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El curandero de Dios de Marco Pétriz

En la región del Istmo de Tehuantepec, como en muchas partes de la república, la ignorancia en que basaba su poder la Iglesia, aún permanece, con variantes, como la que se transforma en fanatismo y superchería, por lo que un sinnúmero de vivales se enriquecen al venderles ilusiones de felicidad o de bienestar a los creyentes: “¿Quieres usted que regrese la persona amada?” “¿Usted tienes problemas en tu negocio?” Ser o parecer extranjero que asesina a la gramática, es sinónimo de éxito en esto de la santería.

De eso y algo más trata la nueva obra del tehuano Marco Pétriz, con un guión de Antonio Zúñiga (quien ha sido Premio Nacional de Dramaturgia en México, 2003 y Premio Internacional de guiones de cortometraje de la Universidad De La Laguna, Tenerife, España) y el mismo Pétriz, la puesta en escena estará vigente por poco tiempo en la Casa de Ensayos en el barrio Jalisco de Tehuantepec. Aquí Marco da un vuelco respecto de los temas que durante varios años fueron festejados por la crítica nacional. Ya no están esas escenas que nos partían el alma al llevarnos al infierno de la oscuridad humana y nos dejaban reflexionando profundamente sobre lo que podemos llegar a hacer y soportar.

Ahora hay festividad, erotismo, crítica a la labor de los falsos hacedores de milagros; denuncia oblicua a la religión que tanto ha dañado al mundo y, también, a la derrota del mal, que en la vida real no ocurre así siempre. Con una excelencia en las actuaciones del Grupo Teatral Tehuantepec, integrado por: Antonio Lópeztorres, El Curandero; Gabriela Martínez: Sofía; Biba’ani Betanzos, quien es La Joven, certera observadora del proceso de su hermana mayor; Jesús Ávila, muy buena actuación como Sergio, El Mudo y la pequeña Sabina Pétriz, que actúa como quien naciera sobre un escenario (lo que casi ocurre en la vida real).

La historia es la de dos mujeres que viven acompañadas del mudo adolescente a quien, las almas caritativas y creyentes en Dios, lo recogieron de pequeño. La vida transcurre sin contratiempos: La mayor, dueña de los dineros, se la pasa entre rezos. Hasta que aparece un extranjero, con fama de curar todos los males.

Asistimos a la primera escena cuando el Curandero realiza pases mágicos sobre Sofía, quien, con los ojos cerrados, se halla en un petate boca arriba. El farsante acaricia las piernas de Sofía y trata de hurgar bajo su enagua, ella intenta levantarse al sentir la caricia. El charlatán, con su acento antillano, la convence de quedarse quieta:

Curandero: Cuando el temor se asome, usted cierre los ojos y vea en el centro de su mente un punto de color. ¿Lo ve?

Sofía: ¡Ay sí, si lo veo, mi padre!

—Eso es mejor. Haga que el punto se acerque a usted y la toque… no tema… (El Curandero ya está en los dominios de Venus; acaricia el sexo de Sofía y la mujer entra en éxtasis).

—¡Ay, ay, ay mi madre!

—¡Respire! ¡Respire más! Y lleve ese punto a su pecho…. Así… Eso… ¡Abra su pecho! No se detenga.

—¡Ah, Ah…Ay, Dios!

—Jale aire, jale aire, hermana, y sienta como sube y llena todo su cuerpo. ¡Eso!… haga que su aire traiga la gracia del señor…

—¡Ay Dios mío!

—Sí… Es Dios que está presente. Padre Salvador que se hace aliento. Padre Salvador que se hace luz… La toco.

No tiemble. No tema (las diestras manos siguen frenéticas debajo de las enaguas).

—Ay, Santo niño de Atocha. Ay nana… Ay… ay…ay…

—¿Tiene miedo? No tema, yo la sostengo con mis brazos, yo le doy mi aliento.

—Deme, deme hermano…

—¿Quiere sentir?

—Ay sí, sí…

—Pues no se detenga entonces, que usted tiene derecho a la felicidad.

—sí, sí. ¡Sálvame hermano! ¡Dios mío! ¡Ah, Dios mío, no puedo ….No puedo…

—Ya llegó el Espíritu Santo, Sofía. Ya se posó en su pecho… y su pecho, Sofía es…

—¡Ay, nana!, ¡no puedo más!… ¡Ay Señor! me voy a desmayar… (y cae presa de un orgasmo).

Al despertar, la creyente, aún bajo los efectos de la sesión erótica, sólo atina a decir: “¡Ay hermano! Es usted un santo”. “No, santo es el Señor”, responde el hipócrita.

A partir de ese día, Sofía no sólo le da asilo en su casa, también le entrega su oro, a cambio de las curaciones y el enriquecimiento espiritual. Ella ha llegado a gozar su sexualidad, transgrediendo las leyes cristianas, pero no para la interpretación que ella le da por su creencia en las otras vías que le vendió el santero.

“La prohibición y la transgresión responden a esos dos movimientos contradictorios: la prohibición rechaza la transgresión, y la fascinación la introduce. Lo prohibido, el tabú, sólo se oponen a lo divino en un sentido; pero lo divino es el aspecto fascinante de lo prohibido: es la prohibición transfigurada. La mitología compone —y a veces entremezcla— sus temas a partir de estos datos”, dice Georges Bataille en El Erotismo.

Sin embargo, la hermana menor se percata que no todo es santidad en el asunto y le recrimina a Sofía su conducta, lo que causa una separación entre ellas. La dama rechaza los argumentos de la chica. Durante toda la trama el Mudo se entromete; hay insinuaciones de una relación poco clara, con tintes el eróticos en los juegos entre la chica y él.

Las discusiones van en aumento al punto en que Sofía prefiere al Curandero y le dice a la Joven que se vaya de la casa. “Sí que estás cambiada ¿Eh?”, responde la joven.

Sofía: Toda mi vida me he dedicado a cuidarte. Y ahora que me dedico a mi vida espiritual te pones así.

Joven: Tu vida espiritual ¿Tu vida espiritual? ¿Qué te hace cuando se meten al cuarto?

—Hacemos oración, mi madre. Nos metemos en la palabra de Dios.

—¡Mano es que te mete! Ja ja.

—Él me curó. Trajo a Dios a esta casa.

—Macho es que quieres, tú. Ja ja já.

—No te burles eh, soy tu hermana mayor.

—No te digo…te tiene pero bien pendeja.

—Necesitas a Dios en tu corazón. Dejar que te toque, y dejar que te cambie por dentro y por fuera. Y verás que las cosas tienen otro color, otro sabor…

Llega un punto culminante al confrontarse los tres. Con su labia fina el Curandero convence a la joven. Les habla de sus éxitos con otras personas.

“¿Y qué más puede curar?”, pregunta la Joven. “Maldiciones de los padres desde el vientre de la madre, brujerías, odios, mal de ojo, vudú, magia negra, yoga, guija negativa, clarividencia, adivinaciones, supersticiones, encantaciones, cristales, nueva era, amoralidad, corrupción, problemas familiares difíciles, y también si tienen una traba que no les permita obtener el máximo placer sexual se le puede ayudar”, dice el charlatán.

Las convence de que va “a trabajar” con las dos al mismo tiempo. Las cubre con una sábana y saca un vibrador de una cajita. Primero “trabaja” con Sofía y la deja para seguir con la Joven, quien llega al mismo éxtasis espiritual como antes la hermana.

Esta sesión cambiará radicalmente la forma de ver el mundo santo de Sofía, que se arrepentirá de haber intentado convencer a su hermana para creer en el gurú. Los celos le abren los ojos, la llevan romper el idilio y revoca todo buscando venganza.

En la obra se muestra muy bien lo que ocurre en muchas partes de México, donde, por creer en charlatanes la gente pierde su dinero y hasta la vida; Marco Pétriz nos da un ejemplo de algunas de las represiones de las que hablara Freud; supongo también, que esta obra le habría servido muy bien a Bataille para hablar del erotismo y la santería, tema del que, creo, nunca tocó.

 

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