Las noticias sobre un nuevo espionaje de agencias estadounidenses en México causaron asombro, pero no por las revelaciones sino por la reacción del gobierno ante el caso.
Con base en documentos entregados por el exanalista de la CIA Edward Snowden, la revista alemana Der Spiegel publicó que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) intervino la red de correo electrónico del expresidente Felipe Calderón, así como interceptó miles de mensajes de texto de Enrique Peña Nieto cuando era candidato a la presidencia.
Ante esto la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un breve comunicado en el que informó que solicitará una explicación al gobierno del presidente Barack Obama, decisión que fue criticada por especialistas mexicanos quienes la calificaron como ‘pusilánime’.
Pero más allá de la polémica lo cierto es que para México no es sencillo plantar cara de la misma forma en que lo hicieron Brasil y Francia, reconocen analistas, pues la relación con Estados Unidos siempre ha sido muy compleja.
‘El gobierno mexicano es tremendamente cuidadoso con las decisiones que toma’, explica a BBC Mundo Silvia Núñez García, directora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
‘Yo no estaría de acuerdo en hacer un escándalo de manera automática, sino que se trata de revisar con enorme cuidado qué es lo que pasa, cuál es la intencionalidad de que estas cosas se manifiesten de determinada forma’.
Presidentes informantes
Los mexicanos suelen mantener un espíritu profundamente nacionalista frente a sus vecinos del norte, pero al mismo tiempo una encuesta de la empresa de opinión pública Mitofsky reveló que el 46% de los habitantes de México consideran a Estados Unidos como la nación con quien se tiene más amistad.
Los consumidores estadounidenses son el principal socio comercial de los mexicanos, mientras que el 10% de la población nacida en este país reside actualmente en Estados Unidos.
Esta relación compleja obliga a reaccionar con cautela ante escándalos como el actual, coinciden especialistas, aunque ciertamente el espionaje estadounidense en México no es un tema nuevo, recuerda el investigador Lorenzo Meyer.
En la historia del país existen varios pasajes en que la intervención de la Casa Blanca ha provocado crisis internas, como ocurrió con el golpe de estado en 1913 que causó el asesinato del entonces presidente Francisco I. Madero.
En tiempos recientes la actividad de agencias de seguridad estadounidenses en suelo mexicano ha sido frecuente, e incluso algunos consideran como normal que las actividades y conversaciones de políticos, empresarios y activistas sean vigiladas.
De hecho durante décadas las autoridades mexicanas ayudaron a espiar a personajes o grupos que interesaban a la Casa Blanca. Documentos revelados por Wikileaks señalan que, por ejemplo, los expresidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría fueron considerados informantes de la CIA.
Otro ex mandatario cercano al gobierno estadounidense fue José López Portillo, quien antes de asumir el poder, cuando era secretario de Hacienda, solía ofrecer información a la embajada de Estados Unidos en México.
‘Litempo 8’
Paradójicamente estos tres expresidentes mantuvieron públicamente una actitud muy crítica hacia la Casa Blanca, e incluso Echeverría -cuyo nombre clave ante la CIA era Litempo 8, según Wikileaks- se asumió como ‘el líder del tercer mundo’ ante lo que llamaba ‘el imperialismo’ de Rusia y Estados Unidos.
Así, para las agencias estadounidenses no ha sido complicado obtener información sobre su vecino del sur, recuerda Meyer en una entrevista con MVS Noticias.
‘Tenían muchos informantes. Es muy fácil para la embajada norteamericana pedirle a alguien del sector privado, de la iglesia, del gobierno que platique con ellos, y entonces hacen las preguntas adecuadas’.
‘Desde hace un buen tiempo cualquier gobernante mexicano medianamente inteligente sabía que sus conversaciones, sus comunicados e incluso sus documentos escritos eran de posible interés para los servicios de inteligencia norteamericanos’, explica.
‘Debió actuar siempre de esa manera, consciente de que no hay secretos para los norteamericanos. Ahora ya nos queda muy claro’.
‘Traición’
Para algunos especialistas es cuestionable la reacción del gobierno mexicano a las revelaciones de Der Spiegel. ‘Estamos hablando de espionaje de un jefe de estado a otro, un tema que no puede ser soslayado en aras de mantener la paz en la relación bilateral’, advierte la especialista Denisse Dresser en conversación con MVS Noticias.
‘El gobierno mexicano debe dejar atrás la actitud que yo calificaría de agachona y pusilánime que ha manifestado hasta el momento’.
Pero Núñez García no está de acuerdo. ‘Habría que cuestionar por qué los estadounidenses actúan de esa manera con mi país’, señala.
‘En este tipo de coyunturas se debería poner en entredicho la buena voluntad de Estados Unidos para llevar relaciones armónicas con otros países’.
Una posición que muchos comparten, sobre todo porque en la historia del país Felipe Calderón ha sido el presidente más cooperativo con la Casa Blanca.
Y sin embargo, sus comunicaciones privadas fueron espiadas, algo que demuestra falta de confianza de los estadounidenses, señala la investigadora de la UNAM.
Mientras, la sensación que el caso deja en muchos mexicanos la describe el periodista Raymundo Rivapalacio en su columna publicada en varios medios locales. El título de su artículo es: ‘Traición a Calderón y Peña Nieto’.