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Del discurso a la realidad

MUJERES Y POLÍTICA.- Mi abuela Lucha siempre decía “no hay pero que valga” y con esa sola frase podía desarmar hasta el más pintado. Pero también era insistente cuando decía “que prometer no empobrece…”

Hoy, frente a la nulidad institucional la frase por simple que parezca: “no hay pero que valga”, puede aplicarse sin problema alguno frente al olvido de las promesas hechas por el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, aquel 1 de diciembre de 2010, en un discurso largo de 70 párrafos.

A más de tres años nada claro sobre el horizonte de las mujeres (sobra decir nada claro sobre el horizonte de Oaxaca) y con ello habría que recordar al que dijo que iba a gobernar obedeciendo -entre líneas tendríamos que adivinar ¿a quién iba a obedecer?- porque no hay pero que valga cuando las mujeres tienen que parir en la calle, sea en instituciones como las clínicas que “administran los servicios de salud estatal o en el “glorioso” IMSS.

“Obedecer su voz, y escuchar atento sus necesidades para juntos buscar el camino del progreso…”, apunta en otra de sus impactantes frases, mientras en el imaginario colectivo de la ciudadanía viajaba a gran velocidad “el ahora sí, qué bueno”. Pero nada. En dos ocasiones, al menos que recuerde, se ha solicitado a través de firmas (la voz del pueblo) que renuncié al titular de Salud, Germán Tenorio Vasconcelos, frente a esa indignante condición de “atención” a las mujeres al momento del parto. “Obedecer su voz…” y nada. No se acuerda Gabino de su discurso de toma de posesión allá en San Raymundo Jalpan, aun cuando se atrevió a decir “…que no se quede en simples promesas”, pero el viento soplaba fuerte sobre la explanada del recinto legislativo.

El mandatario oaxaqueño prometió más a un pueblo que quería justicia social, cuando apuntó sereno: “…no permitiré la impunidad, y no habrá protección para quienes con sus actos traicionaron la confianza y la voluntad de la gente…”. ¿Qué le pasó? ¿Dónde quedó el “enfoque más humano de su gobierno”? Tal vez no escucha la voz de la gente, del pueblo al que iba a gobernar obedeciendo porque ellas no son humanas. Situación de la que se dio cuenta después porque en su discurso aludió a “la mujer oaxaqueña”, un ente, “como prioridad en mi mandato”.

Y recuerdo, porque lo leo en la página web del propio gobierno estatal, que aquel día dijo: “No podemos permitir el gran olvido y desatención en el que se encuentran nuestras mujeres. Implementaremos mecanismos para detectar embarazos de alto riesgo y mejoraremos sustancialmente su alimentación, para que así gocen de mejor salud y podamos bajar drásticamente los índices de mortandad materna”. ¡Ah…!, podrán decir que no prometieron que impedirían a toda costa que ellas parieran en la calle.

Y entre más avanzo en el discurso más frases, más promesas: “Oaxaca debe ser un estado de equidad e igualdad de género. Estoy dispuesto a construir un nuevo pacto social con las mujeres de Oaxaca, en donde erradiquemos la discriminación y la exclusión social, garantizando sus derechos y castigando cualquier forma de violencia contra de ellas”.

Pero nada, otra vez nada. Porque no hay pero que valga para justificar que el Instituto de la Mujer Oaxaqueña reciba menos presupuesto en 2014 en comparación con los dos años anteriores. ¿Cuánto menos? Menos en verdad, se trata de un 54.4 por ciento menos de lo que tampoco era mucho al pasar de 15,4 millones a solo 8.4 millones para erradicar –porque así tendría que ser–, repito sus palabras, “la discriminación y la exclusión social, garantizando sus derechos y castigando cualquier forma de violencia contra de ellas”.

Equidad e igualdad, son palabras y no hechos. No se puede construir con menos cada día, un estado donde las mujeres de todas las edades puedan gozar de una vida libre de violencia, condición de la que no escapó recientemente una pequeña de apenas cuatro años, asesinada en la mixteca oaxaqueña. Situación que en este gobierno ha alcanzado, según el recuento hemerográfico de Consorio-Oaxaca, a 259 mujeres, 259 cuyas madres, padres, hijos e hijas, hermanas y hermanos esperan justicia y también reparación del daño para las y los huérfanos.

Frente a esa realidad desigual y violenta, no hay pero que valga. Porque alguien tendrá que explicarle al gobernador que es violencia ser asesinadas, como es violencia no ser atendidas con calidad humana en las clínicas de la tan llevada y traída salud pública.

¡Creo en Oaxaca! Fue el final de aquel discurso de casi seis mil palabras. Eran tantas palabras como promesas, tal vez por eso se le acabó la fuerza, el entusiasmo y como él mismo sostuvo “la pasión” para gobernar. Tal vez se desencantó Gabino Cué, que hoy es claro, ha dejado todo en manos de otros que no fueron electos para gobernar.

En ese sentido, sin duda, mi abuela tenía razón, no hay pero que valga, que justifique las palabras vacías que se trasladaron al escenario mediático sin que ello sirva para solucionar o menguar al menos, los problemas que se ahondan, los daños que no cicatrizan y que en cambio profundizan las desigualdades.

Hace algunos años, en medio de uno de los muchos desastres sociales de este país, se le preguntó al presidente en turno ¿de qué se ríe señor presidente? Hoy preguntamos de qué se vanagloria el gobierno estatal si estamos peor que antes (lo cual es demostrable) y me refiero sólo al caso de las mujeres. Y a pesar de todo, a pesar de las promesas hechas no se cansaron en los dos últimos días ni la Procuraduría General de Justicia del Estado ni el IMO de emitir comunicados para “presumir” el reconocimiento, dijeron, al modelo de atención integral a la violencia de género por parte de un grupo de funcionarias del Ministerio de Justicia de la República de Chile.

Vuelvo pues al discurso de toma de posesión de Gabino Cué, hace casi 38 meses: “Nadie por encima de la ley…No toleraré actos de corrupción…No toleraré que funcionarios se enriquezcan al amparo de la pobreza de la gente…” Recordar es vivir y la mentira es corrupción, es estar por encima de la ley…

Bueno, no hay duda, el discurso fue una chulada, la realidad una tragedia. Lástima que las funcionarias chilenas no hayan tenido tiempo para hablar con las familias de las víctimas de feminicidio que no tienen, por cierto, acceso a la atención integral ni a la justicia plena, lo mismo de lo que hoy presumen.

Misoginia pura

La semana pasada en la edición 474 del suplemento Las Caracolas, de esta casa editorial, hicimos un recuento de la violencia institucional que los señores del poder o aquellos que sienten lesionados sus “derechos” o invadidas sus propiedades (el poder político, se cree, es propiedad patriarcal) ejercen sobre aquellas mujeres que atrevidas osan posar su mirada y su quehacer en las estructuras de gobierno vía la elección popular. Y poníamos, entonces, el caso de Elizabeth Sánchez González, a quien simple y sencillamente no se les dio la gana en el Cabildo, reconocer su cargo como síndica en Tlacolula de Matamoros. Otro caso emblemático, por grotesco, es la exclusión de las mujeres del gobierno en San Bartolo Coyotepec y un largo etcétera que podría llevarnos a varias décadas de violencia política contra las mujeres en Oaxaca.

Pero esa historia no termina cuando las mujeres ocupan sus cargos correspondientes. En el municipio de Santa Cruz Xoxocotlán esta semana circuló un panfleto (escrito o libelo breve generalmente agresivo o difamatorio) en contra de la síndica Diana Luz Vázquez Ruiz, a quien se le descalifica y difama. La razón, porque esta joven política priista de hueso colorado, se ha dado a la tarea de hacer las cosas de manera diferente. No les gusta, a los señores del poder absoluto, que recorra las colonias, que converse con la ciudadanía, que los escuche…En suma y sin duda tienen miedo y eso que el gobierno municipal tiene apenas 39 días de iniciado.

El problema es que todo indica que el panfleto salió de la misma estructura del gobierno municipal a través de las oficinas de Comunicación Social, quien se encargó de repartir el documento difamatorio a través de la síntesis y a través de las redes sociales. Enemigo en casa, gracias claro está a eso que las feministas han dado la categoría de misoginia, es decir, odio a las mujeres cuyo fin es hacer daño.

La pregunta es hasta donde el presidente municipal de Santa Cruz Xoxocoltán, Héctor Santiago, permitirá que esta cobardía quede en la impunidad, porque tal parece que el origen de este lamentable hecho, tiene nombre y apellido. Y ojo, no se confundan, las agresiones de este tipo se cometen principalmente contra las mujeres, no son trivialidades, tienen mar de fondo, buscan amedrentar y evitar que ellas sigan avanzando.

@jarquinedgar

 

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