OAXACA, OAX., septiembre 8.- El cine de la crisis reveló los aspectos menos obvios de la Ciudad de México en términos políticos, sociales e ideológicos, afirmó el periodista Hugo Lara Chávez al dictar la conferencia La Ciudad de México y el cine de la crisis: 1976-1988. El investigador detalló el pasado fin de semana en la Casa de la Ciudad que los signos de desgaste social se anidaron en historias de grandes urbes.
Para Lara Chávez este cine plasmó realidades sociales como las pandillas de jóvenes inmersos en la crisis (La banda de los Panchitos, 1986 de Arturo Velasco). Además de estigmas sociales como la infidelidad, el divorcio, las drogas, el sexo, la homosexualidad y el crimen, con un tratamiento superficial y con ánimo aleccionador o morboso.
La filmografía urbana de esta época manifiesta una forma de relacionarse con los espacios de la ciudad y, como describe Hugo Lara, “en el cine de la capital del país podría definirse una estética de la figura solitaria y melancólica que anda entre el bullicio, por el metro, por el mercado, por las calles. La soledad en medio de la multitud es aún más dramática”.
El autor del libro Una ciudad inventada por el cine (Cineteca Nacional, 2006), acotó que, por razones de centralismo político y económico, el cine mexicano se desarrolló en los años setenta y ochenta como una industria en el Distrito Federal.
“Este hecho ha permitido que hasta hoy en día prevalezca la imagen de esta megalópolis como la más retratada por el cine nacional, además de que el cine registra las transformaciones en las modas, en el lenguaje y en los valores de consumo de una época”, expuso Hugo Lara Chávez.
Cine citadino
El cine está tradicionalmente asociado a los espacios de las grandes ciudades y sus conglomerados humanos y arquitectónicos, dijo en su charla el también coordinador de contenidos de la exposición Cine y Revolución (2010): “El cine mexicano ha explorado el cine cómico, melodramático y policiaco, etcétera”.
El especialista afirmó que los espacios públicos y la relación con los habitantes que se vinculan en él suceden tanto por su entorno laboral como por la convivencia multitudinaria: “La gente de un mismo barrio, la vida urbana en soledad o los problemas generacionales comunes que surgen en los diversos sectores de la población”.
A más de 30 años, puntualizó Lara Chávez, nos permitimos voltear la mirada con curiosidad e interés a él: “Este cine mal visto y menospreciado en su época, y que en términos de calidad estética sus aportaciones se consideran casi nulas, ahora es una valiosa fuente documental de carácter antropológico, sociológico, histórico y urbanístico”.