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Oaxaca en la antesala electoral

En el estado de Oaxaca nuevamente tenemos elecciones en puerta. Ahora para renovar al congreso local y los 570 ayuntamientos; de estos, 152 municipios elegirán a sus autoridades bajo el sistema de partidos políticos. Debido a que las representaciones en juego son de mayor proximidad, los ciudadanos identifican con mayor precisión a los actores que participarán en la contienda.

Seguramente muchos ciudadanos comparten la idea de que la mejor campaña es el trabajo de gobierno de quienes están por salir, a partir de sus logros, y la peor campaña tiene que ver con lo que han estado haciendo mal o han dejado de hacer dichos gobiernos municipales. Al respecto existe una diversidad de experiencias y es importante evitar las generalizaciones.

Hay ayuntamientos que llegaron con el respaldo de la alianza opositora al PRI y han hecho esfuerzos por emprender gobiernos diferentes, que han mandado señales de que las alianzas pueden impulsar buenos gobiernos y vínculos importantes con los ciudadanos. Estos municipios, aunque son muy pocos, pueden servir de ejemplo hasta para el propio gobierno estatal en lo queda de su sexenio; su trabajo se puede observar en un recorrido directo por sus calles y espacios públicos y en conversaciones con la gente.

El esfuerzo de estos municipios también se puede observar en sus sitios de internet, en sus portales de transparencia en donde ubican documentos estratégicos como sus planes de desarrollo municipal, sus presupuestos y el avance de sus ejercicios, sus actas de priorización de obras, sus convenios, sus actas de cabildo, sus reglamentos actualizados, etcétera, incompletos o sesgados tal vez, pero expuestos al escrutinio público, lo cual ya es una ventaja.

Sin embargo, hay otros municipios que también llegaron avalados por la misma alianza de partidos opositora al PRI pero sus prácticas son idénticas a la que tienen los operadores del viejo régimen que supuestamente desbancaron; en estos lugares, los ciudadanos cuentan las horas y minutos para que la pesadilla termine. En los flancos que abrieron, con certeza se colarán de regreso sus opositores electorales.

Este segundo grupo de municipios se muestran como pequeños espejos del gobierno estatal, de reparto de cuotas que se pasan en confrontación permanente, que se disputan los cargos como si se tratara de patrimonios personales o simplemente, se comportan como auténticos priístas. En estos lugares es frecuente encontrar funcionarios municipales que transpiran prepotencia y corrupción, y el enriquecimiento ilícito se ha convertido en tema de conversación de los ciudadanos.

Estos municipios, varios de los cuales son pequeñas ciudades de más o menos 30 mil habitantes, son verdaderos monumentos de opacidad y de una institucionalidad atrofiada, que se observa en la ignorancia de sus concejales acerca de la existencia o no de un plan estatal de desarrollo municipal. En el mejor de los casos dicen que el plan es un requisito y que en alguna ocasión su elaboración se encargó a algún despacho, que recuerdan que su municipio hizo el pago correspondiente y que se guardó en donde nadie sabe, pero nada más. Es decir, el plan como simulación.

Los municipios en donde se hacen esfuerzos por emprender gobiernos diferentes y los municipios opacos pueden ser vecinos, e incluso con tamaño de población similar, pero el paso de uno a otro, a menos de una hora de distancia en transporte vehicular, implica un regreso al pasado de 40 o 50 años atrás, considerados a partir de las formas y prácticas de gobierno.

En estas pequeñas ciudades de gobiernos atrofiados, que no hacen mucho favor a la idea de alternancia como cambio en la forma de gobierno, los concejales asumen que son empleados del presidente municipal y que no pueden dar información sin la autorización de éste, seguramente por el temor de algún regaño o sanción, el miedo de que se descubran corruptelas o simple ignorancia de su obligación.

En medio del debate actual sobre el endeudamiento de gobiernos estatales y municipales y las exigencias de mayor descentralización del presupuesto federal, la opacidad genera mayor preocupación respecto al ejercicio del dinero público, porque alienta sospechas sobre el destino de los recursos, que puede ir desde el engrosamiento de cuentas personales de los funcionarios locales y sus aliados constructores de obra pública, hasta el uso clientelar del dinero para las elecciones que acaban de pasar o las que vienen.

En fin, lo importante es considerar que no podemos hacer tabla rasa de los municipios oaxaqueños, sino que tiene que ver con las diversas valoraciones que los ciudadanos realicen sobre las experiencias recientes de gestión. Este criterio debería considerarse por las dirigencias de los partidos políticos y no únicamente el reparto de cuotas al gusto o por el mero cálculo económico, como refieren reportes periodísticos de que determinados partidos se reparten distritos y municipios y buscan “carro completo” en Oaxaca.

Así, en los próximos meses observaremos el actuar de quienes tuvieron un ejercicio relativamente aceptable hasta el de aquellos que observan la carrera política como negocio, quienes harán todo lo posible por imponer candidatos afines para encubrir sus tropelías, del partido que fuera. Afortunadamente, los ciudadanos observan y exigen cada vez más, y tienen claro que el trabajo de los buenos gobiernos es más importante que los discursos vacíos y las promesas de campaña.

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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