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Hoy estamos ante indígenas lectores y escritores, afirma Elisa Ramírez Castañeda

OAXACA, OAX., diciembre 29.‒ Ya no son los de antes, dirían antropólogos, lingüistas y etnólogos, pues zapotecos, mixtecos o mixes, verbigracia, ahora constituyen generaciones escolarizadas, de lectores y escritores.

Y entonces volvemos “a una discusión muy vieja: quién es portador de una tradición y quién de una nueva”, se preguntó Elisa Ramírez Castañeda durante la presentación de su serie de cuatro tomos “Tradición oral indígena mexicana” (Pluralia Ediciones), la cual efectuó en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).

“¿Quién se va a hacer cargo de incrementar el corpus de la tradición oral indígena?”, añadió la investigadora.

Porque “acabó el tiempo de los recopiladores, informadores e investigadores”, amén que ahora “nos vemos obligados a establecer relaciones completamente distintas con lo que es diferente de uno”.

Se pensaría que “los que tienen la capacidad y posibilidad para que siga creciendo dicho corpus son los propios indígenas, y aquí me acaban de decir que ni ‘máiz’ [la poeta zapoteca Irma Pineda, quien, junto con el escritor Javier Castellanos Martínez y el periodista Hermann Bellinghausen, estuvo en la presentación de marras], que no tengo por qué encasquetarle paternalistamente a los indígenas que tienen que hablar de lo indígena”.

De cualquier manera, “quién va a hacer esto, insisto, toda vez que resulta que los no indígenas estamos metidos en territorio ajeno y tenemos poesía, escritos y mentalidades mucho más indígenas que los indígenas, además que éstos están escribiendo de lo que se les da la gana.

“¿Cuáles son las fronteras entre lo indígena y lo no indígena, lo escrito y no, lo narrado y no?”, volvió a interrogarse Elisa Ramírez, y se respondió: “De nuevo vuelve a emborronarse el asunto, a confundirnos”.

Para la estudiosa de la tradición oral indígena durante ya 40 años, al respecto “la tarea de antropólogos, lingüistas y etnólogos está agotada, porque ya no vamos a encontrar una historia sino muchas transformaciones de las mismas, además que ahora estamos ante generaciones de indígenas lectores, escritores y escolarizados”.

Se trata de una discusión que estaría vinculada, de acuerdo con Ramírez Castañeda, con el movimiento zapatista que inició en 1994, “con una revolución ideológica a partir de la cual todas las comunidades indígenas y las de su alrededor que se aliaron con ellas reflexionaron sobre sí mismas, su historia, su papel, su importancia”.

También con un problema general: el hecho de que la “tradición oral, la oralidad no sólo de los indígenas ‒esa ha sobrevivido cuatro siglos y lo hará seis si antes la Tierra no se acaba‒ sino de toda la sociedad, no va a durar, porque cada vez escuchamos menos, cada vez tenemos más impaciencia y cada vez enseñamos menos a los niños a que oigan”.

La “oralidad a la que están expuestos hoy los niños es televisiva, perniciosa, maliciosa, espantosa, horrorosa, monopólica y demagógica.

“Se oye poco, cada vez nos oímos más mal; no los indígenas, sino todos. El día que aprendamos a escucharnos a nosotros mismos tal vez aprenderemos a escuchar a los demás: creo que sería nuestra única posibilidad ante un mundo tan herido, lastimado y lacerado”.

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