Aun cuando Enrique Peña Nieto y su familia han buscado exhibirse mediáticamente en sus visitas al Vaticano y al Papa, nada le garantiza al Presidente que sus reformas tendrán el aval de la Iglesia católica. De hecho, los obispos mexicanos que se encuentran reunidos en estos días con Francisco Bergoglio en Roma desconfían de esos cambios constitucionales, pues consideran que sólo podrían beneficiar a “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del país” a costa de una mayor pobreza y desigualdad para el grueso de la población
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Enfundado en su blanca vestimenta pontificia y con el escudo vaticano a sus espaldas, el Papa Francisco observó a los 80 obispos mexicanos congregados frente a él, y de manera improvisada lamentó la grave situación de violencia e inseguridad que vive México:
“Todos los problemas de la emigración, los que no llegan al otro lado… son hijos que mueren, muertos por sicarios alquilados… Todo ese problema serio de la droga que hoy en día se está ofreciendo muy seriamente. O cuando un campesino te dice: ‘¿Y qué querés que haga? Si cultivando maíz vivo todo el mes, cultivando amapola vivo todo el año’.”
Sin quitar la vista de los prelados mexicanos, el pontífice jesuita les lanzó la siguiente exhortación:
“¡No dejen la oración! Ese negociar con Dios del obispo por su pueblo… María no nos va a dejar solos frente a tantos problemas.”
En la Sala Clementina del Vaticano, un espacioso salón recubierto en mármoles, los obispos escuchaban en silencio la recomendación del Papa, quien ahí mismo les entregó un documento en el que abundó sobre “las múltiples violencias” de México.
Por su lado, la jerarquía católica del país preparó meticulosamente un discurso para esa solemne ocasión. Le encargó su lectura a José Francisco Robles Ortega, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), quien se dirigió al estrado y ahí le leyó al Papa:
“Padecemos, de años, la presencia y actividad del negocio del narcotráfico, fenómeno globalizado y complejo, que ha causado profunda división, muchas muertes, daños a la salud física de la juventud y a la salud moral de las familias; ha sido causa, además, de la ruptura del tejido social.”
Robles Ortega también aludió a otro de los problemas lacerantes de México:
“Vivimos una extendida y endémica pobreza en un gran sector de la población, con todo lo que esto conlleva: ignorancia, enfermedades, abandono del campo y emigración a la ciudad y al vecino país del norte. Al respecto no sólo nuestra población emigra; muchos hermanos, sobre todo centroamericanos, pretenden cruzar nuestro país para llegar a los Estados Unidos y, tenemos que reconocer, son víctimas de atracos, extorsión, violaciones y muerte que enluta a tantos hogares.”
Organizada desde meses antes por la Casa Pontificia, esta reunión se llevó a cabo el pasado lunes 19. Fue el evento más importante de llamada visita Ad Limina que los obispos mexicanos realizan al Vaticano del 12 al 31 de este mes de mayo, y en la cual también se abordan las reformas constitucionales del presidente Enrique Peña Nieto, que preocupan mucho a la Iglesia porque pueden agudizar la pobreza y la desigualdad en México.
EL DRAMA MEXICANO
Eugenio Lira Rugarcía, secretario general del episcopado mexicano y quien está participando en dicha visita, menciona la gran “sintonía” entre el mensaje de Jorge Bergoglio y el de los obispos mexicanos, pues en ambos se resaltó la violencia y la dramática situación social. Comenta a Proceso:
“Resulta lógica esta sintonía y coincidencia entre los dos mensajes, ya que el Papa elaboró el suyo en base al informe Ad Limina que cada obispo le envió por escrito previamente y donde le detalla la realidad de su respectiva diócesis. Pero además desde el día 12 el Papa está recibiendo a los obispos mexicanos, en grupos de diez en diez, que le van contando personalmente de su situación. Ya se esperaba, pues, este mensaje del Papa.”
–¿Y cómo se preparó el discurso que le leyó monseñor Robles al Papa?
–Ese discurso recoge las inquietudes de todos los obispos mexicanos, principalmente las que externamos en nuestra pasada asamblea de abril. El discurso lo fuimos afinando tanto los miembros del Consejo de Presidencia como los del Consejo Permanente de la CEM. Todavía el domingo 18, un día antes de presentarlo ante el Papa, le dimos la última revisión.
Lira Rugarcía –quien habla por teléfono desde el Vaticano– está muy sorprendido por el hecho de que los encuentros de Bergoglio con los obispos mexicanos también se estén efectuando al margen del rígido protocolo establecido.
“¡Caray! Yo soy uno de los obispos a quien le tocó hospedarse en la Residencia de Santa Martha, que es donde vive el Papa. Aquí también se hospeda monseñor Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y coordinador de nuestra visita Ad Limina. Es impresionante ver bajar al Papa todos los días a desayunar, comer y cenar con nosotros. Le gusta charlar y convivir en la mesa. Es muy informal y sencillo”, dice.
–¿Y está al tanto de lo que pasa en México?
–¡Por supuesto! Tiene una profunda comprensión de nuestra realidad. Y eso se debe en gran parte a que también es latinoamericano y comparte la misma cultura e idiosincrasia que nosotros. Está profundamente en contacto con la realidad. Además sabe escuchar y es muy directo en sus planteamientos. Lo sentimos muy cercano. Esto nos da mucha confianza a los obispos mexicanos.
“Pero al igual que el Papa, he comprobado que los presidentes de los dicasterios romanos con quienes nos estamos reuniendo también tienen mucha información sobre la realidad mexicana. Ellos nos vienen insistiendo en ponernos al servicio de la persona humana. Hacen hincapié en la centralidad de la persona.”
Lira se refiere a los encuentros que, en el marco de la visita, los obispos mexicanos están sosteniendo con los encargados de las distintas congregaciones y consejos pontificios a fin de darles información sobre sus diócesis, pero también para escuchar los lineamientos a seguir.
Refiere que, junto con los miembros del Consejo de Presidencia de la CEM, él ya se reunió con el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, y con el cardenal Francesco Coccopalmerio, quien se encuentra a cargo del Consejo para los Textos Legislativos.
“Ellos nos recalcaron que la Iglesia debe ponerse al servicio de la persona humana en su realidad concreta. Y también nos dejaron muy en claro que el Papa Francisco no siente temor de enfrentar los temas más delicados de la realidad actual.”
–¿Y cuáles son las orientaciones que, hasta el momento, les ha dado el Papa?
–Son muy precisas, claras y concretas. Sobre todo insiste en que no nos corresponde dar soluciones técnicas ni políticas para enfrentar el problema de la violencia en México, pues nuestro ámbito es el pastoral. Incluso así lo dejó asentado en el mensaje escrito que nos entregó el lunes 19.
Por cierto, la mañana de ese día el Papa sostuvo previamente una reunión con los obispos de Guerrero y Michoacán, dos de los estados con mayores índices de violencia, por lo que el tema fue ineludible, según cuenta Carlos Garfias, arzobispo de Acapulco que participó en ese encuentro privadísimo:
“Los obispos ahí presentes le hablamos de la violencia en nuestras diócesis, así como de nuestros esfuerzos por promover la paz. El Papa nos expresó su preocupación. Pero sobre todo lo noté muy dolido cuando el obispo de Apatzingán, don Miguel Patiño, le contó su experiencia.”
–¿Y usted qué le dijo?
–Le informé principalmente de mi labor en la arquidiócesis de Acapulco; del apoyo que estoy dando a las víctimas a través de centros de escucha y la promoción de la paz en mis parroquias. El encuentro duró poco más de hora y media. De ahí nos fuimos directamente a la audiencia general del Papa con todos los demás obispos, donde nos entregó su mensaje escrito.
En este mensaje, Bergoglio les dice:
“Conozco vuestros desvelos por los más necesitados, por quienes carecen de recursos, los desempleados, los que trabajan en condiciones infrahumanas, los que no tienen acceso a los servicios sociales, los migrantes en busca de mejores condiciones de vida, los campesinos… Sé de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos.”
Señaló que “las múltiples violencias que afligen a la sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes, constituyen un renovado llamamiento a promover este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y la paz”.
Sin embargo, les recalcó a los obispos que no les compete “aportar soluciones técnicas o adoptar medidas políticas” para solucionar el problema de la violencia, sino más bien vivir una “solidaridad comprometida y cercana con el pueblo” y “sufrir con quienes sufren”.
Y les pidió intensificar la pastoral de la familia, destacar la importancia de la parroquia y promover las vocaciones sacerdotales, entre otros puntos del ámbito estrictamente eclesiástico.
RESPUESTA PENDIENTE A PEÑA NIETO
Al Papa y a la jerarquía también les preocupan las reformas constitucionales emprendidas por el presidente Enrique Peña Nieto. En el documento de la CEM Por México ¡actuemos!, los obispos indican que tales cambios legislativos pueden ser sólo para beneficio de “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del país”, por lo que quizá traigan mayor pobreza y desigualdad para el grueso de la población.
El documento –que el Vaticano ya tradujo a 39 idiomas y difunde a nivel mundial– cuestiona duramente cinco reformas constitucionales de Peña Nieto: la política, la energética, la fiscal, la educativa y la de telecomunicaciones (Proceso 1959).
La Presidencia de la República respondió a estos cuestionamientos en el documento Respuestas al Episcopado Mexicano, en el que detalla una a una las supuestas ventajas de sus reformas.
Sobre la energética, por ejemplo, indica que será para “utilizar los vastos recursos naturales de forma racional y sustentablemente para tener una economía más próspera, equitativa y competitiva, así como mejores servicios y productos energéticos”… “crecimiento y prosperidad para las familias mexicanas”.
Peña Nieto espera la respuesta de la jerarquía católica a su argumentación, con la esperanza de obtener su aval a las reformas. Pero los obispos le han dicho que le responderán hasta después de concluir la visita Ad Limina que los mantiene muy ocupados.
Comenta Lira Rugarcía:
“Ahorita nos es muy difícil responderle al presidente Peña Nieto, pues los obispos estamos yendo y viniendo a México y al Vaticano constantemente. Primero necesitamos analizar bien su documento y, claro, asesorarnos con especialistas, pues los obispos no podemos saberlo todo. Eso lo haremos después de la visita Ad Limina. Hasta entonces el episcopado dará su respuesta a la Presidencia de la República.”
El pasado martes 20, un grupo compuesto por obispos mexicanos y representantes de la curia romana tuvieron un encuentro con el embajador de México ante la Santa Sede, Mariano Palacios Alcocer, en el que abordaron el asunto.
Lira Rugarcía, quien estuvo en la reunión, revela:
“El embajador Palacios Alcocer nos invitó a su residencia en Roma, pues las oficinas de la embajada son muy chicas. Fue realmente un convivio. Ahí el embajador nos dijo que el presidente Peña Nieto ya había dado respuesta a nuestras inquietudes en tiempo y forma. Y confiaba en que los obispos analizaríamos bien el documento del presidente para darle también una respuesta. Le dijimos que sí lo haríamos, pero después de la visita Ad Limina.”
A la residencia del embajador asistieron, entre otros invitados, los obispos de las provincias de Yucatán, Xalapa, Oaxaca, Acapulco, Morelia y Chiapas, así como el cardenal italiano Giussepe Bertello, quien fue embajador de la Santa Sede en México y actualmente preside la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Por cierto, Palacios Alcocer fue quien, en 1991, le dio soporte legislativo a dos cambios históricos realizados por el presidente Carlos Salinas de Gortari: el reconocimiento jurídico a la Iglesia y la reanudación de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede.
Ahora el priista queretano tiene una encomienda difícil: lograr el apoyo papal a las reformas de Peña Nieto.
Para conseguir ese apoyo ya se habla de una reunión entre el propio mandatario mexicano y Jorge Bergoglio, a realizarse muy probablemente el próximo 7 de junio en el Palacio Apostólico del Vaticano.
Al respecto, dice el secretario general del episcopado: “He escuchado la versión sobre ese próximo encuentro. Si es así, será muy positivo”.
–Ya podrá Peña Nieto hablarle directamente al Papa sobre sus reformas y su política de combate al narco.
–Sí, claro, informarle sobre esas funciones que competen a las autoridades civiles. A nosotros como obispos, repito, el Papa nos está recomendando no inmiscuirnos en cuestiones políticas para combatir la violencia, pues nuestra función es promover la paz y la reconciliación a la luz del evangelio.