MUJERES Y POLÍTICA.- El año que comienza tiene una enorme carga de incertidumbre política y económica, como consecuencia de las reformas constitucionales que se efectuaron recientemente. No es para menos, en México los gobiernos del PRI como del PAN no han sido precisamente creíbles ni confiables sino todo lo contrario y el resto de los partidos políticos han representado la lámpara de la desilusión, porque cuando finalmente obtienen lo que buscan se mimetizan con los otros y nadie sabe dónde está el principio y menos dónde está el final.
La historia es larga. La revolución mexicana del siglo pasado fue una manifestación en contra de los abusos excesivos del poder que limitaba la libertad en casi todos los sentidos y producía una enorme cantidad de pobres, además de algún modo, permitía la esclavitud (todo eso me suena actual). Esa revolución dio origen a nuevas legislaciones y con el tiempo al reconocimiento de los derechos de las personas, primero a los hombres y hoy las mujeres seguimos en esa búsqueda. Se construyó un país nuevo, moderno, que aspiraba fervientemente a la democracia y a conseguir el bienestar general. Una nación alejada de los militares revolucionarios, pero viéndolos de ladito, homenajeados, mantenidos en privilegios por si acaso.
Al final del siglo, de esa revolución teníamos claro el sitio a donde habíamos llegado: una democracia de partidos, atravesada por algo que no fue posible sacudirnos aún después de la revolución: el presidencialismo (actitud a la que se suman gobernadores y presidentes municipales). Hoy lo entendemos más, me explicaba una querida amiga, quien señala que ello es consecuencia de siglos de avasallamiento y lo entendimos mejor a través de las lecturas feministas sobre colonialismo.
Muy pegada a ese partidocracia y ese presidencialismo nace, crece y se reproduce la burocracia –no la sindicalizada de bajos sueldos y de prestaciones sociales- sino la que constituye una cierta clase de personas que han generado privilegios y prestaciones sociales pero privadas, como seguros médicos y pólizas de seguros de vida. Puestos que se reparten entre quienes no alcanzan cargos políticos, sepan o no hacer la tarea encomendada, pero que además gozan, como los anteriores casos, de una condición social, económica y política de privilegio sin comparación alguna, reitero.
2014 será un año difícil para México, quizá más difícil de lo que han sido los anteriores años del siglo XXI. Se realizaron “importantes” reformas constitucionales en 2013, pero la más controversial es y lo será por decenios la reforma energética. La razón es la falta de credibilidad del gobierno. Las discusiones de sobremesa, la opinión del taxista, las y los jóvenes que no militan en ningún bando político, los emprendedores que no los empresarios, las personas mayores no están convencidas de las bondades que en anuncios comerciales nos envían vía televisión y radio todos los días desde la presidencia.
La sociedad mexicana tiene en su memoria un claro referente, aún cuando los hechos sean diferentes de manera sustancial, es el caso concreto de Teléfonos de México vendida porque al Estado mexicano le resultaba una carga modernizar la paraestatal (¿les suena conocido?) y durante mucho tiempo hemos tenido que pagar la telefonía fija y móvil más caras del mundo y hemos visto el enriquecimiento de un solo hombre: Carlos Slim, bajo un no permitido monopolio, bueno eso reza la constitución mexicana. Y como ya sabemos México es el paraíso (incluso fiscal) de los monopolios.
Frente a esa experiencia resulta por demás increíble pensar que tendremos gasolinas y energía eléctrica más baratas, que pagaremos menos. Es aquí donde tendríamos que parafrasear a la escritora Elena Poniatowska con el título de su libro: Hasta no verte Jesús Mío, en una especie de respuesta a los poderes ejecutivo y legislativo, uno por proponer y otro por aprobar.
2014 y tal vez los subsecuentes serán difíciles en extremo, porque a pesar de las cuentas alegres de los gobiernos (incluyendo a las izquierdas) en este país hay algo que sí predomina y domina el escenario se llama pobreza y todas sus clasificaciones: más de 52 millones de personas clasificadas en el rubro de pobreza y 12.8 millones más en pobreza extrema en México, es decir, el país tiene al 54 por ciento de su población sin posibilidades y cuesta decirlo pero es real, una gran mayoría de esas personas en pobreza son mujeres.
Salir del hoyo es el otro gran reto de las y los mexicanos, pero no se podrá hacer gran cosa en tanto siga predominando el abuso del poder y la corrupción en todos sus niveles, mientras en lugar de políticas públicas sea más socorridas la beneficencia pública que solo remedian de forma pero no de fondo o están plagadas de corruptelas como ya se ha demostrado en varios casos de Oaxaca, por ejemplo, donde se entregan cheques a las y los amigos de los funcionarios que luego se tienen que “mochar” con una tajada para el jefe o devolverlos porque en realidad era un acto de simulación.
Este país necesita transformaciones de fondo, claro que sí, pero en medio de la incertidumbre y la falta de confianza en los gobiernos -federal, estatales o municipales- resulta difícil creer en la posibilidad de que algo en el horizonte se habrá de mejorar.
Se llamen como se llamen: Enrique, Gabino, Eruviel, Francisco, Miguel, Rafael, Arturo, Ángel, Carlos, Marcos, Fernando, Manuel, César, Rubén, Mario, Jorge, Miguel Ángel, Francisco, Jorge Aristóteles, Fausto, Graco, Roberto, Rodrigo, José Eduardo, Roberto, Fernando, Mario, Guillermo, Egidio, Mariano, Javier, Rolando, Miguel Alejandro. ¿Se fijaron? Ninguna mujer, lo que por cierto no es casualidad, la política es privilegio de los varones.
Todos ellos tienen una enorme responsabilidad que no alcanzan a ver, privilegian en general el culto al circo, la pista de patinaje o como sucedió con el joven gobernante chiapaneco, el culto a la personalidad. De lo que no escapan el resto, quienes se endiosan a sí mismos, solapados por las malas prácticas de comunicación social que cada vez están en mayor medida en mentes equivocadas. Endiosamiento que les impide dejar el dispendio, la lisonja, lo superfluo, la buena vida para mirar que frente a ellos está el pueblo, empobrecido e incrédulo a cada paso que dan sus gobernantes y que para contrarrestar esa sensación, los séquitos los arrullan con camiones de acarreados que necesitan al menos.
Mucho se ayudarían si revisaran y analizaran las razones de la revolución mexicana para no repetir la historia, que no es deseable, porque la falta de maestros en las aulas, la “taravisión” y ahora las redes en internet no siempre obrarán a favor del adormecimiento de la población mexicana.
El año 2014 nos traerá renovaciones, claro que sí. En Oaxaca habrá renovaciones que no nos sorprenderán, ya hemos vivido otras, al menos tres, en el siglo pasado y fueron resultado de lo que hoy estamos viviendo: el menosprecio a la sociedad por parte de la clase política, en algunos casos, y en otros la falta de capacidad frente a los enormes retos que representa gobernar Oaxaca. Enhorabuena el 2014, bienvenido sea, la meta es reducir la pobreza económica, pero también la política, la social y la de falta de conciencia.
@jarquinedgar