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Primer campanazo

MUJERES Y POLÍTICA.- En solo unos días, esta misma semana, sonará el primer campanazo para el inicio del proceso electoral federal y con ello iniciará un proceso que debe ser registrado en la historia política del país, pero sobre todo en la historia de las luchas de las mexicanas.

En las elecciones federales, por primera vez, aplicará la reforma electoral que plantea la paridad entre las y los candidatos. Cincuenta por ciento para cada uno de los sexos. Ni una más ni una menos. Lo que veo es mucha preocupación frente a este reto por parte de los dirigentes de los partidos políticos, los grupúsculos y las tribus que se forman al interior cada uno.

Por otro lado, también existe una alentadora esperanza entre las militantes a quienes ¡Por fin…! No se les regatearán sus derechos como candidatas. Ya no solo será ¡Por fin…Ya podemos elegir y ser electas! Parafraseando el título del libro fantástico de Enriqueta Tuñón Pablos, en referencia al trascendente hecho de reconocimiento a ese derecho en 1953 y que a cuenta gotas se ha dado a lo largo de seis décadas.

Surgen también ideas que preocupan mucho, como el hecho de qué sean mujeres de las “familias” de los políticos con cierto peso, quienes jueguen una especie de alternancia, por acuerdos políticos, y no las verdaderas militantes quienes ocupen esas candidaturas. Me refiero a las esposas, las hijas, las hermanas, las madres…mañas y artimañas que han utilizado los hombres para no perder “su espacio”, en esa rutina nefasta y corrupta que convirtió los escaños y las curules, las presidencias municipales y las concejalías como si fueran concesiones de taxis y no en liderazgos reales. Tenemos muchos ejemplos de esa situación, aunque claro, habrá algunas hijas, como también hijos de políticos con verdadera vocación, pero una gran mayoría están para cuidar el espacio.

Esta semana me preguntaba una joven colega ¿cómo le van a hacer los partidos políticos? ¿De dónde van a sacar a esas mujeres? Sí de eso se trata de hacer visible lo que hasta ahora han obviado, a las militantes verdaderas de los partidos, esas que durante años y años han cuidado las casillas, las que han hecho la talacha electoral, las que acuden a los mítines y gritan entusiastas vivas a sus candidatos…ahí las tienen, ellas y otras tienen derecho a ocupar los cargos de elección popular, no se necesita gran ciencia.

Falta mucho para echar las campanas al vuelo. Cada minuto del proceso electoral será una prueba de fuego para observar qué tanto hemos crecido en la democracia partidista, en la igualdad sustantiva, en la aceptación real, clara y de conciencia de que las mujeres como los hombres tienen los mismos derechos y por ende, deberían, tener las mismas oportunidades en todos los rubros de la vida.

No es para menos, un hecho concreto es que la Constitución mexicana ha crecido enormemente. Los y las ciudadanas tenemos las mismas oportunidades según la ley y eso parece suficiente para muchas personas. Incluso sostienen que ya no es necesaria la luchas de las mujeres, piensan que sus demandas son exageradas y hasta se atreven a pensar que son trasnochados e innecesarios.

Pero la realidad es otra. La constitución mexicana, como en los Estados de todo el país podrán tener los mejores enunciados a favor de la igualdad y el reconocimiento de los derechos –de todos los derechos de las mujeres- pero falta mucho para darnos cuenta de cómo se menosprecia, se invisibiliza, se violenta la vida de las mujeres.

La historia oficial no recogió los hechos realizados por ellas a lo largo de las dos últimas centurias en México y menos aún antes de la Independencia. Apenas unas cuantas tienen un lugar en el muro de la memoria eterna. Las instituciones científicas ven con recelo la presencia de las mujeres, pero ellas siguen insistiendo y ganando puestos importantes y frente a esta gloria de unas cuantas mujeres, tenemos una mala noticia, dada a conocer por el subsecretario de Educación Media Superior de la SEP, Rodolfo Tuirán, en el arranque de la campaña “Es tu futuro, hazlo seguro”.

En ese mismo tema el director general del IMSS, José Antonio González Anaya, expuso una cifra de miedo, aterradora: “cada minuto una joven adolescente se convierte en mamá, el 80 por ciento tiene que dejar la escuela para encontrar un trabajo con qué mantener al bebé… el embarazo adolescente es el ancla más importante a la pobreza, la mayoría de las veces, las mujeres son las que cargan con este proceso”.

Otro dato fue dado a conocer por Leonor Calderón, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas para México, quien denunció que en la mayoría de los estados mexicanos, existe una dispensa para que las niñas menores de 15 años se casen. “Es absurdo y fomenta transacciones que se siguen dando principalmente en el entorno rural”.

Datos aterradores, como el que muestra la Encuesta de Exclusión, Intolerancia y Violencia en Educación Media Superior que reveló que 630 mil alumnos de preparatoria dejaron la escuela: 11.8% por embarazo y 8% por matrimonio. Aquí el lenguaje sexista que se utiliza nos lleva a interpretar que de esas personas que dejaron la escuela estamos hablando de una mayoría de mujeres, sola las mujeres se embarazan y tal vez del 8 por ciento del que hablan, un cuatro por ciento son mujeres. Haga usted sus cuentas y de nuevo veremos que la magnitud del problema que afecta en mayor medida a las mujeres y cómo dice el precepto feminista: las vidas de esas jóvenes se trunca.

El Consejo Nacional de Población (Conapo) reveló que en 2012 se presentaron cinco millones de embarazos en adolescentes, 74 mil fueron en menores de 15 años. ¡Recontra uff! Un país como el nuestro no podría permitirse esa situación de agravio para las mujeres.

En suma, dice Tuirán, lastimosamente los embarazos no deseados expulsan a más jóvenes y adolescentes de las escuelas que la pobreza misma. Un dato que debe preocupar en serio a la sociedad y es cuando me pregunto qué estamos haciendo para no exigir a las autoridades responsables como la Secretaría de Salud, Educación Pública y los mecanismos de las mujeres, entre otros para que implementen programas de educación sexual, acciones de capacitación a los varones sobre sexualidad y potenciar a las niñas, adolescentes y jóvenes para evitar que trunquen toda su vida por un embarazo inesperado desde los 10 años como hemos visto que sucede, muchas veces, producto de la violencia sexual.

Cómo hacer para que las y los hacedores de leyes hagan conciencia sobre la importancia del aborto libre, que este domingo conmemoró el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina, una demanda feminista desoída por la fuerte injerencia de las iglesias que siguen condenando el aborto y no la pederastia, que siguen condenando a las que abortan pero no a los curas que abusan de la infancia.

Si ponemos ambos datos en una balanza nos daremos cuenta del tamaño de la desigualdad que sigue pesando sobre las mujeres consecuencia de una sola verdad, la maternidad. La misma condición que nos llevó al espacio privado y no al público, el espacio de lo político al que llegamos con más de doscientos años de atraso desde que este país es independiente.

Por eso resulta importante que las mujeres ocupen los puestos de decisión y mejor ¡qué decidan! Que hagan que su trabajo observe estos fenómenos que nos deben preocupar porque resultan ser una vergüenza para el país.

Necesitamos que las políticas, esas que llegarán a la cámara o a las cámaras, gracias a la paridad, que ahora serán más en número, sean grandes, que piensen en la terrible condición social de las mexicanas, en especial por las más jóvenes, que puedan hacer algo distinto por las futuras generaciones en este tema fundamental. Por eso no pueden llegar a esos sitios las hijas, las hermanas, las primas…las parientas por sangre o por amor de los señores del poder. Este país no resiste más actos que avergüencen a las mujeres que han tomado conciencia de su condición.

@jarquinedgar

 

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