EXPRESIONES.- Quien afirma que “un gobierno democrático le apuesta al dialogo” y que por ello no limitará el derecho a la libre expresión, no se erige como un político visionario, sino como un demagogo que busca su comodidad sin comprometerse con las mayorías.
Poner orden en las manifestaciones y marchas, no es atentar contra la libre expresión, si así fuera, ¿Dónde quedarían los derechos de millones de gentes que los ven coartados cuando en las marchas o bloqueos afectan su patrimonio y su libertad de tránsito?
Es cierto que debemos ser tolerantes, pero no llegar al exceso de la sumisión con tal de no ver fragmentada la imagen o carrera política en aras de una gobernabilidad siempre negociada.
Ningún ciudadano puede ser tolerante ante la agresión física y verbal de cientos de manifestantes que aprovechándose de su número, amedrentan, presionan y exhiben su impunidad.
¿Acaso pintarrajear edificios, romper cristales, gritar con palos, machetes y cohetones en la mano, caminar embozados, destruyendo calles y avenidas, extorsionando a comerciantes y transeúntes y violentando a quien se le ponga enfrente, no es un delito flagrante?
Regularizar marchas y manifestaciones no es coartar la libre manifestación de las ideas, ni el derecho a la petición, es hacer que los manifestantes sigan un protocolo de orden, con horario, sin palos, ni embozados, ni con machetes; sin pintas ni instrumentos que dañen los autos o las fachadas de los edificios y comercios, no bloquear calles ni avenidas por más de 15 minutos, en fin, meter orden no es atentar contra nadie, es respetar el derecho ajeno, el de los demás.
Con ello, seguramente la ciudadanía concedería su simpatía a movimientos que hoy en día se ven con repudio y hartazgo.
Quien trata de escudarse en la democracia para dar paso a la anarquía y a la violencia, es un falso político, es un demagogo…..
Oaxaca de Juárez, Oaxaca; MARTES 29 de abril/2014.
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