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Oaxaca y la nueva coyuntura política nacional

En el estado de Oaxaca hemos cumplido ya dos años con la experiencia de la alternancia, un tiempo relativamente corto si pensamos en el cumplimiento de expectativas de largo plazo, que tienen que ver con el abatimiento de la pobreza y las iniciativas para el desarrollo; pero tiempo suficiente para realizar primeros balances en lo que corresponde a la rearticulación de fuerzas partidistas, en el estilo de gobernar, en los acuerdos y desacuerdos al interior del legislativo y sobre todo, en las relaciones entre los gobernantes y los ciudadanos.

Sin duda que estos primeros dos años que tuvieron como interlocutor a un gobierno federal panista serán muy diferentes a los siguientes cuatro años, con un gobierno federal del PRI. Algunos opinan que esta recomposición significa un regreso al pasado autoritario; también hay quienes opinan que las cosas serán distintas puesto que se trata de un “nuevo PRI”, y otros más, con cierto escepticismo, pueden considerar que la situación es novedosa, que ha emergido un mayor pluralismo, no solo en los partidos políticos sino en la sociedad civil.

Sin embargo, por las características del sistema político mexicano, como un sistema presidencialista, el regreso del PRI marcará la ruta de las nuevas relaciones intergubernamentales entre el gobierno federal, los gobiernos estatales y los gobiernos municipales, provenientes de diversos partidos políticos y seguramente incidirá en el trabajo electoral que viene si consideramos que la lógica de los agentes con poder es embarnecerse más.

Si bien el proceso electoral federal concluyó, en Oaxaca ha iniciado ya otro proceso electoral. El escenario estatal adquiere nuevamente rasgos de incertidumbre con la organización de fuerzas políticas con miras a la jornada electoral del 7 de julio del 2013, en donde se renovarán a las autoridades municipales y a los integrantes del congreso del estado, que ocurrirá bajo las nuevas reglas del Código Electoral aprobadas en agosto pasado.

Un proceso en donde concurren diferentes variables que llevan a la necesidad de comprender que la política local debe leerse dentro de las coordenadas de las políticas estatales a escala nacional, de la inserción de México dentro del sistema de Estados nacionales y en la relación de estos con los poderes económicos globalizados.

Como ciudadanos podemos jactarnos que a través de los procedimientos electorales propiciamos alternancias entre partidos, pero desafortunadamente no se incide en las decisiones de los grandes grupos de poder transnacional que subordinan a los gobernantes de todos los colores.

Con todos, el debate en torno a la democratización se mueve cada vez más entre el escepticismo, el descontento y la indignación; por una parte se dice que hemos transitado a la democracia, pero por otra los ciudadanos creen menos en los partidos políticos y en los resultados de sus gobiernos, pues las alternancias se muestran más como continuidad que como cambio.

Es más, los ciudadanos reprueban a los partidos políticos en materia de confianza; al respecto se puede revisar la serie de resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Política. Mal de muchos, Latinobarométro registra lo mismo para la mayoría de los países de América Latina.

El tema de la democracia abre el ángulo más allá de la política electoral; la democracia no solo tiene que ver con elecciones, reglas electorales, árbitros y partidos políticos, sino con la participación informada y sostenida de todos quienes hacen posible el cambio político, los ciudadanos en su mayoría, anónimos. El tiempo de los ciudadanos no se reduce al tiempo de las elecciones o al tiempo de los gobiernos.

Hay organización y formación política en instancias no electorales como los sindicatos, en la lucha por reivindicaciones laborales, en los ajustes en los mecanismos de control corporativo al ritmo de las reformas legislativas y de mucho tiempo atrás. Puede decirse que hay más de lo mismo, si pensamos en los liderazgos y en las estrategias de control corporativo, pero también hay cosas nuevas que merecen ser comprendidas.

También hay mucho trabajo en la sociedad civil, se registra una multiplicidad de actores políticos emergentes, los #132, los jóvenes, los migrantes, las diversas agrupaciones que no se dedican al trabajo partidista de manera directa, pero que siempre realizan una actividad política permanente en la defensa de los derechos humanos, en la cuestión de género. Otras acciones tienen que ver con los reclamos por la autonomía, en la defensa de los territorios y de los recursos naturales, como parte de las agendas de los pueblos y comunidades indígenas, en sus exigencias por la consulta previa, libre e informada.

Es importante insistir que el cambio y el futuro colectivo no pueden quedar únicamente en manos de los gobernantes o dirigentes partidistas. La noción de ágora griega, como espacio del debate sobre la política y de la cosa pública, debe restituirse a todos nuestros espacios comunes. Si se dice que la transformación democrática requiere de la participación activa de todos, esta participación debe sustentarse en el mejor conocimiento de la realidad.

La preocupación por explicar estos procesos en términos académicos es compartida por muchos compañeros de las asociaciones nacionales en las cuales participamos, la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia (RNICD Conacyt) y de la Asociación Mexicana de Ciencias Política. Las condiciones globales de generación e intercambio de conocimientos, obliga a todos los académicos a estar en permanente discusión sobre las temáticas de nuestras respectivas especialidades, en todos los niveles y en permanente debate con nuestros pares a nivel internacional.

Encuentros de este tipo generan siempre una diversidad de posturas, aunque la nobleza del trabajo académico es que permite la comunicación constante, el debate a través de argumentos consistentes, y que permite abrir el espacio a voces de la sociedad civil con el ánimo de alentar la pluralidad. Este es el sentido de que un coloquio sobre política local y política nacional se abra en un recinto universitario.

La idea es que los aportes de los académicos y sus discusiones rebasen los muros de nuestros edificios. Que la universidad no solo se afirme como formadora de profesionistas en las diversas disciplinas, sino que se convierta en formadora de ciudadanos informados, críticos, exigentes y responsables.

* Fragmento de la exposición de motivos del Coloquio Oaxaca en la Reconfiguración Política Nacional, promovido por los cuerpos académicos Estudios Políticos y Jurisprudencia de la UABJO, AMECIP y la RNICD. 29 y 30 de noviembre de 2012. Paraninfo de la Facultad de Derecho.

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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