MUJERES Y POLÍTICA.- En política, como en toda actividad humana, se hace necesaria la ética. Hoy más que nunca es preciso plantear la posibilidad de un cambio.
Existen diversos movimientos en el país que hablan del final de los partidos políticos y la emergencia de una ciudadanía tomando las riendas.
Difícil tarea si observamos este cambio desde lo único que conocemos. Una opción es la que propone el obispo Raúl Vera, refundar a México.
Tarea en la que las mujeres no somos ajenas, como nunca lo hemos sido. Somos más de la mitad de la población, jugamos un papel sumamente trascendente para el cambio, para la transformación de aquellos obstáculos que la costumbre establece como inamovibles, al final solo favorecen a una minoría: el patriarcado. Necesitamos más satisfacciones y menos dolor colectivo.
No es para menos. El actual proceso electoral nos ofrece un panorama más claro y contundente de cómo la podredumbre ha llegado a las barbas de los políticos de siempre, no importa del partido que provengan, la raíz está podrida como consecuencia de la ambición desmedida de mantener el poder a costa de lo que sea y con quien sea.
No importa si para ello, como sucedió desde hace décadas, se hayan abierto las puertas al crimen, con resultados tan desastrosos y tan inhumanos como los homicidios, los feminicidios, la desaparición de más de 23 mil personas, la esclavitud de personas con fines de explotación sexual o laboral, la pobreza y la incapacidad cada vez mayor de encontrar oportunidades reales y menos violencia y, lo peor, el poder político y económico en manos de la delincuencia, por miedo o por convicción.
Y si a eso le agregamos los conflictos sociales, vaya panorama tan desolador. Esta enumeración, apenas corta, del panorama actual nos da una idea de los “no resultados” que la política sin ética, inhumana y tocada por el crimen nos ofrece en estos momentos, por eso se habla del fin del sistema político mexicano.
Pero como decía mi querida abuelita Lucha: mientras son peras o son manzanas tenemos que hacer algo. Una de las cosas que se hace indispensable es denunciar, es no permitir actos de corrupción, es tomar la ciudadanía y asumirla y claro se espera que los gobiernos actúen en consecuencia, lo cual es un problema real.
Eso parece que están haciendo un importante número de mujeres en Oaxaca, cuando se inconforman ante ese “destino” impuesto que les impide tomar parte en los procesos electorales de sus comunidades, aún cuando sobre sus vidas, los caciques hayan puesto un precio, como sucede desde hace más de un año con las mujeres de Guevea de Humboldt y a ellas solo las protege “Diosito” porque de las autoridades ni sus luces; las mujeres de Santiago Comatlán, a quienes les negaron su derecho a participar en la asamblea comunitaria, igual que sucedió con las mujeres de San Bartolo Coyotepec y otras que han sido excluidas una y otra vez, tantas veces que en el proceso electoral 2013 hubo 111 municipios en los que las mujeres no participaron por los sistemas normativos internos.
A pesar de la reforma electoral, que plantea la paridad, los partidos políticos hacen hasta lo indecible para evitar que las mujeres participen como candidatas a diputadas federales en la elección de 2015 o bien hacen también lo inverosímil para no perder los espacios del poder, recibir una compensación por ello, disponer de vidas y haciendas a través del tráfico de influencia…
O sea, queda claro, la exclusión de las mujeres, la violación de sus derechos políticos, no es un asunto exclusivo de los sistemas normativos internos, es el patriarcado, la vieja misoginia la que se opone a la participación de las mujeres en los procesos electorales del siglo XXI y 2015 no es la excepción.
Pero, ojo, hay más. Nos queda bien claro que el crimen está metido hasta la médula en la contienda electoral, es decir, el narcotráfico, los grupos delincuenciales de la A a la Z toman decisiones sobre quién o quiénes deben ser los candidatos y, peor aún, bajo qué condiciones deberán ser electos esos candidatos.
Así que el panorama está completo y complejo. Por un lado, las mujeres como lo hicieron desde principios del siglo XIX siguen luchando por sus derechos políticos, otras incursionan en los partidos políticos condenadas a ver pasar a esposas, madres, hijas, hermanas, sobrinas de los caciques del poder partidista antes que a la militancia y, finalmente, lo que no se puede evitar, es parte de la educación recibida, están esa especie de reinas del sur en política.
Son varios y varias las candidatas que han recibido las no gratas visitas de personajes portando “armas de alto poder” para ofrecer protección en las giras de trabajo en busca de una candidatura, algunos están acostumbrados a tratar con la delincuencia, hacen pactos y proyectos, otros retroceden y sacan fuerzas de su dignidad e incluso de su propio miedo.
Lo cierto es que de aquí a la jornada comicial hay mucho que ver. Es entonces cuando entra en el juego la ética política. La toma de decisiones de continuar o no en un escenario sin más alternativa que la violencia, más aún cuando en Oaxaca, como hemos visto, lo que hay es ausencia de gobierno y de gobernantes. El caos total.
Sin embargo, hoy el PAN es uno de los partidos más corruptos. Desde los “moches” hasta el enriquecimiento, la participación de connotados diputados y senadores en no siempre lícitos negocios, ahí está el cacinero de Felipe Calderón, cuya historia narrada por la periodista Sanjuana Martínez en las Amantes del Poder, hace ver una realidad llena de lodo y pudrición en grado extremo.
Los rumores sobre la incrustación del narcotráfico en sus filas es un grito grande y fuerte desde hace meses. La violencia se apoderó del blaquiazul, se habla de porros y de gente armada en asambleas y reuniones de trabajo.
En más de una ocasión se ha planteado que algunos de sus militantes, en el poder, en los gobiernos municipales, pertenecen o tienen nexos con el crimen organizado, los Abarca en Iguala, Guerrero, y algunos otros alcaldes en Veracruz, son ejemplos extendido en el país y Oaxaca no es la excepción.
El cacicazgo de los Díaz en Ejutla de Crespo nos lleva a recordar el caso de Antonia Natividad Díaz Jiménez, de quien es conocido el hecho de que su familia tiene nexos con el narcotráfico.
Recién la prensa dio a conocer el hecho en el que resultaron heridas al menos tres personas y en los que habrían estado involucrados Leonardo Díaz Cruz y Felipe Díaz Altamirano, papá y primo de la diputada local, además de otro diputado de nombre Javier César Barroso Sánchez e, incluso, el titular de la Secretaría de Vialidad y Transporte, Carlos Alberto Moreno Alcántara.
Moreno Alcántara, titular de Sevitra tiene una enorme cola que le pisen y quiere el poder a costa de lo que sea. So pretexto de la paridad pretende imponer a su esposa Mirna López, como suplente de Isabel López, quien aspira a una de las candidaturas plurinominales.
Ya lo decían las expertas, el fenómeno de la familia en femenino aparecerá de pronto para “cubrir” la paridad, pero sobre todo para no perder el poder, que es misógino y patriarcal.
El nexo Moreno Alcántara y la familia Díaz se establece en el supuesto ofrecimiento que el funcionario hizo de concesiones con tal de que apoyen a la candidatura de María Isabel López y de Mirna López. De ahí la reunión que terminó en un enfrentamiento en un antro de Ejutla.
La omisión por parte del gobierno de Gabino Cué es terrible porque hasta el momento nadie es investigado. Estas son las componendas entre el poder del narco y el poder político desde el podrido árbol de Acción Nacional.
Incluso, es conocido el hecho de que el aspirante en el proceso electoral anterior, Leninguer Raymundo Carballido Morales, por la alcaldía de San Agustín Amatengo, y que ganó tras hacerse el muerto para evadir a la justicia tras una denuncia de violación tumultuaria, es uno de los operadores de los Díaz, la familia de la diputada Antonia Díaz Jiménez.
La pregunta es ¿por qué si es del dominio público, por qué si la gente de la región lo sabe, por qué las autoridades no hacen lo que deben hacer?
Las elecciones 2015, en Oaxaca concretamente están pasadas por el pantanoso lodo de la corrupción, terreno que deberán pisar algunas mujeres que aspiran a ocupar cargos de elección popular desde una aspiración legítima, aunque también las hay quienes saben de qué está hecho ese terreno, que saben que con estas actitudes responden más que a la paridad y a la lucha histórica de las mujeres por sus derechos políticos, lo que hacen es responder al patriarcado.
@jarquinedgar