? Ad hoc para la obediencia y la pasividad de niños y adolescentes. Es un contrasentido que no se puede descartar.

¿En qué medida se ha trabajado para formar ciudadanos participativos, críticos y comprometidos con su respectivo grupo social? ¿Cuáles son las estrategias de comunicación del movimiento con la sociedad? ¿En qué medida comparte otras causas y otras luchas que no sean las propias de sus demandas laborales? ¿Cómo la persistencia de las viejas tácticas de movilización está rompiendo puentes con otras expectativas sociales?

¿Cómo se defiende el movimiento de los argumentos que indican que ha caído en el autismo? Me refiero a los argumentos acerca de que los maestros se hablan y escuchan a sí mismos en los términos de su comodidad y preferencia, y descalifican la mínima crítica por considerar que es parte de los discursos de la contrainsurgencia, de los charros, que sus oídos no deben escuchar.

Quizás tendríamos que pensar en nuevos referentes teóricos y políticos para ampliar horizontes, para relanzar el movimiento ubicando en el centro la defensa de la educación pública, en medio de una estrategia renovada de alianzas hacia el exterior, de una política de comunicación social efectiva y una perspectiva de largo plazo.

Se trata de sumar a la sociedad y no separarse de ella, de no repetir el mismo discurso, las mismas prácticas, porque desalienta la participación, alimenta el hartazgo y el rechazo social y empaña la posibilidad de identificar que los verdaderos enemigos no son nuestros vecinos de cuadra, o los disidentes sindicales. En todo caso, los enemigos están más allá, son los operadores y los beneficiarios de un modelo económico depredador como el que se resiente en la periferia del sistema, en Oaxaca, en México o en cualquier otra parte del mundo.

Hace un par de semanas, de manera oportuna, el Foro Oaxaqueño por la Niñez, convocó a debatir sobre la concurrencia de derechos sindicales y derechos de los niños a la educación. Los participantes (incluido el líder de la sección XXII) coincidieron que los derechos deben observarse y defenderse de manera conjunta, no sólo como derechos sindicales en donde los platos rotos no los deben de seguir pagando los niños con la prolongación de ausencias de sus profesores, como se señaló en la convocatoria del Foro.

En aquella ocasión, me permití insistir que la combatividad no debe quedarse en las grandes asambleas, en los plantones, en las marchas y en las denuncias públicas contra el mal gobierno, sino que debe traducirse en más trabajo y más compromiso social, en la renovación de las prácticas y contenidos de la enseñanza aprendizaje, en las aulas, con los niños y los adolescentes.

Más allá de las consignas y movilizaciones que observamos en las calles de la capital oaxaqueña, en muchas comunidades marginadas, en escuelas abandonadas, los niños no pierden la esperanza de un futuro mejor y están a la espera del regreso de sus maestros después de este nuevo paro de actividades, pero de maestros con formación actualizada y compromiso social, quienes antepongan la pedagogía de la liberación de los oprimidos sobre sus intereses personales. Seguramente hay muchos maestros con este compromiso.

*Investigador del IISUABJO

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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