OAXACA, OAX., noviembre 12.-“Te invito al Apocalipsis”, parece decirnos Juan Villoro en su discurso sobre el jinete de Ayotzinapa que, como para no desentonar, ofrece en la capilla del ex convento de san Pablo.
Viene entonces la pregunta para el también autor de “El testigo”: ¿qué tan apocalípticos ves los tiempos ahorita en México?
–¿Qué tan apocalíptico es México? La verdad, los escritores nos quedamos cortos en relación con la situación absolutamente trágica que estamos viviendo en el país.
“Con el tema de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos se condesó el horror en México. Sólo que debemos estar perfectamente conscientes que él viene de décadas atrás e incluye una descomposición social que se ha ido fraguando”.
Pero, porque “se ha visibilizado más el horror, también se ha condesado la indignación de todos nosotros”.
La “gran paradoja es que tenemos un país de acciones de creación y aniquilación simultáneas: hay energías de vida extraordinarias y energías de muerte igualmente potentes”.
El infierno y el paraíso al mismo tiempo, realiza el parangón Villoro, la realidad que Malcolm Lowry retrató en su novela “Bajo el volcán”, la vivimos todos los días en México.
–¿Y qué pasa con los políticos?
El escritor y periodista acuña una idea lapidaria: “a los políticos ya ni siquiera podemos tomarlos en cuenta porque fracasaron de forma rotunda. El Estado mexicano prácticamente se ha desdibujado, no hay ningún horizonte político que nos pueda satisfacer, no existe ningún frente político que represente una esperanza confiable.
“Es verdaderamente terrible lo que ha pasado con todos los partidos. El PAN gobernó de manera desastrosa durante 12 años; el PRD no puede verse como una opción después que le dio su respaldo al (ex) gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, y al (ex) alcalde de Iguala, José Luis Abarca. Estamos en un vacío de alternativas políticas”.
En todo caso, “México se ha unido por la indignación y hay un clamor emocional, una especie de ‘República de los sentimientos’, de que esto debe cambiar”.
En tal situación, “debemos luchar para darle espacio, y aprovechar, a lo que tenemos de paraíso, de esperanza, de carnaval, y dejar a un lado el infierno en que estamos metidos”.
Así que lo mejor es quedarnos con el motivo por el que Juan Villoro asiste a esta capital: la presentación, durante la 34 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), de su más reciente serie de relatos, publicada por Almadía en septiembre de 2014: “El Apocalipsis (Todo incluido)”.
Un libro que trata de “personajes que delatan su clandestinidad estando en su propio país, que miran hundirse el terruño desde la cómoda nostalgia del exilio, que cruzan una y otra vez sus fronteras sólo para mirar con ojos frescos el derrumbe de siempre”.
Historias irónicas y sarcásticas, unas; y otras, melancólicas, de quebrantos y desamores.
Incluida la del cuento que le da nombre a la publicación, pero que no se refiere al cataclismo de Ayotzinapa sino el mediático”Apocalipsis maya” que tendría que haber ocurrido entre el 21 y 23 de diciembre de 2012.
La historia de Rubén Venegas y Montse Llovet, Felipe Romo, Marcia y Jacinto Pech en Barcelona, Yucatán, Chichén Itzá; una trama de amor, intriga política arqueológica y ambición mediática estilo “National Geographic”, uno de “los canales más morbosos del planeta”.
El engaño del “acabose”, del fin del mundo, para pasar a la realidad, esa que predijeron los mayas prehispánicos: cuando se alinean los astros, un ciclo acaba y comienza otro.