OAXACA, OAX., diciembre 27.‒ Podría ser el Bolivia oaxaqueño, nuestro Estado, pero eso es como un sueño, una utopía, porque, tan sólo en el rubro de las lenguas indígenas, las políticas de Estado tienden a destruir estos idiomas.
Eso comentó el escritor zapoteco Javier Castellanos Martínez (Santo Domingo Yojovi, Sierra Norte, 1951), Premio de Literaturas Indígenas de América 2013, durante una charla concedida a E-Oaxaca (www.e-oaxaca.mx) en el marco de la presentación de la serie “Tradición oral indígena mexicana” (Pluralia Ediciones), de Elisa Ramírez Castañeda, efectuada en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).
Bolivia es casi completamente indígena. Al país lo gobierna un presidente de origen aimara, Evo Morales. Y ha sido reconocido por reivindicar a sus culturas propias.
Ante el planteamiento, Castellanos Martínez señaló que Oaxaca es “eminentemente indígena” y que “hemos tenido políticos de este origen, pero no es de interés de ellos reivindicarlo: el más honesto, si es que lo ha habido, acaso ayuda para que haya en su pueblo servicios de salud”.
Javier Castellanos es también Premio “Monografías del maíz” 1982, Premio Nacional de Literatura Indígena Nezahualcóyotl 2002, Premio de Narrativa Centro de las Artes San Agustín (CASA) 2012 y ha sido reconocido por el Sistema Nacional de Creadores de Arte.
En días recientes, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) informó sobre cifras alegres del tema de marras en la entidad: de acuerdo con el organismo, 58 por ciento de oaxaqueños se “autoadscribe a alguno de los pueblos indígenas” y 34 por ciento habla una lengua madre.
“Oaxaca es eminentemente indígena, repito, que la política sobre las lenguas ha obligado a los pueblos a mantenerse en ese 34 por ciento es otra cosa”, expuso Javier Castellanos.
En general, coincidió, en Oaxaca y México todo seguimos negando nuestra sangre indígena: “yo lo noto en las radios comunitarias de mi pueblo, que pertenece a una región donde las poblaciones están separadas por media hora en camión y es difícil la comunicación, pues en una de ellas difunden la taquería fulana, cuando saben que nadie, aparte de los de ese pueblo, va a ir a comer tacos a otro.
“Simplemente, lo que nos están diciendo es: queremos parecernos lo más posible a la ciudad y dejar nuestras raíces indígenas. En nuestros pueblos estamos embarcados en eso”.
Respecto a las lenguas indígenas, hay idiomas que están, de hecho, extinguidos, y los que estarían en peligro son los que se hablan de forma amplia todavía: el zapoteco, el mixteco o el mazateco, digamos‒ se le planteó al escritor.
-‒En México se sigue diciendo que hay 62 lenguas, pero nadie contempla que el idioma ixcateco, por ejemplo, lo hablan seis ancianos. Entonces, decir que todavía existe es sólo para fines turísticos, porque tratar de rescatarlo sería como pretender resucitar a alguien.
“Sí, los que están en peligro de extinción son el zapoteco, el chinanteco, el mixteco, el mixe, pero no hay ni por dónde”.
No hay política de Estado que realmente ayude al respecto, ¿o sí?
-‒No. La política tiende a destruir las lenguas indígenas.