SIN DERECHO A FIANZA.- Siempre han existido vivales que han hecho un oficio explotando la ignorancia de la gente con un supuesto conocimiento de “lo oculto”.
En culturas tan antiguas como la sumeria y la egipcia ya conocían y se dejaban influenciar por la numerología, por ejemplo. Asimismo la astrología, la quiromancia, la lectura del tarot y los oráculos provienen de muy antiguo.
Hay gente que cree que los residuos del café o las cenizas del cigarrillo le dirán su suerte o que unos mayas (que no supieron adivinar su propio futuro) profetizaron la destrucción del mundo…
Algunos de esos “conocedores” de lo oculto tuvieron incluso riqueza y poder al mantener engañados a reyes o príncipes, como Rasputín. En nuestros días aún hay quien cree en las “profecías” de uno de esos grandes charlatanes: Nostradamus.
En nuestro país hubo afamados creyentes en supercherías, como Francisco Ignacio Madero, y curanderos como el célebre “Niño Fidencio”, quien tuvo de cliente a Plutarco Elías Calles. O una famosa y moderna: “La Paca”, quien ahora adivina el destino de osamentas desde prisión.
A pesar de los adelantos científicos, mucha gente está al nivel de la sociedad de la Edad Media. Hay ingenuos que no salen de su casa sin ver antes su horóscopo (¿cómo le harán los astrólogos ahora que ya se sabe que un planeta no es planeta?).
En un estado tan pobre como Oaxaca y sumido en el último lugar de educación, es hasta normal ver la proliferación de brujos, curanderos, espiritistas, mentalistas y demás fauna que se aprovecha de esa incultura.
Con riesgo de fallar, podríamos decir que en todos los pueblos del estado hay un brujo o curandero que tiene su clientela segura… con una pequeña ayuda de sus amigos los medios de información.
En el Distrito Federal está prohibido a los medios trasmitir programas o la difusión de este tipo de charlatanes. En Oaxaca no.
Así, recordamos a un exitoso embaucador: el “profesor” Radani (ignoro por qué pero todos son “profesores”, como otros charlatanes de la educación). Este sujeto tuvo un programa en la XEKZ en la región del Istmo hace una década, más o menitos; ahí leía unas cartas (obviamente apócrifas para quien pusiera atención: eran redactadas de la misma manera) donde el supuesto remitente le contaba sus problemas.
Era tal el poder de ese hombre que con sólo leer la misiva, le decía dónde estaba oculto el envoltorio con la tierra de panteón, hueso de muerto y cabellos de la sufrida víctima del hechizo.
Un día, al final de un año, solicitó a sus fervientes ingenuos que, para que su fortuna se acrecentara y sus joyas se multiplicaran, se las deberían dejar en la noche del 31 de diciembre para que él, con base en extraños sortilegios, conjuros y hechizos las “curaría”.
Un buen número de paisanos le entregó sus prendas… y jamás las volvió a ver (conocí a una señora de Juchitán quien le entregó joyas valuadas en 300 mil pesos). Radani desapareció entre el 31 y el primer día de enero… y hasta la fecha.
Hubo otro con un final mejor. El brujo, cuyo nombre huye de mi memoria, también tenía un programa en la XEKZ, “Hermanos del Gran Poder” se llamaba. El vivales rentaba una casa en Tehuantepec. Hasta ahí llegó un día un enojado paciente, con muy poca paciencia, a quien no le gustó que nada de lo que le adivinó el vidente le saliera cierto.
Con todas las buenas intenciones de mandarlo a adivinar al otro barrio, el antes ingenuo le tiró de balazos. Para la buena suerte (de ambos) nomás logró herirlo en una pierna.
Una falla del “Hermano del Gran poder”, quien no lo tuvo para adivinar su destino. Se infiere que por esta minucia el adivino desapareció del Istmo.
Todo esto viene a cuento porque, consideramos necesario que se ponga un alto a tanto charlatán que explota la ignorancia de los oaxaqueños, y tal parece que nuestros diputados lo ignoran.
Sin embargo, hay legisladores preocupados por el asunto, como el diputado federal perredista Andrés Eloy Martínez, quien, el pasado febrero, propuso un documento que pretende penalizar “a charlatanes, curanderos o brujos que se aprovechan de las preocupaciones, supersticiones e ignorancia para obtener un lucro indebido”.
Esta iniciativa de ley, para ejemplo de nuestros ilustres diputados oaxaqueños, pretende reformar el artículo 387 del Código Penal Federal, en el apartado dedicado a fraudes, para que la justicia tenga herramientas para juzgar a quienes engañen o se aprovechen de la gente y castigarlos hasta con 12 años de prisión.
Esto, dijo Eloy Martínez, porque “En junio de 2010, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que, considerar a la charlatanería como delito no viola la Constitución, y fortaleció así la lucha contra los estafadores que se aprovechan de gente que, por falta de información, credulidad o, en muchos casos, desesperación al pasar por situaciones personales angustiosas, está expuesta a creer en cualquier alternativa que parezca ayudarlas”.
Las sanciones dependerán del monto que pague la persona engañada: desde tres días hasta seis meses en prisión cuando el valor de lo defraudado no exceda diez veces el salario mínimo; de tres a seis años de prisión cuando sea de 100 a 500 veces el salario mínimo; y hasta 12 años cuando el monto exceda los 500 salarios mínimos.
Mientras esto llega, los medios, por su cuenta, deberían proscribir de sus páginas o su programación a estos charlatanes.