MUJERES Y POLÍTICA.- San Bartolo Coyotepec es una población aparentemente apacible, una población pequeña, pintoresca, una población emblemática en el mapa turístico de Oaxaca, gracias a sus artesanías de barro negro mundialmente conocidas, ollas de barro negro cuyo brillo se atribuye a doña Rosa Nicolasa Real.
Hablar de San Bartolo Coyotepec, cuyo nombre zapoteco fue Zaapeche, lugar de jaguares, es hablar de esa pequeña mujer de manos agrietadas por el barro húmedo con el que labró cientos, quizá miles de ollas y otras piezas, mujer que despertó el interés de Alfonso Caso y María Lombardo que admiraron su trabajo allá por los años treinta.
En los últimos días, San Bartolo Coyotepec ha dado la nota por sus mujeres, no solo por su carácter artístico artesanal, esta vez porque a ellas una decisión de la asamblea las “echó” prácticamente de la posibilidad de ocupar un cargo dentro del gobierno municipal, sólo porque carecen de fuerza física, les dijeron el pasado domingo.
Este caso que no es otra cosa que un absurdo increíble y misógino, que pone en tela de juicio la decisión arbitraria de una mayoría de ciudadanos varones a quienes nada les importó que precisamente cuando ellos estaban cometiendo esa arbitrariedad en otros puntos del país entero se hacían discusiones, reflexiones, mesas de trabajo, conferencias y toda clase de actos para reflexionar en torno al 60 aniversario de la reformas al artículo 34 constitucional que daba a las mujeres la ciudadanía plena, el derecho a votar y ser votadas.
Esta decisión unilateral tomada en San Bartolo Coyotepec, la tierra donde Rosa Nicolasa Real nació un 5 de septiembre de 1900, es una desgracia para la igualdad y los derechos humanos de las mujeres y debe ser un hecho vergonzoso para la ciudadanía, tanto de hombres como mujeres. Una situación que exige no sólo de una carta de protesta de las oaxaqueñas sino de la negativa de las autoridades electorales y de gobierno, sin embargo, parece que aceptan esta situación al guardar silencio y no hacer un posicionamiento al respecto de algo que a todas luces es un grave acto de exclusión para las mujeres.
Pero el silencio tiene una razón, en Oaxaca los “usos y costumbres” hoy llamados sistemas normativos internos son incuestionables, es más son intocables, aún cuando en ello vayan los derechos de las mujeres, que hay que decirlo con todas sus letras, en algunas comunidades deriva en la existencia de “ciudadanas” de segunda y hasta de tercera. Este es el gran atorón para la democracia mexicana, no sólo estatal, por increíble que parezca, así opera el machismo-político en algunos municipios oaxaqueños.
Así, el Oaxaca real, no la postal, se convierte por enésima vez en el foco de la violencia machista-política contra las mujeres y las dimensiones de su efecto puede llegar a ser tan grande como sus protagonistas lo determinen, ahí tenemos el caso de Eufrosina Cruz Mendoza, el caso real, el libro y la película.
Pero lo increíble es que apenas la semana pasada se denunció un hecho semejante en el municipio de San Nicolás Yaxe, donde también las “autoridades”, es decir, los hombres de la comunidad, excluyeron a las mujeres del gobierno. Seguramente este tipo de escenarios los seguiremos observando en los próximos días, pero lo alarmante insisto es que todavía no hay un pronunciamiento certero y específico por parte del gobernador Gabino Cué, a quien por cierto se le acortan los días de su maravilloso año “oficial” contra la violencia hacia las mujeres. Pura demagogia y atole con el dedo.
Y si de machismo-político hablamos que podemos pensar de la intención malsana y nefasta de la bancada perredista oaxaqueña que busca derogar el artículo 158 del Código de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales para el Estado de Oaxaca (CIPPEO) para que el IEEPCO no tenga forma de sancionar a los partidos políticos cuando no cumplan con lo establecido en la ley y en específico con la cuota de género.
Si los demás partidos políticos votan a favor de esta vergonzosa iniciativa estaremos de nueva cuenta frente a un vergonzoso retroceso para la democracia pero sobre todo para el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres, que no tendrán forma de hacer que se cumplan.
Así que mientras en Baja California Sur ya se aprobó la paridad en las candidaturas para hombres y mujeres a cargos de elección popular para la legislatura estatal y las planillas de los ayuntamientos y, por otra parte, el Ejecutivo federal anunció que ya envío la iniciativa de reformas al COFIPE para que haya paridad en los procesos electorales federales, en Oaxaca se pretende hacer todo lo contrario.
A mi ya no me cabe duda, Oaxaca es una república independiente de la mexicana. Tiene su propio sistema de gobierno (el mole de todos los chiles), tiene su propio calendario escolar, tiene un sistema de salud muy cuestionable y que no protege a las mujeres (al contrario procura su muerte como sucedió esta semana con una mujer de profesión enfermera a quien dejaron morir tras un parto), y tiene un sistema político-machista que da terror, y todo ello junto, se traduce en feminicidio, si nos apegamos a la definición de este término que fue tipificado como les dio la gana.
La magnitud de la desigualdad que las mujeres viven en Oaxaca nos lleva a entender el por qué en el Noveno Encuentro Nacional Feminista, que se realiza este fin de semana en Guadalajara, Jalisco, hay tantas oaxaqueñas dispersas en todas las reuniones buscando, claro está, los caminos para contrarrestar los retos de la desigualdad.
Ahí están mezcladas con las otras, escuchando las experiencias de las otras, elaborando con las otras los mecanismos de articulación posibles en medio, como se dice, de una pluralidad que sorprende y donde las que más se ven son mujeres muy jóvenes que no dejan pensar en las feministas pioneras que ni siquiera se asomaron por esta asonada. Hay y habrá nuevas y muy frescas propuestas al final de este domingo.
En el Noveno Encuentro Nacional Feminista se ratifica que la violencia como la pobreza son dos obstáculos contra la igualdad, que ponen a las mujeres en desventaja lacerante y mortífera, y que sigue pendiente una gran deuda con las mujeres su derecho fundamental a decidir. Todo ello en medio de proyectos de gobierno de derecha, centro o izquierda que como los astros parecen alinearse y utilizan, como en el caso de Oaxaca, los derechos de las mujeres como recurso para exaltar mediáticamente supuestas acciones democráticas que no son más que pura demagogia, y claro, para la negociación.
El Noveno Encuentro Feminista es una reunión entre el pasado y una nueva generación de activistas y académicas que tendrán que resolver los viejos pendientes y nuevos los retos del feminismo. Algo muy parecido a lo que pasó hace casi un siglo en Yucatán, así están las cosas, entre avances y retrocesos, pero recrudecidas por la violencia que atraviesa la vida de las mujeres en todos los sentidos.
@jarquinedgar